Al pie del orbe los temores.
¡Son tantos y tan vastos!…
como un silencio terminal que a la médula corroe.
Y brotan en los iris como hijos del espanto,
en un sobresalto de ojos al vacío.
Y el miedo a lo ignorado
se vuelve amasijo que la muerte redescubre
cuando nos habla y no podemos atajarle.
Y como si fuéramos rebañaduras,
el rostro lo clavamos al pasado
buscando un asidero, un asa que nos jale al sentimiento,
que nos empotre en el presente
y a la muerte le pida un resquicio…
Son tantos los temores,
que saltan al rostro cual repliegues circenses
arrojados a los leones,
y se acogen cual mártires del espanto y sobresalto.
¡A veces son tantos y tan vastos!…
Salvador Pliego
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