Incertidumbres. Por Francisco Gragera

Son las 6,30 de la mañana de un primero de Agosto de algún año.Ana salió de casa acompañada de una amiga para hacerse una biopsia en el Hospital.
Su analítica no es del todo buena, ya que le han detestado una puñetera proteina que campa suelta alrrededor de la médula y puede en cualquier momento tocarle el riñón. Estoy asustado.
Los que entienden de palabras inútiles, la clasifican prosaicamente como Galmapatía,!vaya putada.
Soporto un largo año en ésta controvertida realidad que me ha convertido en un ser huraño, agresivo y mordaz, que no aguanta que su campañera de viaje comparta a semejante bitxito
El tren de mi vida se puso en marcha un frío Octubre del 44, roto por los caminos polvorientos, vías muertas, y esperando encontrar la estación de llegada, donde dormir mis quejíos.
Pero no quiero deshacerme de los amaneceres dónde ella cabalgaba en caballo negro, con un trote calmoso que recorría la playa de mi vida en un desnudo de olas que cosquilleaban sus descalzos piés y los lamían en un baile ritual de espuma,salitre y algas.
Desde una roca y escondido en el rebufo de una inmensa ola, su perfume me llegaba envuelto en sus cabellos dorados.
Nunca supe expresarme entre las paredes de nuestra casa, que eras mi último e íntimo escondite, y jamás te dije que eras mí último refugio, para no terminar en el sin retorno de un mar perdido.
Todo este cuento real apaga mis silencios, pero necesito que mi utópica vida, se llene de tus proteinas perdidas, y hagan una medula unida al espigón del puerto en dónde no exista el nunca,jamás.

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Francisco Gragera

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