Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!
Llega otra vez Todos los Santos, hace un par de días leíamos en una librería de mi ciudad el asombroso y estupendo relato de Bécquer «El Monte de las Ánimas».
Es una lectura que me gusta mucho, creo que refleja bien como en tiempos de Bécquer se celebraba ésta noche mágica de brujas y trasgos. El siglo XVII se llenaba de viejas a la orilla del fuego que relataban historias de muertos, aparecidos o brujas. Ustedes celebrarán ésta noche como gusten. Algunos saldrán a pedir caramelos. Yo si puedo encenderé una vela y leeré algo, quiza de Bécquer, quizá de Poe, tal vez de H.P. Lovecraf… todavía no estoy segura.
Cumplan su tradición bajo el vendaval que creo anuncian los meteórologos. Diviértanse si quieren, inventen historias o américanizense… supongo que sigue siendo una noche mágica todavía para estar en contacto con nuestros muertos, es posible que todos soñemos con ellos.
Me hace cierta gracia que se impongan tradiciones no hispánicas, o que se siga compliendo con tradiciones que apenas lo son cómo si lo fuesen. Pero si ustedes gustan de ellas no dejen de rezar por sus muertos, pongánles flores porque sienten la necesidad de recordarlos especialmente en éstos momentos, aunque todos sabemos que el recuerdo aflora en cualquier momento. Hagan lo que quieran, pero hagánlo de corazón no por estúpidas tradiciones.
Casi estoy pensando en ponerme «la novia cadáver», película que me gusta mucho y que nos acerca a esa otra realidad a la que casi siempre cerramos los ojos.
Brisne
Blog de la autora.