135- Así era la vida. Por Alcoralbo

 

Era así la tierra. Así la vida.

Era el sol quebrándose en espejos de helados charcos.

Era el aliento de los campos, el vaho de los animales bajo la escarcha,

la pobre cosecha y el rebuscar afanoso por tierras de otros

abiertas y entregadas en el otoño fatigado y rural.

Era sí la vida. Y Dios aguardando

el sacrificio de los humildes, el gotear de rezos y desgracias,

poniendo a prueba la inquebrantable fe de los desheredados.

La campana anunciaba no sé que oscuro temor

de domingos impregnados con el olor penetrante del incienso,

de muertos clamando venganza

con los ojos vidrioso y el dedo acusador

que nos señalaba irremisiblemente.

La mano regordeta del cura acariciaba los labios

inocentes y dulces de la tarde mientras

se paraba el juego y se incendiaba el cielo,

el alcalde, impávido, abrillantaba el atildado yugo,

las recias flechas clavadas en el alma infantil,

el maestro nos ponía de cara al sol

y los cuerpos olvidados por cunetas y extramuros

se arrastraban hasta los campos de labor

para servir de abono a las fértiles tierras

de los acomodados vencedores.

Era así la vida. Resignación hermanos,

hemos ganado una guerra, nos esperan los mártires

tras este valle de lágrimas.

Un ángel con alas de cera os señala el camino.

Seguid la senda, niños. Y no miréis atrás.

 

 

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