Al abrigo de cuatro paredes, desesperando a las palabras, yacía el cadáver de un hombre vivo. Era Eduardo Montesinos y su único refugio era negarse a vivir. Ante el más aterrador vacío un único movimiento restaba: vaciarse de sí mismo. (más…)
Cuando murió nuestra perra, mi hermano Orlando sugirió que enseñáramos a la lora a ladrar. En realidad hubiéramos querido recibir la cachorra pequinés que nos ofrecían los vecinos, (tenía una mancha nevada en el pecho, igual que nuestra Puka), pero mamá lo prohibió con un argumento irrefutable: (más…)
Tuve la gran suerte de tener acceso desde pequeño a una gran biblioteca, la de mi abuelo, don Agustín Buenaventura, un hombre inteligente, vivaz como un ave de rapiña, sin profesión definida, y que había hecho una fortuna con el contrabando de volframio o algo parecido, en la época de la guerra civil española. (más…)
Dedico una hora entera a acicalarme. Ante el espejo pongo especial atención a los dientes, no vaya a ser que lo estropee todo un incompetente resto de cruasán.
Luego hago un repaso general (más…)
Aquel mes de enero, todos los martes a las cuatro de la tarde, cualquier persona podría haberme encontrado en la sala de espera del Dr. Rovira, una amplia estancia con varias mesitas llenas de revistas, y grupos de sillas azules de diseño entre ellas. (más…)
—Dos, tres de cada diez, esos son los resultados que se están obteniendo en los últimos años, no son estupendos, pero menos es nada, usted me ha pedido la verdad, lo siendo. Esa es la verdad. (más…)
Llego pronto. Ella me espera, sentada en el sofá, leyendo un libro. Eso me incomoda profundamente. Odio llegar y encontrarla enfrascada en la lectura, o escribiendo, con esos ojos con que me mira y que no son de este mundo. (más…)
Eran tres las personas que se hallaban en escena. La mas joven dejaba resbalar por la piel de su donosa dama susurros halagadores y dulces lamentos. Ella se sentía tremendamente agasajada con las caricias prodigadas por su amante. (más…)
Dolores Clavijo, la reina del cuplé, repasa su viejo albúm de fotos, la historia de toda una época gloriosa, los tiempos de las tertulias literarias, de la zarzuela y la opereta, el Madrid de Joselito y Belmonte y sobre todo el Madrid de los cafés cantantes y el cuplé, (más…)
Por fin llegué a casa. Mi corazón aún latía con fuerza, podía sentir su pulso en mis mejillas, en mis manos… en todo mi cuerpo. Me quité rápidamente los zapatos al mismo tiempo que la chaqueta; (más…)