El próximo 11 de abril viajo a Montréal (Canadá) para asistir a un Encuentro Internacional de Escritores. Me han pedido una breve declaración que defina mi idea de la escritura y la literatura. He enviado este texto, con su correspondiente traducción, revisada por mi amigo Kévin Marçeau.
Escribo porque al hacerlo me olvido de mí mismo. Porque al escribir entro en un estado de conciencia estimulante. Porque me produce un íntimo placer el dejarme llevar por las imágenes y las palabras, por su ritmo, por sus asociaciones inesperadas, por la sorpresa que me producen las nuevas ideas.Porque escribir es para mí un reto, el reto de lograr un texto original, lleno de vida, de fuerza y de interés.
Escribo para intensificar mi vida y la vida de los que lean lo que escribo. No escribo para entretenerme ni para pasar el tiempo. No escribo para entretener ni hacer pasar el tiempo a los demás. La literatura para mí no es un adorno ni un añadido a la vida. La literatura es parte de la vida porque ella misma es vida. Escribo para sentir y tomar conciencia de mi existencia y de la existencia del mundo. Escribo para asombrarme del misterio de la vida y de los misterios del mundo. No escribo para reafirmar mi yo, para sostener una imagen idealizada de mí mismo.
La literatura transforma la vida porque transforma el pensamiento y modifica nuestra forma de sentir. La literatura no cambia el mundo, no influye directamente en la realidad del mundo, sino en el pensamiento y el sentimiento. No me interesa la literatura política, la que busca efectos políticos o sociales directos. Tampoco me interesa la literatura que se limita a reflejar la realidad de la vida cotidiana, con todas sus rutinas y miserias. La literatura es un arte específico que debe producir en el lector efectos que ningún otro arte pueda producir.
Santiago Tracón
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