Yo te ruego mujer ahora que es tarde,
que poco queda de la luz del día,
que no olvides jamás a este cobarde
que mucho intentó amarte y no sabía.
Yo te pido por Dios que de estas penas
de esta sombra que fuimos, compartida,
guardes al menos una vieja herida
con vestigio de sangre de mi venas.
No me olvides mujer, protege al menos
la huella vana que dejé en tus senos
aunque ya a mi dolor nada le creas.
Y así seré quizá un recuerdo bueno,
como un diamante que se hundió en el sieno:
valioso al fin…. aunque ya no lo veas.