Esta la es Historia de lizzy, la Hormiga insensata que anhelaba ser abeja, todos los días al levantarse en las mañanas subía el empinado árbol que cubría su ciudad, su enorme nido. Cada amanecer era una nueva aventura y un nuevo intento por ser algo que naturalmente no era; en lo más alto de aquel árbol yacía estático el panal de las abejas, custodiado firmemente por guardias que detenían a cualquier individuo extraño que quisiera penetrar en sus dominios, Un día cualquiera, Lizzy les pidió que la dejaran hablar con la abeja reina, los guardias, inmóviles ante la voz de la hormiga, no prestaron atención y siguieron haciendo su labor, sin embargo no contaron con la inteligencia horminogonica de lizzy y en el más pequeño descuido la hormiga pudo entrar, era como un País diferente la colmena, muy futurista con todos estos seres voladores recolectando miel y llevándola de un lugar a otro, todos en función de la mas adulta y vieja de las abejas, su majestad La Abeja reina, quien yacía en su trono central observando el trabajo arduo de sus hijos en la producción de la más pura de las mieles nunca antes producida, Lizzy, fascinada con este mundo de ensueño y gracias a su pequeño tamaño, se esconde entre los fragmentos de panal que ya habían cambiando y no habían desechado, desde allí, pudo observar sigilosamente la cotidianidad del mundo de las abejas, el cual siempre había querido vivir, de repente lizzy observa un movimientos brusco en el panal, todas las abejas empezaron a acelerar su vuelo, uno de los guardias reales entona su voz más fuerte y le anuncia a todos: ¡ un oso ! ¡ un oso ! al escuchar esta voz, una gran turbulencia se apoderó del lugar, la abeja reina había salido custodiada por sus guardias, los más pequeños aun en capullos estaban indefensos junto con las abejas ancianas, los más fuertes se enfrentaron en esa mañana al gran oso, pero fue inútil, la fuerza devastadora de aquel cuadrúpedo supero al número de soldados reales que peleaban en defensa del panal, todos fallecieron a excepción de la reina y unos cuantos guardias, aquella Hormiga insensata, había muerto en la catástrofe, y aunque no era una abeja y nunca iba a serlo, murió como abeja, y eso la hizo feliz en el ultimo instante de su vida.
Victor de la Hoz
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