Frío de Vivir. Por Brisne

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«A esta hora todo en el mundo es cansado y postergable: el amor y los trabajos, el pensamiento y las revoluciones. Queda sobre la tierra un montón de fiebre y un edredón de plumas»

Acabo de terminar el libro de Carlos Castán «Frío de Vivir» con el frío en el cuerpo. Un día nublado para leer relatos sobre el deseo y el amor. Quince puertas abiertas a quince historias que marcan un laberinto desordenado. Pero no me ha importado seguir el desorden, leyendo despacio y en cualquier lugar: en la oficina, en casa mientras espero que el sueño llegue, en el coche a la espera de la salida del colegio…

Y me he visto a mí misma reflejada en tiempos que viví, flexos que llenan cuartos, hermanos que no quieren que les recoja del colegio, camas llenas de chocolate con churros, trabajos de último mono en el negocio familiar. Me ha trasladado a vivencias pasadas cuando no era yo, cuando sólo era un proyecto de lo que soy. No he podido evitar pensar en todo eso, en mi madre, en mis hermanos , cuando una coca cola sólo se abría en los cumpleaños. Otra época quizá peor, pero que en mi mente se refleja radiante. Sensaciones que nos trasmiten lo leído. ¿Es quizá por eso que leemos? Muchas veces me he planteado eso. Hay quienes dicen que buscan otras vidas en lo que leen. Yo creo que no. Con vivir la mía me basta. Pero si que casi siempre acabo pensando en lo que viví o lo que viviré saliendo de relatos y palabras que estimulan mis recuerdos y mi imaginación. Y si lo consiguen, me gustan. Intento grabarlas en mi memoria, releerlas a veces para descubrir como ha cambiado esa sensación.

Lean si quieren, no lo lean si no les apetece. Yo agradezco las sensaciones que me han de acompañar al menos hasta que otro cuento me golpee las neuronas. Sumergánse en sus páginas buscando el abismo del deseo, o de lo que el deseo deja…y sobre todo ese frío que a veces no deja vivir.

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Brisne
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