Dicen que uno no empieza a darse cuenta de las cosas hasta que entra por la tangente en la pubertad. A mí me pasó. O al menos, mi mente de niño encanijado y retraído no se hacía cargo de lo que ocurría en casa. Vivíamos de la generosidad de mis […]
Dicen que uno no empieza a darse cuenta de las cosas hasta que entra por la tangente en la pubertad. A mí me pasó. O al menos, mi mente de niño encanijado y retraído no se hacía cargo de lo que ocurría en casa. Vivíamos de la generosidad de mis […]