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A los habitantes del bosque,
por sus ideas brillantes y sus abrazos sin piel.
Pero sobre todo,
por perdonar mis pecados.
He decidido
irme a vivir
al infierno.
Sólo me llevaré
las botas de
motera y
el tatuaje
de amor en
mi piel.
Tampoco usaré
un atajo para
cobardes,
porque las chicas
malas volamos
despacio y
nos deleitamos
con
el bien.
Devastaré los
campos de belfos
puritanos y
exterminaré los
pensamientos
hermosos
que no consiguieron
nacer.
En su lugar, y
con mi espuma
venenosa,
plantaré verbos de
fruición,
orgías de abrazos y
milagros
impúdicos
para vuestra
redención.
Ya sé que este
poema no les
gustará a los
limpios de
corazón;
pero si te vienes
conmigo
al infierno,
prometo
practicar
contigo
todos
mis
pecados.
.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora