212- El cielo no puede esperar. Por Isótopo
- 2 noviembre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, cielo, relatos
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Se le borró el dolor y, el cuerpo, liviano, inició la caída libre de las pesadillas pero sin el final abrupto de las mismas. Aterrizó sobre una superficie muelle como tarta de malvavisco, y propulsado por la dulzura de ésta, recuperó su posición vertical. Se encontró a sí mismo abandonando una estación de tren, con puertas historiadas sujetas por dos vigilantes jurado con tronco de plastilina y corbata de cristal. Maravillado, el cerebro que alentaba los movimientos de aquel sumario de músculos, huesos y vísceras, ordenó a las extremidades inferiores adentrarse en un sendero acotado por guijarros de un blanco que hería bajo la luz de una luna inmensa, la misma que había conducido a Hänsel y Gretel de vuelta al hogar desde el bosque hambriento.
Olía a lilas de una noche de verano con templadas rebecas de quietud y grillos para los hombros que las quisiesen. Se adivinaba un caserón decimonónico, cubierto de hojas pétreas, ventanales curvilíneos presididos por cariacontecidas cariátides y balconcillos en rotonda volante que vomitaban luz macilenta teñida de valses y risas. Una puerta de madera quejumbrosa se abrió como por encanto, y una silueta negra se recortó en el umbral.
—Buenas noches, señora Leocadia. Espero que el viaje haya sido de su agrado.
—Huy, ¿es usted San Pedro? Con todos los respetos, se parece usted una barbaridad al artista este, cómo se llama… Ah, sí, el Clargable. Perdóneme, es que estoy un poco aturdida, sabe. Como es la primera vez que me muero… Ay, lo que acabo de decir, como si me fuera a morir más veces.
Un “nunca se sabe, querida” salió de debajo del bigote picarón de aquel galán.
—Apreciada dama, no anda usted desencaminada. No soy el actor protagonista de Lo que el viento se llevó, sino el personaje, Rhett Butler. ¿Qué significa Butler en español? Mayordomo. Pues eso soy yo: el mayordomo de este hotel. Y ahora, déjeme que coja su mochila y la conduzca a sus aposentos.
—Anda, llevo una mochila colgada a la espalda. Pero si yo no tengo más que una maletita.
—Todos llevamos una mochila a cuestas, querida.
—¿Esto es el cielo entonces? Me lo imaginaba de otra forma, la verdad, y pensé que me recibirían padre y madre.
—Acomódese y escúcheme con atención —dijo mientras la empujaba con suavidad hasta un sofá de terciopelo rojo—. Esto no es el cielo.
—Ay, no me diga que estoy en el infierno. Que yo no he hecho más que pasar fatigas, criar a mis hijos y portarme bien con todo el mundo.
—Esto no es el cielo. Es su antesala. Es la oportunidad para que personas que como usted, Leocadia, han tenido una vida anodina, carente de emoción, disfruten de una aventura extraordinaria antes del adiós definitivo.
—Vaya, así que va a ser verdad que me voy a morir otra vez. O que aún no me he muerto del todo. Pero si yo no me quejo… He tenido un buen hombre a mi lado y he podido disfrutar muchos años de mis hijos y de mis nietos.
—Ahora no le puedo revelar más detalles. Descanse y mañana lo entenderá todo, querida —susurró ofreciéndole galante el brazo.
La ayudó a subir la escalera de caracol que llevaba a la primera planta.
—¿Qué es eso? ¿Un piano? ¡Qué bien suena!
—Los huéspedes celebran una fiesta, pero yo me encargaré de que no perturben su sueño.
—¿Hay alguien de mi edad?
—De toda edad, sexo, nacionalidad y condición. Mañana los conocerá durante el desayuno.
El mayordomo abrió la puerta que conducía a una cámara hecha de madera y papel mimosamente pintado, presidida por un lecho con dosel de volutas doradas. Leocadia se acercó al espejo oval que despuntaba tras una jofaina, para comprobar si era ella la que aparecía allí.
—Qué bonito es todo esto, señor…
—Llámeme Rhett, querida.
—Ay, Rhett, precioso de verdad. Y lo mejor de todo es que no me duele nada, con la artrosis que yo tengo.
—Me alegro de que todo esté a su gusto. Descanse. Aquí le dejo la llave.
La cogió y se dijo:
—101. Capicúa, como me enseñó mi Andrés. Qué palabra más bonica.
Recorrió con sus ojos grises cada muesca en la madera y se llenó los pulmones de la cuidada mezcla de barniz, lavanda, calor y calma. Había allí una puerta que daba a un baño en mármol y metal, con profusión de toallas, alto techo estucado y bañera colosal. Se asomó y el desagüe le pareció un ojo extraño que quería atraparla. Asustada, corrió a meterse en cama. No podía existir tanta belleza sin una mancha oscura. Se santiguó, respiró hondo y se durmió.
Un rayo juguetón se le posó en la cara al despuntar el alba y no paró hasta despertarla. Hizo sus abluciones matinales en el lavabo, pues el reparador sueño no le había borrado el vértigo al asomarse a la bañera. De la mochila brotó un vestido de seda malva hecho a medida, que la acariciaba a cada paso que daba. Arrancó un par de flores secas de un enorme ramo acostado en un cesto y se las clavó en el pelo. El espejo le devolvía su imagen de moza casadera. Arrobada por su
propio reflejo, no oyó acercarse a las tres majorettes que la bajaron, cantando y bailando, al comedor.
—Ay, muchachas, y vosotras, tan jóvenes y tan hermosas, ¿también estáis muertas?
—Sí, señora, sí. Entonando el himno de nuestro país en la final nacional de rugby. El escenario cedió ante nuestros entusiastas saltos.
—Ay qué lastima. ¿Cómo es que os entiendo, si yo no hablo inglés? Porque vosotras sois de los Estados Unidos, ¿verdad?
—Sí, señora. Aquí todo es posible. Salen las palabras de nuestras bocas y un traductor simultáneo las traslada a nuestros respectivos idiomas.
—Pues sí que está esto bien organizado, sí.
En el salón, Rhett Butler se deslizaba diligente, repartiendo sonrisas, café y té, al tiempo que señalaba a la alegre algarabía las fuentes repletas de medias lunas, tostadas aún humeantes, mermelada de toda textura y sabor, quesos y racimos de uvas. Leocadia se sintió mal, pensando que qué necesidad tenía ella, muerta, de llenarse así la tripa, habiendo tantas personas que…. Era una inmoralidad. El mayordomo de película advirtió su gesto contrariado, que achacó a algo bien diferente.
—¿Echa usted en falta su tostaíca con aceite y tomate, señora Leocadia? Sus deseos son órdenes para mí. Ahora mismo se la traigo.
Y volvió al punto con lo prometido.
—Tengo una curiosidad. Mi habitación es muy hermosa, pero en la bañera hay algo que me da un poco de miedo. El desagüe parece un ojo que me mirase.
—Es usted la que puede mirar a través de él.
—No entiendo.
—Usted es de Madrid, ¿no?
—Sí, aunque yo en realidad me crié en un pueblo de Albacete.
—Yo le digo lo que me han puesto en el guión: “De Madrid al cielo, y un agujerito para verlo”. Desde ese inofensivo agujero puede usted seguir las evoluciones de los familiares que aún tiene por ahí abajo.
—De Madrid al cielo, sí, pero usted me ha dicho que aún no estoy en el cielo. ¿En qué quedamos? Es que a mí este trajín me divierte un rato, pero ya me empiezo a poner una miaja nerviosa.
—Francamente, querida, para pertenecer a una generación de privaciones se muestra usted un tanto quejosa.
Le convenía callarse. Aquello le olía a chamusquina, aunque no fuese la del Averno.
