Me he chutao una nube.
Sí,
así de claro.
No tenía otra opción.
Necesitaba exprimirla para regar el esternón de mi rosa (aquella que me regaló el principito).
Ya me dirás
lo que hubieras hecho
tú…
Así que la esperé en una esquina,
haciéndome
la disimul-hada.
Esperé…
Cuando apareció, iba tan mona que sentí un leve arrepentimiento.
Pero pensé en mi rosa,
en las espinas ya canosas
de tanta agua con cloro del grifo,
y en su rojo gastado
que mi rotulador no puede
reponer.
Pensé en su pasión reseca…
Y la atrapé (a la nube).
Ella me miró
acuosa,
adivinando su final.
Llegué a casa con las manos mojadas.
Y mi rosa,
que es un poco sibarita,
me preguntó el PH de la nube.
No llega a 7, mi flor,
le contesté nerviosa.
Demasiado ácida,prefiero seguir envejeciendo con dignidad.
Jodidas mujeresflor,
pensé.
Y no me quedó más remedio
que chutarme
yo misma
la nube.
Ahora,
dentro de mis venas
tengo
un
gol.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora
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