Puzzles. Por Anita Noire

 

“Sólo una vez en la vida te encuentras a una persona que encaja a la perfección contigo. Cuando encuentres a la que encaja, agárrate a ella y no te importe lo que haya hecho en el pasado. Nada de eso importa. Agárrate, es lo único que importa”.

 

Este fragmento pertenece a la novela de Michael Connelly “El último coyote”.

 

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La primera vez que lo leí me pareció algo realmente bello, muy romántico y rotundamente falso. Hoy, releo el fragmento, me sigue pareciendo literariamente bello y terriblemente falso.
El mito del amor romántico ha hecho tanto daño como la bomba de protones. Porque, en realidad, a lo largo de la vida, podemos encontrar a una, a dos, a tres o a treinta tres personas que encajen a la perfección con nosotros. Depende de que esa persona aparezca en el momento preciso, una conjunción de circunstancias tan compleja como la conjunción planetaria. Es una cuestión de oportunidad.
No existe el hombre de nadie, ni la mujer de nadie. Los puzzles los componemos como podemos y, a veces, es cierto que las sorpresas son mayúsculas pero ¿No produce cierto resquemor el hecho que casualmente, en la mayoría de ocasiones, ese ser especial viva en nuestra ciudad, forme parte de nuestro grupo social, etc.? A mí siempre me ha parecido sospechoso.

 

Pienso, cada vez más (debe ser cosa de la edad), que en nuestra vida tropezaremos con personas absolutamente especiales, que asomarán en el oportuno momento y que eso nos parecerá un regalo del destino. Pero eso especial, se irá transformando. Nadie ni nada resiste el paso del tiempo. La modificación de nuestras propias circunstancias y las de ese que encajaba a la perfección con nosotros terminará transformando, en poca cosa, ese puzzle que tan bien encajaba en el pasado. Por eso, porque las cosas y sensaciones serán distintas, intentaremos mantenernos en lo que encontramos en su día, procurando apretar la pieza hasta encajarla de nuevo cuando los extremos empiecen a curvarse.
Y claro que importa lo que pasó en el pasado. Porque el pasado no lo podemos borrar de un plumazo, porque lo que pasó ayer condiciona el mañana, y nos condiciona en lo que somos, en lo que esperamos de otro y en cómo afrontaremos nuestras relaciones de futuro.

 

Sin embargo, hoy tengo un día azul. Un dia de esos en los que uno necesita creer que la vida es bella, que los malos andan retozando en lodos distintos a los míos y que puedo confiar en las serpientes porque no tienen dientes. Sí, sé que lo que hoy necesito es tan falso como lo que Connelly nos vende en su novela. Pero, a veces, debemos sobrepasar la realidad y colocarnos, aunque sea por cinco minutos, en un mundo paralelo que nos permitan seguir respirando, aunque sea de una manera tan artificial que no resista más allá de lo que tardamos en parpadear.


Anita Noire
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