En «Casi todas las tijeras» había un relato absolutamente incomprensible para mi mente simple. Incomprensible en el sentido del que ya les he hablado: un relato tan opaco que era incapaz de conectar con ninguna emoción o situación de las de allí dentro. Era solo uno, pero me hacía preguntarme hacia dónde podía evolucionar la escritura de aquella mujer tan joven y con tanto talento.
Incluso en aquel relato que no era de mi gusto particular, Lara Moreno ya daba muestras de tener dos dones raros:
un estilo original con una voz propia y un instinto sorprendente para convertir lo raro, lo grotesco, lo feo, lo inquietante, lo agónico, en algo digerible, blando en su dureza, cálido incluso.
Ha pasado el tiempo y sigue conservando su estilo, su voz y su instinto. Pero ahora tiene además una facilidad mayor para hacernos conectar con sus personajes. Llegarnos hasta el fondo aunque nosotros sólo arañemos ciertas superficies.
Ahora que vuelvo a encontrarme bien ha vuelto el insomnio, así que el viernes, me levanté sigilosa de la cama para no despertar a una casa que dormía como casi todos sus habitantes y me senté a leer «Cuatro veces fuego» con una taza hirviente en la mesa. Tumbada en el sofá con las piernas rectas reposando en el respaldo. Se me hizo de día leyendo las historias de sus personajes a veces imposibles, a veces insoportables a veces adorables. Leyendo sus fábulas oníricas, sus relatos descarnados. Consiguiendo el milagro de olvidar su voz, olvidarla a ella y sus ojos brillantes y su forma de fumar y su flequillo. Totalmente secuestrada por su ficción que parecía de verdad.
Luego, mientras me duchaba para ir al pedaleo y la nieve, con los ojos enrojecidos, repasaba esas cosas que se dijeron en la presentación y con las que sigo sin estar de acuerdo: no creo que tenga un público mayoritariamente masculino ni creo que en sus relatos no pasen cosas. En los textos que forman Cuatro veces fuego pasan muchas cosas.
Lara Moreno tiene menos de 30 y ya es una escritora con oficio pero no ha perdido ni una sola gota de eso que la hace inconfundible.
Tela.
Lean su segundo libro de relatos. Van a disfrutarlo.
Yo, mientras tanto, sigo esperando esa novela que está en marcha. Porque algunos insaciables siempre queremos más, querermos saber qué otros personajes, pedazos de vidas, sueños imposibles, olores, sabores y luces puede evocarnos todavía Lara Moreno.
P.S. Pueden comprar el libro aquí por ejemplo. O en «Tres rosas amarillas», on line o dándose un paseo hasta Malasaña. En ninguno de los dos sitios me dan comisión, pero este libro no está disponible al préstamo.
Y si se quedan con ganas de más, aunque ella dijo que no era poeta (o poetisa, como se diga) «La herida costumbre» le quita la razón en eso. También pueden comprarlo aquí.
Disfruten. Con que les guste la mitad que a mi ya les gustará mucho.
Oscar Sipan