Yo tengo de sensitiva y de cactus
de compás y de abanico
y de sombrilla.
Hoy no me parezco a Alejandra
para ser ella
tengo que encerrarme en un globo de cristal
tengo que herirme
y aprender una lengua donde no te nombre
donde no diga seno / masturbatorio
isla que trago por mis múltiples bocas.
Dentro todo se vuelve una fruta madura
un obsequio para ti.
A mí me gusta la isla madura y las deducciones:
si con mis bocas puedo tragar lo que no debo
sigo pensando
tal vez encuentre en mi cabeza
una idea de Pessoa
entonces mi boca dirá:
este rictus de amor te pertenece
como el cuño del metal sobre la espalda
y la piedra volcánica del cuello.
Si fuera Alejandra
no podría ingerir toda la isla
y es preciso tenerla dentro
para que entiendas que el amor es una isla
escapa del naufragio
se humedece / se enselva.
Amo las deducciones
y las ideas que funcionan
como paracaídas / como ventanas
por las que Ricardo Reis me grita
que no debo cargar sola el peso de la tierra
que eso tiende a desapegos
y yo le explico que antes
tuve de matrioska
y de península / y de monte
que conozco tus bocas
y no se parecen a las mías
ellas cuentan hasta tres para besarme
ellas me ensayan / me teorizan.
Yo te habito como a una patria
y me trago una orquesta
un par de alianzas y un viñedo:
hacemos un jolgorio
nos conquistamos.
Tú eres mi colonia y yo soy lo que tú quieras
menos una burbuja
porque las burbujas
no me las puedo tragar
por curiosidad / por tentación
por miedo de que oprimiéndolas un poco
me rompan la tierra en mil pedazos
y la guanábana madura e importada
y el bosque que no para de crecer.
Deduzco que si fuéramos perfectos
no tendríamos que ejercitar las bocas
ni tragar
ni abrirme en una boca-precipicio
en la que te pierdas
en la que descubras
que tengo de siempreviva y de fénix.