Entrega. Por Carlos Veloso

 Para un simple mortal, siempre fue, ha sido y será complicado enamorarse de una diosa, pero como convencer de esto a un pobre mortal enamorado, más aun, considerando que la diosa de la cual se enamoro era la mas hermosa e inteligente, pero al mismo tiempo la mas cruel y veleidosa de todas, la diosa del destino. 

Un viejo Chaman le dio las instrucciones para, por lo menos, poder acercarse a ella y verla en todo su esplendor, pero, le explico el viejo, estas instrucciones le iban a costar la vida al desdichado enamorado, pero ante perspectiva de ver con sus propios ojos a su amor imposible era muy poco lo que le importaba este alto precio. Las instrucciones eran cortas y precisas, debía escalar la montaña más alta de la región y en su cima ofrecer a la diosa su corazón y su alma, esto, literalmente hablando. 

Después de largas penurias, el simple mortal logra alcanzar la cima de la montaña, una vez repuesto de sus extenuante jornada, se prepara para su sacrificio, primero se lava y acicala lo que mas puede, luego abre su pecho para extraer su corazón, en este punto se desvanece para despertar en una amplia caverna en la que en su centro fulgura una enorme figura femenina, a pesar de su amor, puede más el respeto por la divinidad y no se atreve a alzar la vista, la diosa se acerca y a sus pies aparece un recipiente de oro, en el cual instintivamente el mortal deposita su ofrenda, su corazón, su alma, su razón y por ultimo su esperanza. 

Cuando la diosa se ha acercado al recipiente de ofrendas, el mortal puede ver sus bellos pies y tobillos, en uno de los cuales prende una hermosa diadema que refulge a la luz que envuelve a la diosa; en ese momento ve como el extremo de una vara se acerca al recipiente de ofrendas, las que, al tocarlas, arden en una llama azul, el mortal se desvanece nuevamente, al despertar, está en el lecho de su casa, sin ningún daño aparente después de lo ocurrido; mas enamorado y confundido que nunca vuelve a visitar al Chaman, un poco para comprobar que todo lo anterior no fue un sueño, pero principalmente para obtener mas antecedentes de cómo proceder a continuación. 

Las instrucciones del Chaman fueron claras, debía repetir exactamente lo mismo que la vez anterior, pero lo que mas lo exaltó fueron las últimas palabras del viejo; si no lo fulminó apenas lo vio significaba que aun tenia esperanza de conocer a la diosa. Una vez mas, el mortal repitió su ardua jornada, pero esta vez, al acercarse a la diosa fue capaz de levantar un poco mas la vista y pudo ver sus torneadas pantorrillas y hermosas rodillas, aun tenia la pequeña cadena alrededor de su tobillo, pero a continuación sucedió lo mismo que la vez anterior, la diosa toco con su vara las ofrendas del mortal y estas se convirtieron en cenizas, a la vez que este caía en un profundo sueño que terminaba en el lecho de su casa sin señales de su extraordinaria aventura. 

Esta vez, antes de volver a intentarlo, cavilo largo tiempo sobre lo que había ocurrido anteriormente, mas enamorado que nunca pero con algo mas de sensatez, se embarcó nuevamente en su aventura épica por conocer al amor de su vida, luego de cumplir con cada una de las penosas etapas previas a su encuentro, se hallo nuevamente frente a la diosa, pero esta vez, venciendo todos sus temores y prejuicios ancestrales levanto la vista y la contemplo en toda su hermosura, pudo ver su cuerpo perfecto que se traslucía debajo de la alba túnica que la cubría, su hermoso rostro de mirada tranquila y su pelo negro ensortijado que caía sobre sus hombros, un coqueto mechón oscilaba sobre su frente; se preparo para lo que venía a continuación pero esta vez en vez de tocar sus ofrendas, la diosa puso su vara contra su pecho y ardió en una llamarada azul, al mismo tiempo que las cenizas caían, el mortal también cayó en el mismo profundo sueño de las veces anteriores. 

Despertó llorando sobre su lecho, ya no tenía motivos para continuar viviendo, toda su ilusión había desaparecido delante de sus ojos, salió de su casa, desesperado, sin saber qué hacer, casi instintivamente toma el camino que conduce hacia unos alto acantilados cercanos, caminando como un sonámbulo se cruza con rebaño de cabras las que son guiadas por una pastora que camina delante de él, al voltearse la pastorcita descubre en ella a la diosa que tanto amaba, en ese momento cae en cuenta que, realmente, el inmortal es el, gracias al amor sin compromiso que profesa.

Asociación Canal Literatura

Carlos Veloso

 

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