Rhett la condujo hasta un ático, un remedo que desentonaba con el resto del caserón. Al abrir la puerta, escapó al exterior una vaharada de humo, alcohol y sudor rancio. Con un gesto de repugnancia aún en los labios, fue presentada al Escritor Frustrado y Atormentado. Así, con todas las letras. La buena mujer prefirió no indagar si es que el buen hombre estaba sin cristianar o no había sido merecedor de mejor nombre. Rhett habló en su lugar:
—En toda existencia hay algún hecho digno de mención, a destacar negro sobre blanco. Por ínfimo e insignificante que parezca, aquí dejamos que pase por el tamiz del Escritor Frustrado y Atormentado. Este cuartucho miserable es el entorno natural de esta criatura, especie abundante en la Tierra. Cada semana acogemos una, y le damos la oportunidad de mantener una charla con los huéspedes. Encuentra la inspiración, y así logramos un doble propósito, una vela que se enciende por los dos cabos: el de la persona que podrá leer su historia y el del poeta que la trenza. Dos momentos de gloria.
—Así pronto nos quedamos sin vela, me temo —dijo Leocadia con mala leche.
—Rhett no ha empleado más que una metáfora —murmuró apocado el escritor—. Estoy un poco obnubilado, porque a falta de la absenta de los poetas malditos, un simple cigarrillo en tan poco espacio multiplica su pernicioso efecto por mil. Pero qué digo pernicioso. Es mi alimento como de los dioses el maná. Si mi mente no está del todo ofuscada, le diré, sin miedo a errar, que Amis retrata en Tren nocturno a una mujer que el protagonista vislumbra asomada a su ventana cada atardecer, cuando el metro sale escupido de la boca de la tierra a un cielo sin nubes. Con toda seguridad fue una persona real la que sirvió de inspiración y en su pequeña vida no tuvo tiempo de enterarse de que se había colado en la mente y en la obra de un escritor. Usted, en cambio, señora Leocadia, sí va a contar con ese privilegio.
—Si me disculpan, me gustaría salir a tomar el aire.
—Tranquila, señora Leocadia. Son muchas emociones de golpe. Al final de este pasillo encontrará usted una pequeña puerta que da a un hermoso balcón.
Un cielo anaranjado, verde, amarillo, cuajado de celofán y puntos de luz que más que estrellas parecían diamantes, restalló como una bofetada de fantasía en la mejilla de Leocadia. Aquel era un ocaso galopante que parecía querer matar el mundo para después resucitarlo. Una chica preciosa se mecía en un columpio.
—Eh, tú, niña, ¿cómo te llamas?
—Lucy. ¿Y tú?
—Yo Leocadia. ¿Te puedo llamar Lucila, hija?
—Sí, claro. ¿Y yo a ti Leo?
—Como gustes. ¿Cuántos días estuviste aquí?
—Yo me vine directa al cielo.
—¿Y eso?
—Fui famosa en vida. No te suena la canción de Los Beatles Lucy en el cielo con diamantes, ¿verdad?
—No. ¿Por qué te la dedicaron?
—De chiquitita era compañera de pupitre de Julian, el hijo de John Lennon. Me hizo un dibujo, se lo enseñó a su papá, y él me compuso una canción.
—Qué bonico.
—Sí, y con los años, descubrieron el esqueleto de la primera homínida y le pusieron el nombre de la chica de la canción, o sea, el mío.
—Famosa por partida doble. Y a mí, porque dicen que mi vida no ha sido interesante, me tienen medio loca. Si te impulsaras con el columpio y me dieras la mano, podría irme contigo. El cielo no puede esperar.
—No hay derecho a que no puedas descansar en paz. Agárrate fuerte.
Y Leocadia voló como un Ícaro sin alas que se derritieran al calor de los ojos de Lucy, dos soles dorados.
—Leo, te voy a contar un secreto. Mira a través de mi caleidoscopio mágico y dime qué ves.
—A Rhett discutiendo con el pobre escritor, a las majorettes, hasta mi cuarto. ¡Y mi baño! Pero ¿qué es esto?
—Gran Hermano. Cámaras por todas partes. Salen como los periscopios de un submarino en cuanto detectan la presencia de huéspedes. Transmiten 24 horas de vuestra no-vida en televisión. Ni muertos os dejan descansar. Todo por la aborregada audiencia.
—Tenemos que conseguir que este chisme nos grabe a nosotras y que esto se emita en la Tierra.
—Gran idea. Unos amigos nos podrán ayudar
En el resumen nocturno, lo primero que se vio fue un corte de mangas interestelar ocupando todas las pantallas, fueran de plasma o no.
