No, no es que me haya vuelto mal educada. Os cuento…
Este fin de semana, estuve en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), en un taller presencial de guión de cine que impartía mi profe, Ramón Alcaraz. Asistir a sus clases, es todo un lujo para mí porque, además de que aprendo mucho, disfruto de su compañía como persona y amigo; algo que no está pagado con nada. En fin, que como la combinación de trenes desde Málaga hasta Alcázar es una «caca», pues decidí tomar el AVE hasta Madrid y de allí un cercanías hasta ese lugar entrañable considerado como la cuna de Miguel de Cervantes.
El taller se impartía en el Hotel Convento de Santa Clara, antiguo monasterio de las monjas clarisas en el siglo XVI; una pasada de hotel.
Cuando llegas a la estación de Alcázar, se respira un aroma de pupitre, mezcla de solera literaria y cuaderno nuevo. Como yo me oriento peor que una almeja en una olla, después de recorrer algunas calles y una plaza, decidí preguntar a los lugareños.
-Señora, ¿el Convento de Santa Clara?
La mujer me mira como si le hubiera preguntado por el faro de Alejandría y contesta:
-El convento de Santa Clara le pilla a tomar por culo de la dirección en la que va.
Entonces, muy amable, me explica que tengo que volver hacia la estación, tomar a la izquierda, dos calles para abajo, otra vez a la izquierda y no sé qué más, porque ya me las apañaría yo cuando estuviera más cerca.
Con estas instrucciones y mi maleta roja, que se me había descosido por un lado, recorro las calles de un pueblo casi de cuento:
-Lleva la maleta rota, a ver si se le pierde algo –me advierte una buena mujer.
-Ah, gracias. No se preocupe, si ya estoy llegando.
¿He dicho “llegando”? Se ve que los gerundios no se me dan bien.
Ay, madre… Me da que me he vuelto a perder…
En esto, veo a otra mujer que acaba de subir a su coche. Antes de que arranque, me acerco y le hago señales por la ventanilla para que baje el cristal.
-Perdone. ¿El Convento de Santa Clara?
La mujer para el motor y se baja del coche.
-El Convento de Santa Clara le pilla a tomar por culo de aquí – me dice muy seria. Y añade- Tome esta calle hasta el final; luego, tuerza… siga por… busque una farmacia… un bar…
-Gracias, muy amable. Ya casi lo tengo.
Taca- taca, taca- taca… Con mi maleta de ruedas y mi biquini de rayas (mentira, llevaba un chaquetón de pelito porque hacía frío)…
Al doblar una esquina, veo a un matrimonio paseando. El hombre me mira a sabiendas de que soy forastera. Aprovecho, le pregunto y…
¡Bingo! El Convento de Santa Clara a treinta metros; y yo sin verlo.
-Muchas gracias.
Jope, menos mal.
Cuando entro confirmo habitación y busco a Paloma, la coordinadora de los cursos. Paloma es una chica muy simpática a la que ya conocía. Nos saludamos y le cuento mi aventura hasta dar con el convento. También le pregunto por esa expresión tan graciosa con la que la gente del lugar te indica que andas un poco perdida y ella me dice que no, que no tiene conocimiento de que sea una expresión de allí; al menos, ella no la ha escuchado.
En fin, que eso es lo de menos. Lo mejor, que conocí a una gente entrañable en el taller; que me he traído unas fotos preciosas y unas exquisitas tortas de Alcázar que me regaló Paloma; que disfruté de un taller presencial en el que he aprendido de lo lindo y que me ha motivado un montón; que compartí ratitos inolvidables con mi profe, una persona sabia y humilde de la que no dejo de aprender; que la gente de allí nos invitó el sábado por la noche a un vinillo alrededor de las hogueras de San Antón (que hacía un frío que te cortaba en dos) y que he disfrutado de un viaje de lujo en AVE.
¿Lo peor? Que el convento de Santa Clara me pilla de Málaga a tomar por culo.
Nota: Las patas de gallo y las ojeras son del viaje y el cansancio. El peinado y el tinte… Ya hablaré con mi peluquera, que esto es como la Ley de Murphy; todo el año de lujo y cuando quieres estar de lujo se le va la mano con los marrones (que me van como a un santo dos pistolas).
Texto y foto: Mercedes Martín Alfaya
Blog de la autora.
Merceditas:
No tengo ni idea de donde ir