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198- La mirada de la mujer del baile. Por Cruz de los Panaderos

Las casualidades a veces son burlas del destino

Era alta y delgada; lo contrario que tu madre, que era gorda y bajita. Te enamoraste de ella no más verla. Te miraste en el fondo de sus ojos mientras bailabais muy pegaditos y en silencio. Al terminar la canción, te dijo que tenía que ir al aseo. No le perdiste la vista a la estela atrayente de sus andares; menos aun a las curvas de su cuerpo, envuelto en un vestido de seda color turquesa. No volviste a verla más, y eso que recorriste el lugar palmo a palmo, el corazón saliéndote por la boca. Con un palmo de narices te quedaste. Cuánto hubieras dado por tener un zapatito de ella. Habrías salido a buscarla por toda la ciudad, como el príncipe a su Cenicienta. Para entonces ya te habías dado cuenta de que por primera vez en tu vida habías engañado a tu mujer con el pensamiento; no hubieras dudado en pecar de palabra, obra u omisión. Por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa. La noche la pasaste azorado, en un duermevela intenso. Por su culpa, por su culpa, por su gran culpa. No podías sacarte de la cabeza aquellos ojos felinos, de largas pestañas; ni esos labios carnosos, pintados con carmín de color rubí. Al levantarte sientes un cargo de conciencia demasiado pesado; te preguntas cómo habría sido de insoportable si hubiese ocurrido lo que no sucedió por más que tú deseabas que ocurriese con todas tus ganas, que eran muchas más de las que pudiera atesorar el mundo entero. Miras a tu mujer mientras ella toma un sorbo de café. Así, viéndola recién levantada, sin arreglar, despeinada, con ojeras, comprendes el que hubieras estado a punto de quebrantar el juramento de fidelidad que os disteis delante de un cura; qué fácil es encontrar una razón para falsear los remordimientos y desautorizar las flaquezas. Sales a la calle. Deambulas sin rumbo fijo. Miras descaradamente a todas las mujeres con las que te cruzas. Te zambulles en sus ojos, buscando en ellos esa mirada de anoche, la de la mujer del baile. Baboseas cada rasgo de sus rostros. Fisgoneas en el perfil nítido de sus bocas, anhelando darte de bruces con esos labios rojos que soñaste besar, pero que se esfumaron como por arte de magia delante de tus narices. Muchas de ellas piensan que eres un insolente, cuando no un hombre maduro que va camino de convertirse en un viejo verde. Sin darte cuenta, te ves frente a una iglesia desconocida para ti. Sientes un súbito deseo de entrar en ella, de buscar consuelo, de confesarte, de enjuagar tus malos pensamientos. Te acercas al confesionario de manera decidida. Te arrodillas. Ave María Purísima. El sacerdote te observa con ojos severos e indagadores, su rostro tamizado a través de la fina celosía. Sin pecado concebida. Esquivas su mirada. Te incomoda sentirte observado por un extraño. Le cuentas tus malos pensamientos: Que deseaste a una mujer distinta a tu esposa; que sabes que eso no estuvo bien; que el deseo te dominó de manera irrefrenable. Te da la absolución. Te impone una suave penitencia. Te levantas. Te mareas. Sientes unas nauseas secas. El cura acude en tu auxilio. Su aspecto te resulta familiar; los curas parecen como si fueran de la familia de toda la vida. Le preguntas si hay algún aseo en la iglesia. Te acompaña al de su casa, que está justo en los altos de la parroquia. Te sientes mal. Vomitas. Vuelves a sentir un conato de desmayo. Te agarras a una estantería. Tiras una gran caja. Observas el contenido de la misma. No das crédito. Palideces. Huyes despavorido. En el pasillo te encuentras con el sacerdote. Lo miras fijamente. Aceleras tu carrera. En el suelo del baño quedan desparramados unos zapatos de tacón, un vestido de seda de color turquesa, una peluca rubia, una pequeña caja con unas pestañas postizas, un pincel, maquillaje… una barra de carmín color rubí; en los ojos del clérigo, resuelta la mirada de la mujer del baile.

7 Comentarios a “198- La mirada de la mujer del baile. Por Cruz de los Panaderos”

  1. Hóskar-wild is back dice:

    Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas. Y es que estos curillas cuando no están entretenidos dándole al morapio o encerrados con niños, pasan de ser Juanas Locuelas. Y todo pagado por los domingueros que ponen sus eurillos en el cepillo. Mucha suerte y a ver si pones dibujitos entre las líneas para que nadie se pierda.

  2. Lovecraft dice:

    Vaya giro inesperado. Creo que todavía habría quedado mejor si eliminas la última frase: «en los ojos del clérigo, resuelta la mirada de la mujer del baile.» porque para cualquier lector avezado a esas alturas ya estaba claro cual era el desenlace (mérito del escritor, que desmerece un poco si añades esa última frase explicativa). Es como si estuvieras diciéndole al lector: «¡Eh, por si no te habías dado cuenta, que la chica del baile era el cura!» y esto, a según qué lectores, les puede llegar a molestar.

    Luego está el asunto de esos párrafos tan extensos. Ya lo he repetido unas cuantas veces en otros relatos y más de uno pensará que sólo repito estupideces, pero tiene su importancia. No voy a hablar de los textos impresos, donde este tipo de párrafos te obligan a seguir la lectura con la punta del índice para no perder el hilo de la historia. En una pantalla de ordenador, cuando accionas la rueda del ratón para continuar con la lectura del texto al final de la pantalla, pierdes todo tipo de referencias sobre el punto del escrito en el que te encontrabas en ese momento (cosa a la que ayudarían enormemente las líneas en blanco que separan párrafos diferentes) y resulta muy incómodo continuar con la lectura, porque hay que estar reubicando continuamente la palabra en la que nos hemos quedado.

    Por lo demás, me parece un cuento muy correcto y muy bien narrado, y un seudónimo muy curioso, Cruz de los Panaderos.

    Te deseo más suerte en el certamen que en la elección de la pareja de baile

  3. Bonsái dice:

    Es breve y entretiene.

    Buena suerte en el certamen.

    Un abrazo.

  4. Caos dice:

    El amor es ciego, el matrimonio le devuelve la vista, y confíar secretos íntimos a un desconocido con sotana es tercermundista.
    Bueno, es broma, creo. Salud y suerte

  5. Aljibe dice:

    ¡Menudo chasco! Aunque mejor descubrirlo así que ya entrados en harina…¿no?

    Suerte!

  6. Yaguareté dice:

    Si breve, dos veces bueno. Linda anécdota de boliche-confesionario.

  7. Sussan dice:

    Cuantos fantasmas nublan la mente del deseo y cuantas sorpresas inesperadas hay por la mañana. Suerte

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©Joaquin Zamora. Fotógrafo oficial de Canal Literatura

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