Tu melodía de amor hecha música bajo los focos de mi escenario,
tu esencia en cada nota, cada estrofa, cada suspiro,
tu nombre en mi alma, tu aroma en cada poro de mi piel,
tu forma de amarme en cada uno de nuestros gemidos.
Me haces temblar al evocarte de manera constante
en cada paso de baile, en cada guiño a mi público,
al perderme entre las miradas anónimas que persiguen
este recorrido mío por el dominio de nuestros sentidos.
Soy el artista que pronuncia tu nombre en mil títulos
evocadores de ensueño y añoradas emociones
por sentirte de nuevo a mi lado.
Soy el artista que se muere por tu mirada
entre las mesas habitadas de aquellos que desconocen
el significado de este corazón helado
que se estremece al apagar las luces,
que tiembla al escuchar el aplauso y los vítores,
al pedir un bis tras otro en una noche agotadora
donde, al llegar de nuevo al camerino,
me despojo del artificio de mi arte para
anhelarte en un beso furtivo al vacío que dejaste
al perderte en una noche oscura y gris, mientras
yo también me perdía entre luces y plumas
al desconocer, entonces, que el amor
y tu compañía eran un estremecimiento
mucho más sincero que el aplauso directo
y mi nombre en letras grandes en un cartel.
Por eso te evoco en cada noche, en cada tema,
en cada guiño cómplice que me siga
haciendo temblar al mirar al fondo del escenario…
donde tal vez permanezcas en mi sueño de amor
aplaudiéndome al final de la canción que
siempre te dedico.
© Isidro R. Ayestarán, 2008
NOCTURNOS www.isidrorayestaran.blogspot.com