Pérfidas
Deltas colgantes,
féminas vehementes,
manos abocetadas,
somantas diminutas.
Tan profundas esas que se mueven,
esas que necesitan tiempo para danzar,
espacio para moverse,
un espacio que les duela,
que les traiga lluvia y les queme con sol,
que les atrapen indefinidas al rondar;
esas que no saben explicar,
que no piden beneplácito,
que postergan con adhesión,
que no trastean con respuestas
y se niegan a preguntar.
Marjales embellecidos
con fragoso e indecente trepido;
son plantas carnívoras
que acarician con fruslerías deletéreas
conociendo todo y dudando el resto;
son las que calculan una oda,
las que no dejan nada suelto
y todo lo desatan;
convirtiendo una hoja seca en otoño
y lapso de ambarinas fruiciones,
son ellas las que no saben nada
y quieren sin saber;
vernos morir ante ellas,
marchar por ellas
y loar emancipación.
Son las suspendidas,
las que sólo flotan,
las que se sostienen en el agua,
las que no buscan galeones ni navegantes,
aquellas que se ciñen solas,
que no se trascriben,
que no quieren envejecer,
que se marchan,
son las que no se ven.
Ellas todo lo figuran con embeleso
sin dejar vestigios,
tampoco se oxidan hablando,
solamente caminan sobre agujas listas para contundir;
son las disipadas en plantíos foráneos
que irreductiblemente fustigan
con sus tersos labios lantánidos.