Hoy he ido al hospital a recoger unos informes, he dejado el vehículo en la segunda planta del aparcamiento porque no había resquicio libre para aparcar y aún sabiendo que sería caro, porque, qué menos que dos horitas entre números, doctores y esperas. Las cosas de estos nuevos palacios van cada vez más despacio.
Mi sorpresa ha sido al salir.
Pregunta: ¿Dónde está el cajero?
Lo normal es que esté en las mismas escaleras de acceso, o a la entrada, o en esos descansillos entre planta y planta. Bueno, pues no. Eso era normal el mes pasado.
Ahora, unos cartelitos muy discretos nos señalaban que el cajero está ubicado en la galería comercial, en el última planta y al fondo, allá dónde a nadie con dos dedos frente se le hubiera ocurrido y menos aún en un hospital. Escondido, incómodo, y para colmo estropeado.
En el fondo iba sonriendo, imaginándome a ese experto en marketing, con traje y corbata ¡faltaría más! y una sonrisa de oreja a oreja que ha explicado con unos gráficos «cien punto cero» (por lo menos) como obligar a todos lo usuarios a pasearse por la galería comercial después de visitar al médico, o al familiar ingresado, al amigo accidentado o al hijo recién nacido y hacer alguna compra compulsiva.
En vez de enfadarme me he quedado allí un ratito, viendo el trajín de tantos como yo, que no íbamos a comprar nada, recorriendo la galería comercial como un laberinto “En busca del cajero escondido”.
Y entonces ya me he reído abiertamente, porque efectivamente este experto (es un decir), ha conseguido que la galería comercial esté llena de paseantes preguntándose unos a otros desconcertados, sujetando radiografías y al mismo tiempo al niño, la silleta, al abuelo, la tarjeta para el cajero, el monedero y, sobre todo, un naciente mal humor.
Un público que si pudiera le molería a palos compulsivamente por imbécil.
El problema es que él sigue escondido haciendo gráficos mientras los de a pie sufrimos a diario sus brotes psicóticos de creatividad.
Luego, siempre hay algún filósofo que se pregunta porqué, tan de buena mañana, la gente ya va cabreada por el mundo.
Es lo que hay. Creo que el mes pasado se llamaba poca vergüenza.
brujapiruja
Raz
Esto es semejante a los «Centros de Atenci
Aparqu
Si,eso de las centralitas mec