Te esperamos por la vieja bodega..¡Fiesta!
He venido de nuevo a tu cielo para soltarte mis diez estrellas…¡Como me gusta tu relato!
Mucha suerte y gracias por tu hospitalidad.
Suerte
Hoy se cumplen 70 años del estreno de Casablanca, amigos, vamos a celebrarlo al café de Rick,
“presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad”. Dies, Morfeo, Bonsái, Rioja, Sol, Isótopo, Lovecraft, don Juan… Y tú también. Todos juntos a conmemorarlo sin guión preconcebido (como Casablanca y como la vida misma). Volveremos a oír “tócala Sam, déjame recordar… Tócala Sam, toca…”
Si no pudierais venir, me ha dicho Rick que no os preocupéis, que “siempre tendremos París”.
Tararará, tararará… El tiempo pasará…
Isótopo
Muchas gracias por pasarte a visitar mi relato. Dicen que de bien nacidos es ser agradecidos.
Muchas gracias, Sol.
Que los vientos también te sean propicios a ti.
Un saludo,
Isótopo
Jazzmina, te puedes meter con toda tranquilidad y hasta la cocina. Te invito a cenar. Desde el momento en que participo en un concurso así, expongo mi relato para todo aquel que, desde el respeto siempre, quiera apuntar lo que considere oportuno. Además, tienes toda la razón del mundo. Yo también estoy convencida de haber abusado de los diálogos. Por otra parte, me llevo sorpresas como la de ver que un párrafo que creo peca de «cursi», a ti te gusta especialmente.
Muchísimas gracias por los comentarios. Tengo muchísimo que aprender.
Me ha pillado esto en una época de mucho lío, y cuando quiero leeros y dejar comentarios, estoy que me caigo de sueño. Pero de aquí a finales de diciembre espero haber leído mucho y colgado muchas estrellitas, también en tu relato.
Muchísimas gracias y mucha suerte,
Isótopo
Este emocionante relato merece muchas estrellas.
Suerte y buenos vientos
Ese corte de magnas final-cenital-celestial fue una forma de decir «Frankly, my dear, I don’t give a damn» y dar media vuelta y pasar de todo y de todos. Bien por Lucy y por Leo. Mucho me temo que el cielo, si existiera, se parecería mucho a lo que nos cuentas. Suerte.
¡Qué sitio más bonito para ver el espectáculo, y en tan excelente compañía!
¡Puñaditos de estrellas de purpurina para todos vosotros!
Por lo que he podido leer en tus comentarios, lo que más se resalta de tu relato es el humor y los diálogos. Para mí, que debo ser algo rara en esto de escribir, es la narrativa lo que me parece interesante. Es verdad que lo que abunda son los diálogos llenos de humor corrosivo. Pero, insisto, quizá debieras haberlos equilibrado incluyendo más la voz del narrador. Sobre todo porque creo que lo haces muy bien. O al menos a mi me han gustado algunos párrafos, por ejemplo éste (y hay bastantes más, como los del principio que alguien comenta por ahí): “Un cielo anaranjado, verde, amarillo, cuajado de celofán y puntos de luz que más que estrellas parecían diamantes, restalló como una bofetada de fantasía en la mejilla de Leocadia. Aquel era un ocaso galopante que parecía querer matar el mundo para después resucitarlo. Una chica preciosa se mecía en un columpio”.
Perdona por meterme donde no me llaman. Cada uno escribe como le parece y, en última instancia, el que escribe decide.
Suerte Isótopo
Un voto para este estupendo relato que literalmente me transportó al paraíso. Saludos cordiales y mucha suerte, Isótopo.
Muchísimas gracias, Bonsai.
Que tengas dulces sueños,
Isótopo
Qué bonito lo que dices, Dies Irae, y muchísimas gracias por las estrellas. Tengo que robarles a Lucy y Leo un buen cargamento para ir dejándoos a vosotros también.
Lo prometo, en cuanto tenga un rato.
Con cariño,
Isótopo
Sí, por supuesto, columpiaos cuanto queráis, que por aquí Lucy, Leo y servidora andamos faltas de buena compañía. El cielo es grandote, cabemos todos…
Buenas noches,
Isótopo
Muchísimas gracias, Asesino de Morfeo. No sé si he leído tu relato o no, pero en cuanto pueda me paso por tu bodega, palacio o eso que me has prometido. Ay, me falta tiempo para meter la nariz entre estos maravillosos relatos…
Muchísima suerte a ti también,
Isótopo
Mi voto para ti
Isótopo:
Por lo que me has hecho reír, con tu muy buen loco relato,
va mi voto con diez estrellas.
Además un beso y un abrazo.
Yo sé que Isótopo nos deja columpiarnos en su cielo. Y mira, desde aquí arriba, tiramos estrellitas:
Una, justo hacia abajo, para que caiga en su casa.
Otras dos, para el palacio y la bodega, para que no se queden sin iluminar.
Y el resto, a manos llenas, entre todos los buenos relatos y los amigos cuchipandilleros.
Y esta última, para que alumbre el camino de nuestro Don Juan favorito.
Buenos días, Isótopo, me pasaba por aquí para pedir permiso, en nombre de la señorita Dies Irae y del mío própio,y ver si es usted tan amable de dejarnos columpiar en su cielo un ratito. No creo que a Leocadia y Lucy les moleste nuestra compañía, podemos ser educados y corteses como los que más. Nos vendría muy bien un poco de aire fresco para nuestros nervios.
A cambio le ofrecemos nuestra bodega y el palacio de la señora condesa para lo que usted guste y cuando le apetezca. Estoy a su disposición.
He disfrutado mucho leyendo tu relato. Casi todo te lo han dicho ya pero quiero que sepas que me ha encantado.
Un abrazo y suerte.
Lovecraft,
me alegro un montón de que haya gustado mi disparate. Llevaba meses rondándome la cabeza, y por fin lo he dejado germinar, aunque lo cierto es que algún día quiero alimentarlo con muchas más palabras y que la criatura se me haga más robusta. Estoy encantada con comentarios tan halagadores como el tuyo. Me alegráis los días, de verdad.
Ahora me paso por tu casa.
Gracias y suerte,
Isótopo
Hola Rulfo:
Me voy a tomar como un piropo lo de resultar catártico para toda una semana. En cuanto a Gran Hermano, quise hacer -al principio, con la adjudicación a Leocadia de la habitación 101- un guiño a la sala de tortura del Ministerio del Amor y su Gran Hermano, el de Orwell en «1984». A la pobre Leo le parece un número «capicúa» y «bonico», sin sospechar lo que se esconde detrás.
Ahora voy a por tu relato, Rulfo.
Muchas gracias y mucha suerte,
Isótopo
Palabras muy bonitas las que me dedicas, y en cuanto a las que conforman el relato, he tenido que hacer un verdadero esfuerzo de concisión para no exceder el número de palabras exigido.
Muchas gracias y mucha suerte,
Isótopo
Isótopo (¿o debería llamarte José Luis Cuerda?):
Desde que vi por primera vez «Amanece que no es poco», no había disfrutado de un disparate tan fresco, original, imaginativo, inteligente, simpático y divertido como tu «El cielo no puede esperar».
Me quedo con ganas de más… Leocadia
Hola Isotopo,
Me he pasado por aquí al ver la abundancia de comentarios y, la verdad, he pasado un rato divertido con tu cuento. Los dos primeros párrafos hacen indagar en algo que, como mínimo, se adivina emocionante. Y acabar con los muertos en el programa de Gran Hermano, al que, dicho sea de paso, tengo un paquete especial, me ha servido de catarsis para toda la semana que viene. Ni siquiera me hace falta disfrutar del fin de semana. Realmente bonico Isotopo.
Suerte en el certamen
Encantador, Isótopo. Eres capaz de crear un ambiente onírico, combinarlo con párrafos realmente poéticos salpicados de diálogos tiernos y aderezarlo todo con un sutil sentido del humor. Y todo eso… ¡en menos de dos mil palabras! Enhorabuena, eso no lo hace cualquiera.
¡Mucha suerte!
Muchísimas gracias, Sol, por los generosos comentarios.
Me pasaré a opinar sobre su relato, si es que no lo he hecho ya, porque creo que me suena su seudónimo.
Mucha suerte,
Isótopo
Me alegra que te haya gustado, La Morisca. No sé de dónde voy a sacar el tiempo, pero en cuanto pueda me acercaré a tu relato y a los de otros concursantes.
Muchísimas gracias,
Isótopo
A mí me ocurren cosas raras en este certamen. En el cometario que hice de tu relato, Isótopo, ceo que pone algo así (1 voto de castigo). Que yo no he dado ningún voto negativo, quizá el voto negativo sea por mi comentario… cosas raras veredes.
Estimados Isótopo y Yaguareté:
Disculpe el primero seguir utilizando su página en favor del segundo. Sepa, de todos modos, que, al paso, cada vez me deleito con su ingenio («La buena mujer prefirió no indagar si es que el buen hombre estaba sin cristianar o no había sido merecedor de mejor nombre», ¿no es de admirar ese inciso?).
En fin, Yaguareté. Yo le propondría que dejase un mensaje aquí: http://canal-literatura.com/9certamen/cierre-de-plazo-y-subida-de-relatos-a-la-web-del-certamen/ donde parece que están los administradores resolviendo algunas dudas.
De todos modos, aún no han anunciado que hayan subido todos los relatos, quizá pequemos de impaciencia… Si tras ello, por cualquier defecto de forma, como dice, no estuviera, aunque fuera de concurso, podríamos leerlo y dejar nuestra más sincera opinión, ya que tiene ganas de arriesgarse a recibirla.
Un saludo a ambos!!
Muy buen relato, poético, con gran fluidez. Un mundo distinto y maravilloso a la vez. Tiene usted madera de excelente escritora/o.
Es un placer encontrar relatos de esta calidad.
Mis felicitaciones.
Isotopo:
Me quito el sombrero ante tu Carlgable…una ocurrencia magnífica…Suerte
Muchas gracias, Bonsai. Que el autor de un relato tan magnífico como «Terapia musical!, que creo merece llegar muy lejos en este concurso, me dedique este mensaje, es todo un honor.
Mucha suerte,
Isótopo
Preciosas palabras las que me dedicas, Yaguareté. Y desayuna, por favor, que es la comida más importante del día.
Muchas gracias, de veras, por el bello discurso. Espero poder dejar mi comentario pronto en ese relato que al parecer has enviado.
Un abrazo,
Isótopo
Contáis con mi permiso, por supuesto. Estoy en ascuas también por leer el relato de Yaguareté. ¿Dónde está? ¿Qué número tiene? Por cierto, que me he liado y aún no te he dado las gracias por comentar el mío. Cojo el ascensor, me subo y ya te digo.
Un abrazo,
Isótopo
Pigmalión y su maravilloso tirante de seda. Que alguien con tu sensibilidad y ternura me dedique estas palabras… Muchas gracias. Suerte de todo corazón,
Isótopo
Deimos, eres tremendamente generoso en tu comentario. Con la calidad de algunos relatos que he leído -aún muy pocos, por falta de tiempo-, decir que el mío merece estar entre los finalistas me parece un halago que no por excesivo a mis ojos voy a dejar de agradecer.
Ahora mismo dejo un comentario no demasiado apocalíptico en tu parcela de este vecindario.
Muchas gracias. Te deseo mucha suerte,
Isótopo
Que los diálogos te parezcan creíbles, Hombre sin abrigo, me alegra profundamente, porque siempre tengo la sensación de no lograr darles suficiente autenticidad. Observo y escucho muy atentamente a las personas y espero que eso vaya dando sus frutos.
Me encanta que mi relato haya hecho pasar un buen rato al autor del maravilloso «Cervantes a granel», uno de los primeros del concurso que leí, de extraordinaria calidad. No tengo apenas tiempo para leer ni comentar, ay, pero ahora me asomaré a tu rincón y espero que al de otros muchos.
Muchas gracias y mucha suerte a ti también,
Isótopo
Querido Yaguareté:
Me uno al pedido de Dies Irae.
Lo he leído haciendo excelentes comentarios por los diversos relatos del certamen y he buscado su cuento en forma infructuosa.
¿Podría decirme con qué relato se presenta?
