Prometido. Por Javito

Viernes, tres de julio, seis treinta de la mañana. Eric ya está acostado, durmiendo como un niño. Y borracho como una cuba. He tenido que acompañarlo hasta su casa, despertar a Lola y, entre los dos, llevarlo a la habitación, quitarle los zapatos y meterlo en la cama. ¡Me lo has prometido! le oí gritar desde el fondo del pasillo. Probablemente pasará un año antes de encontrarnos de nuevo. Hasta el verano que viene. Hasta el próximo dos de julio.

En realidad, Eric no se llama Eric. Lo inscribieron como Servando en el Registro Civil. Ingeniero Técnico Industrial. Proyecto Fin de Carrera en Manchester. Allí se cambió el nombre. Sirveindou, Seirvanda, Siurvinda… ni puta idea los ingleses, decía. Así que Eric. Por Eric Burdon. Estuvo a punto de ser Ray, o Mike, o Bob. Alguna vez me contó qué o quién le hizo decidirse. No lo recuerdo. 

He regresado a mi barrio rodeado de silencio, la calle desierta, el sonido de mis pisadas, y buena parte del ruido de los bares retumbando en la cabeza. Como un souvenir robado en el país de los canallas. Mañana todo será un enorme lago, con algún pequeño islote asomando desde su interior. Pero, ahora mismo, todavía conservo un pedazo de la noche conmigo. Gran tipo Eric, de los que ya no quedan. Coincidimos por primera vez en el verano del noventa y seis, buceando en una vieja tienda de discos. Él acababa de pescar un single imposible de Tom Petty. Desde entonces, quince llamadas suyas, quince borracheras antológicas, quince resacas infernales. Y siempre el mismo día. No creo en las casualidades. Tenía que preguntárselo. Eso pensé. Y eso hice hará un par de horas. Entre vahos de ginebra y tónica. 

Dos de julio. Dos del siete. Dos, siete. Un homenaje, dijo. Al club de los veintisiete. Unas estrellas que apagaron su luz antes de tiempo. O quizás no. Joplin, Hendrix, Morrison, Jones, Jonhson, Cobain, Pfaff… Yo ya he cumplido dos rondas de esas, dijo. No creo que llegue a la tercera. Entonces, alguien deberá continuar con todo esto. Lola piensa que estoy sonado pero… no es ninguna tontería… tú lo entiendes ¿verdad?… joder, no es ninguna tontería… 

Soy el único cliente en este bar que nunca cierra. Aquí suelen coincidir los últimos tragos y las primeras tostadas. Es un local con alma en forma circular. Miro a Rosa detrás de la barra y no me parece tan gorda como de costumbre. Me cuenta que fue Miss Camiseta Mojada del ochenta y nueve en alguna discoteca de costa. Me lo creo. ¿Y por qué no? La verdad es que luce una buena delantera. Estoy cansado y borracho. Apuro mi cerveza, le pregunto (a Rosa) si se viene conmigo a casa. Se ríe. Ryan suena en la jukebox y me acuerdo de nuevo de Eric… 

Claro que lo entiendo, pienso, claro que lo entiendo. Prometido.

Javito

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Un comentario

  1. Ya estoy en el club de los que hemos le

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