Hace unos meses y a través de facebook y de este blogvida, comenzaron a navegarme amigos de mi adolescencia que me han revuelto un poquito el corazón. Digamos que me han empapado de cosas lindas…
Y el otro día, en Andújar, cuando estuve con Mª José y con Pepe, me gustó recordar nuestros corazones jóvenes galopando en moto por la carretera de la sierra y cada día me encanta ver cómo van apareciendo a través de mensajes, chicos y chicas de mi pandilla de cuando nos comíamos el mundo a trocitos y nos declarábamos a escondidas…
Y saber que me leen y que viven mis poemas, es todo un regalo.
Entonces quise hacer un poema que resumiera mi pasado y mi futuro unidos por un espacio común al que llamo amor (Nunca me gustó quedarme en el ayer, sino avanzar con las experiencias que he tenido).
Así que este poema se lo brindo a todos mis amigos y amigas de Andújar, de esa tierna adolescencia en la que éramos tan frágiles que casi nos partíamos y en la que nos enamorábamos a chorros de la vida.
pero también la que se esconde
detrás de mí para que yo la proteja.
Cuando era niña,
odiaba el
uniforme del
colegio y,
antes de volver
a casa,
saltaba en los
charcos
para ensuciarlo
(ojo, que lo
hice hasta
los catorce años).
Mi madre
(yo creo que
lo sabía)
me decía
siempre lo mismo:
no te preocupes,
cariño,
que secamos
todo
(braguitas incluidas)
en el brasero.
Por eso hoy,
cuando has vuelto
roto de
trabajar y
con tanta
lluvia en el
cuerpo,
te he susurrado
mientras te
desabrochaba
la camisa blanca:
no te preocupes
cariño,
que lo secamos
todo
(piel incluida).
Yo soy
tu brasero.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora