Hoy que llueve en ti pienso, aun no estarás dormida,
seguramente hojeas un libro en estas horas,
y dejes, displicente, la cortina corrida
para que desde afuera nadie observe que lloras.
Y esta lluvia insistente y acaso encarnecida
debe estar ya cayendo muy… muy cercana a ti,
y llegará hasta el libro con su brisa encendida
y ese aroma a nostalgia tal vez te traiga a mí.
Y entonces en tus manos te temblarán las hojas
y brotarán las penas que allí en tu pecho alojas
buscando ese poema que yo te dediqué;
y cerrarás el libro con los ojos en llanto
acaso dolorida de haber perdido tanto
de este amor que ha marchado…. adonde yo ni sé.