Soledad y silencios. Por Salvador Pliego

 

… porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos…
Lope de Vega

Llevo en el alma un niño
donde llevara yo el pecho,
y llevo el secreto del tiempo
tan viejo como el latido.

Mas tienen postigo los años
abriéndose en el olvido,
de lo que un rezo en la mano
dejó en la carne omitido.

Baste en mi mente el silencio
y el trajinar de mí mismo,
que para sentirme niño
me niego y relego vivo.

Sólo suspiros arrojan
las llamas de lo vivido
y las crueldades nos dejan
las llagas como de un Cristo.

Parto de mis dominios,
a mis olvidos convido,
y sólo con ellos rubrico
lo que mi cuerpo es testigo.

Y ya en la voz de mi alma
me vuelvo sobre mí mismo,
donde el amparo implora
y suena a chillido de niño.

Parece la vida es camino
y nunca miramos lo fino.
Sólo un recodo dejamos
y a él volvemos perdidos.

Padecen los que tuvieron,
los que evocaron su sino,
los que en sentencia de un paso
hablaban a su apellido.

Llevo en el alma un niño
y lo llevo para mi arbitrio,
donde me abruma el sonido
que asfixia el silencio mío.

Padezco y siempre platico
al ser que habita conmigo,
al otro sólo lo siento
y él siente lo que le digo.

Para decirme lo mío,
entiendo y soy entendido:
me escucho, platico y miro,
como me mira mi niño.

Salvo mirada baja,
a veces busco en mi adentro;
cuando se calla el destino
clamor a suplicio dicto.

Más allá y tan cerca
de todo lo que es vivido,
me sobran años vencidos,
me falta un cielo vivirlos.

Porque en el pecho llevo
lo que callo y respiro,
respiro mi alma de niño
y en mis silencios le avivo.

Salvador Pliego
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