El jardín de las delicias
El Bosco plasmó con escrupuloso esmero
el comienzo de la misteriosa Creación.
Un tríptico cerrado con un mundo frágil
en indiferentes tonos grises y blancos,
es el círculo privativo de los hombres
que no han alcanzado a conocer la llama
brotada del verídico enamoramiento,
del cariño, de la complicidad y de la amistad.
Esa primavera que colma de diamantes
las ramas de los cerezos en flor.
Ese impulso nacido del cofre interior
igual que las margaritas miran al sol,
chispeante como el fuego prendido
en la chimenea etérea de un tibio salón.
Olas de besos sin espuma, océanos infinitos
que habitan en los vibrantes corazones.
Frenesí delirante avivado por emociones,
acerca a los seres sin compasión;
los enardece con su tórrida brisa
nacida desde la más honda y nítida
esencia de los espíritus dadivosos
entregados a la más pulcra devoción.
El tríptico abierto, gigante colosal.
Adán y Eva, unen sus manos y miradas,
se arrullan con destellos serenos,
acunan su felicidad en semillas de paz,
se observan sin retóricas palabras
y ante Dios consagran su puro amor.
Tampoco evitan pervertidos desafíos
ofrecidos por una serpiente en bandeja de oro.
El mal se halla entre las rocas y los arbustos,
son reptiles, peces, murciélagos e insectos.
A pesar de todo, en el mundo terrenal
existen almas que se entienden sin hablar.
En realidad el único pecado señalado
por las personas que pisamos este suelo
es la ausencia de bondad y humildad,
representado por el maligno Satanás.
Sus párpados abiertos vieron con claridad
el Infierno repleto de terroríficos tormentos,
criaturas deformes, escenas intrincadas,
símbolos oníricos, locuras derramadas.
Cromatismo, iconografía con claroscuros,
un paisaje lírico y caótico sin parangón.
El Bosco plasmó con escrupuloso esmero
el comienzo de la misteriosa Creación.
Un tríptico cerrado con un mundo frágil
en indiferentes tonos grises y blancos,
es el círculo privativo de los hombres
que no han alcanzado a conocer la llama
brotada del verídico enamoramiento,
del cariño, de la complicidad y de la amistad.
Esa primavera que colma de diamantes
las ramas de los cerezos en flor.
«Esa primavera que colma (…)
las ramas de los cerezos en flor».
«Olas de besos (…), océanos (…)
que habitan en los vibrantes corazones».
«En el mundo (…) existen almas que se entienden sin hablar».
Estas imágenes me han gustado, son muy poéticas. Es un texto interesante que requiere trabajo.
Saludos…
Coincido en parte con Juan V, no encuentro emoción ni ritmo en esta descripción aunque contiene reflexiones interesantes.
Lectura culta de una pintura que yo siempre preferí leer como un cómic. También el uso de adjetivos parece excesivo y los versos demasiado prosaicos. Si renunciamos a la rima y a la métrica, sólo el sustantivo puede aportar la levedad, la ingravidez que precisa el poema. No se puede hablar al oído a gritos y el adjetivo es siempre una voz alta, una estridencia que impide imaginar.