A lo largo de la semana, con impotencia y estupor, he seguido el ominoso asalto injustificado y brutal, por parte de Marruecos, al pueblo saharaui, mejor dicho, a una población de refugiados que mantenían una protesta pacífica. Más de 7.000 tiendas saqueadas, arrasadas, quemadas. Más de 20.000 seres humanos, muchos de ellos ancianos, mujeres y niños, dispersos, heridos, huyendo despavoridos para evitar ser torturados y asesinados como lo han sido un número que nadie puede precisar puesto que el muy “¡hermano!” y vecino gobierno de Marruecos impide que haya testigos que puedan observar y decir al mundo sus atrocidades y su infamia.
“Vivimos una auténtica guerra” era uno de los titulares de este periódico hace unos días. Palabras proferidas por alguien del Comité de Defensa del Derecho de Autodeterminación del Pueblo del Sáhara Occidental, sin embargo, nada más lejos. ¿Acaso puede llamarse guerra lo que hizo Hitler con el pueblo judío? O, sin ir más lejos, lo que hacen los propios judíos con los palestinos… No. Lo que ha hecho Marruecos con los saharauis puede llamarse de muchas maneras, pero no guerra.
Ana Mª Tomás Olivares
Dama Literatura 2009
Blog de la autora