Cierro el sobre del día e
introduzco dentro todas las experiencias,
cansancio, alegría y energía consumidas.
Ahí se queda para la colección de vida.
Deseo obedecer a Morfeo
que me llama con su música celestial,
y que con una armonía orquestal
me incita a dormir.
Me envuelvo entre las sábanas
con aroma a jazmín y
me aovillo en una madeja de piernas y brazos
con mi amor.
Su respirar agitado y la dulce música del sueño
me relajan y quedo rendida
ante el narcótico gesto de dormir,
y pasan las horas.
¡De repente un sonoro estruendo me despierta!
Es el temido solo de trompeta con el que
mi media madeja me obsequia casi todos las noches.
La música celestial queda muda ante tal resonancia.
Toca actuar,
provocar el cambio de postura del trompetista,
pequeña patadita en el trasero, si está de espalda
o pequeña patadita en el…… pié, si está de frente.
Regresó la calma hasta otro nuevo ensayo
con el instrumento de viento,
natural y sonoro
que él lleva incorporado.
Fátima Ricón Silva