Por Ninidiosniamo

Llevo unos días leyendo sobre la polémica que ha provocado el asunto de la niña que quiere llevar el velo a clase.
Los medios tienen mucho que ver en el escándalo que se ha organizado.
Si cualquier otro chaval no musulmán de dieciséis años manifestara que no está dispuesto a acatar las normas de su Instituto, sería expulsado del centro y aquí paz y después gloria.
Ningún medio habría ido a cubrir la noticia.
Pero con la Iglesia hemos topado, Sancho: que la niña lleva el velo por RELIGIÓN.
Y los medios han acudido como carroñeros.

Hay quien dice que, pobrecita, que la niña no hace daño a nadie.
Pero se equivocan. El bendito velo hace daño a la convivencia ¿Dónde pone que ya no necesitemos normas para convivir? Como mi propio nombre indica, me haría muy feliz saber que las normas han sido abolidas para todos.

Pero en ningún lado pone que hayan desaparecido. Y, puesto que parecemos abocados a la multiculturalidad, nos guste o no, lo suyo es que todos los colores, todas las razas, todas las ideologías y todas las creencias acaten las normas, o esto será la lucha de civilizaciones (si no lo es ya).
Si las normas son para todos, lo son para el católico, para el banderillero, para el merengue y para el musulmán. Y al que no le guste, ya sabe lo que hay: colegios privados. La enseñanza pública la paga el Estado y el Consejo Escolar decide cuáles son las normas. Si no se cumplen las normas, el alumno será expulsado.
Punto pelota.
Pero los medios deben considerar que hay alumnos que están exentos de cumplir las normas, porque si no, no se entiende que todos hayan ido a cubrir algo que sucede con frecuencia: en todos los institutos hay niños castigados o expulsados todos los días.

Vayamos por partes.

La niña tiene 16 años. El Estado no la obliga a seguir estudiando. Si está en el Instituto es porque ella – o su familia- quiere. Nadie le ha prohibido seguir estudiando. Sólo le han pedido que cumpla las mismas normas que cumplen sus compañeros. No es el centro, sino su religión, quien está violando su derecho a una educación.

Los padres de Nawja decidieron inscribirla en un Instituto público en un Estado laico, y sabían que una de las normas era que no se podía llevar la cabeza cubierta. Su padre trabaja de no se qué en la mezquita. ¿De predicador? Lo mismo el hombre está cumpliendo una misión divina, y por eso, cuando a su hija se le antoja ponerse un velo, las normas del centro tienen que cambiar.

Imaginemos que Nawja se llama Luna, que su padre es un hippie que no se corta el pelo ni la barba desde los años 60, que va en pelotas y que, fumando un porro ante las cámaras, dice que el Instituto debe cambiar las normas porque a su niña su religión naturista le pide que vaya desnuda a todas partes.

Si se cambian las normas a petición de todo el que esgrima una religión, la que sea, podríamos decir que al fin llega la anarquía:

Sólo tenemos que fundar una religión que nos obligue a ir en pelotas a trabajar, y que nos prohíba pagar impuestos y multas, respetar los límites de velocidad y escupir en la calle.
 

Abril 2010.

  Ninidiosniamo

   Fuente: ProscritosBlog

 

 

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