Si quieres volar no olvides de hacerlo con clase.
Escoge por ejemplo dar un salto desde el Empire State,
ya que no puedes más hacerlo desde las torres gemelas.
No le avises a nadie,
si no tendrás demasiados camarógrafos de las redes de TV
filmando tu caída para transmitirla en el noticiario nocturno.
Si deseas proporcionarle un toque romántico a tu desplome,
sería mejor preparar el vuelo desde lo alto de la Torre Eiffel.
Al menos dirán que le diste un toque poético a tu acrobacia.
Tienes la opción de usar uno de esos paracaídas compactos,
de forma que después de provocar el morbo por tu derrumbe,
sorprendas a todo el mundo posándote lentamente en un jardín
como cualquier pájaro herido de bala al que le fallaron las alas.
No interesa lo que escojas, lo importante es la caída.
Te resta aún la alternativa de no abrir el paracaídas
y dejar sólo una huella ensangrentada en el asfalto.
Cualquiera que sea tu decisión, repito, hazlo con clase.
Además es importante que no dejes ningún mensaje.
Así se tejerán dos mil conjeturas sobre tu travesía
o un par des tesis de psicología de gente en paro.
Algunos escribirán que estabas cansado de vivir,
Otros afirmaran que tu locura te llevó a eso.
(Suena lógico que un loco se permita esa insensatez
aunque sea insensato hablar de la lógica de un loco).
En el peor de los casos tendrás los reflectores
en lo que reste de tu cuerpo y de tu rostro
y todos se preguntarán el motivo de tu sonrisa.
¿Te estarías burlando de todos?
O simplemente se te dio la gana sonreír
en un situación en donde sería normal
inundar la calzada con lagrimas rojas.
Muchisimas gracias, Luisa, por publicar mis garabatos.
Besos – IBEN
A ti Iben, esta en concreto me ha pareciso un buen mensaje :))
Extra
Pues yo me dejar
Qu