La casa abandonada. Por Maribel Romero Soler

La casa estaba abandonada. El césped crecido sin control, los cristales sucios y rotos, la puerta oxidada y la decena de gatos que se paseaban por sus dependencias así lo indicaban. Los niños tenían miedo de aquel lugar y contaban historias terribles sobre la familia que un día habitó la mansión. Las mujeres, sin embargo, se inventaron otra leyenda, la de un apuesto millonario que muchos años atrás se había enamorado locamente de una joven del pueblo. Y los hombres, sentados en la plaza, no hablaban de otra cosa que no fuera esa vieja casa, un nido de porquería. Una mañana llegaron las máquinas y procedieron a su derribo. En un día la casa había desaparecido del pueblo. Solo entonces sus habitantes se dieron cuenta de lo vacíos que estaban. Ya no tenían nada que comentar, ni un mínimo aliciente que llenara sus vidas.

Maribel Romero Soler
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