Tal vez en este laberinto de cuentos se me ha pasado por alto. Me gustaría leerlo.
Mis disculpas a Isótopo, no es mi intención invadir su espacio.
Un abrazo.
Me gusta,me gusta… Ágil, poético,humor,cierta dosis de suspense, y si, encima, nos lleva al cielo… Muy bonito. Suerte.
Me gustaria que apareciera mi relato, pero seguramente un defecto de forma, al no adaptarme por completo en el formulario de «declaración», seguramente ha dado al traste con mis intenciones. Que le vamos a hacer… si no me lo publican, lo puedo transcribir aquí mismo, así ustedes opinan
Es dificil hablar de este cuento, es asombrosamente creativo e interesante, los personajes estan rodeados de un aura de fragilidad cautivante que nos conecta con nosotros mismos.
El final es alucinante, te impregna una sensacion de soledad y frescura acentuada con el toque mas justo de ironia sobre las preocupaciones del hombre moderno. Sin duda es gran candidato a ser al menos finalista.
Es de resaltar la fortaleza con la que están construidos los diálogos. También hay partes, sobre todo las descripciones de las estancias, que resultan bastante poéticas. Felicidades, Isótopo, y gracias por hacerme pasar un muy buen rato con esta lectura. Mucha suerte en el certamen.
Estimado Yaguareté:
Me parece encontrar en sus atinados comentarios más pasión por el misterio de la escritura que únicamente en el placer solitario de la lectura. Espero ver su anunciada participación entre los relatos que queden por subir al concurso.
(Con el permiso de Isótopo, a quien reitero mi felicitación).
Este es un ejemplo de como hacer con una fantasía tan trascendete como el tránsito a otra vida, un divertido diálogo entre los que ya no están y si, encima, está muy bien escrito, miel sobre ojuelas. Muchas veces buscamos en el relato lo inmediato de la historia, su enjundia, su suspense, otras, como en este caso, nos encontramos con el sencillo placer de leer, algo que ocurre cuando el escritor,como Isótopo, sabe juntar las letras con aparente sencillez y maestría.
Perdón por tantos «como», pero es que aún no he desayunado.
Isótopo:
Hace unos días apareció comentando mi relato. Le agradezco que lo hiciera.
Intenté buscar su cuento, pero no había nada. Pensé que se trataba de un lector.
Ahora veo que es usted un escritor y francamente bueno.
Me ha gustado su juego con la fantasía y los trazos de realidad que veo en ella.
Su redacción es impecable y el humor se hace presente.
Mis felicitaciones.
Un abrazo.
Ágatha, Dies Irae:
Me adentro en la página y encuentro, sorprendida, que mi relato aparece ya por aquí y con dos generosos comentarios. Le dedicáis palabras muy bellas. Si he logrado transportaros a un pedacito de fantasía y lo habéis disfrutado, como parece, ya me doy por más que satisfecha con mi participación en este concurso.
Os deseo mucha suerte a vosotras, o a vosotros también, que nunca se sabe quién se esconde tras pseudónimos tan rotundos.
Muchas gracias,
Isótopo
Isótopo…
Qué cuento tan bello, tan hermosamente escrito, en el que cada palabra juega con cada imagen y, mientras dura la lectura (y la segunda e inevitable relectura), nos transporta a un auténtico mundo de fantasía, con dulces guiños a la realidad. Y cuando, por último, el columpio nos da la vuelta completa, queremos volver a subir, subir, subir…
No suelo -me parece casi desacato- comparar a los compañeros de certamen con los autores consagrados, pero confieso que me he sentido tan deliciosamente perdida en el bosque de la fantasía como con Ana María Matute o Cornelia Funke.
Bellísimo, Isótopo. Debe ser usted bastante radiactivo, por cómo me ha dejado.
Hola isótopo. Me ha encantado tu cuento. Unas letras magistrales en las que cada eslabón se engarza con una divinidad pasmosa. Absorbente e interesante, valiente y tierno. El juego cinematográfico también resulta muy ameno, encajando a la perfección con las demás piezas.
Precioso cuento, isótopo.
Enhorabuena y mucha, mucha suerte en el certamen.
Agatha