Tenía constancia de que la hora había llegado, era inevitable no pensar que mañana ya no podría ver el sol. Mi cuerpo se marchitaba como las flores en invierno. Lo había estado haciendo lentamentedurante diez largos años. Al principio decían que solo sería un añocorto de sufrimiento y dolor. Pero hoy maldigo a aquel medico que encontró el antídoto para alargar la vida, o no. Puedo pensar que he disfrutado más de mis nietos, que vi nacer a Natalia y que pude ser la madrina de la boda de Clara, mi hija pequeña. También me siento orgullosa de Carlos, mi marido, que siempre me ocultó mi enfermedad para que no sufriera. Pero no sabía que yo tan solo cerré los ojos cuando vino el médico, en realidad no dormía. Bueno, no importa, la verdad que he estado diez años esperando la muerte, como parte rutinaria de mi vida. Aunque ningún día es tan fuerte la atracción de dolor como la de este día de hoy. Mañana cuando intente abrir los ojos veré a mi familia desde el cielo, en lo alto, llorar. Espero que no lloren, si lo hacen me sentiré mal y tendré ganas de regresar a abrazarles. Entonces el dolor será mayor porque no podré aferrarles entre mis brazos. Tampoco podré secarles las lágrimas, o simplemente besarles las mejillas húmedas por el sufrimiento. Y también pensando de forma egoísta, si lloran y sufren será porque lo hice bien. Porque les traté tan bien y les hice tan felices que se apenan de mi marcha. Luego me sentiré orgullosa porque sabré que mi viaje en la tierra no fue en vano, sirvió de algo. Y tanto que sirvió, pensaré que se va una vida anciana y podrida pero nacen cuatro vidas jóvenes y fuertes. Y que esas cuatro vidas jóvenes traen consigo otras dos raíces pequeñas dispuestas a crecer.
Si, es cierto. Ahora es cuando se que puedo morir en paz. Ahora es cuando siento que ya he terminado mi labor como viva y tengo que desempeñar mi bondad con los muertos. Ya puedes llevarme cuando quieras, y si lo hace hoy, que lo harás, espero que lo hagas mientras duermo que no me duela. Será como un viaje pero sin tren, ni maletas, ni gastos. Solo el viaje de un sueño eterno, del que nunca podré despertar. Un sueño que nunca olvidaré…
DIARIO ANTES DE MORIR. Por Ketsya
Marcar el enlace permanente.
Me impresiona mucho que alguien pueda escribir con esa tranquilidad su despedida. «han sido diez a