Paredes que suspiran,
Libros olvidados,
Tropas que se retiran dejando atrás acantilados.
Perros que muerden antes de ser mordidos
Dueños que los encierran al olvido.
Las nubes bailan sobre mi cabeza
Mientras esconden el azul del cielo,
Nunca tuve la certeza
De un sincero te quiero.
Trenes que no llegan,
Descarrilados en la soledad,
Vías que no sabes donde empiezan
Pero si donde terminaran.
El fuego que no quema
El juego que no puedes perder
Las cartas sobre la mesa
El sol en el atardecer.
Luces que iluminan la noche,
Estrellas a nuestro parecer
Astros en la lejanía que se tienden a perder.
Flores que se marchitan porque no las saben querer,
Regaderas vacías recuerdos del ayer.
Esa chica que te mira desde el otro lado del tren,
Retira su mirada cuando tus ojos se posan sobre ella.
La doncella que se hartó de esperar en su torre de babel,
Nadie llegaba tan alto en busca de su querer.
Miras las grietas del suelo, reflejo de tu corazón,
Vas pisando charcos que mojan tu desazón,
Tú alma te pesa y la dejas colgada en el armario,
No quieres que se manche del sufrimiento diario.
Esperas que tenga algo por lo que luchar,
Un simple gesto de complicidad
Pero nada de eso llega y te lanzas a la mar,
Tu cuerpo se pierde entre las olas de un nuevo despertar.
Ioritz Soto