Tú eres
feliz.
Amas al hombre
con el que
vives,
lo amas con
los huesos y
con el sexo,
con tu cerebro
y con tus dedos;
con tu futuro y
con tu boca.
Me duele repetirme:
LO
AMAS.
Y yo,
perro sin
pelo,
te amo
a ti.
Te amo con
mis años y
con mi espera,
con mis uñas y
con mi renuncia,
con mis lágrimas y
con mi corazón
apaleado
de esperanza.
Pero sólo de
pensar que no me
amarás igual
(o nunca)
soy,
además de
un infeliz
que espera,
un muerto.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora