SOMBRA DE LUZ
Escucho la brisa
que bordea las hojas
curvas de tu cuerpo.
Añoro tus labios,
me roban el alma cada día.
Aspiro el aire
que a los pies se derrama.
Mi mano cansada te acaricia,
y humedece tu piel con la lluvia.
Revivo en el sol de tu cuerpo,
convulso de futuro,
y se adormecen los intentos
al borde de tu nuca.
No hay sonrisa más allá
del espacio entre tus labios.
Suena el agua en tu ausencia,
sombra de luz en la noche.
SOLEDAD HABITADA
Un hombre solo,
una mujer sola.
Que no atraviesen los jardines de la tarde.
Hay abrazos ocultos
bajo las ramas de primavera
y la hierba se humedece.
Un hombre abandonado,
una mujer desierta.
Que no paseen la mañana
en el oasis del verano.
Las flores hieren,
y no hay en la tierra
estelas de amor usado.
Una mujer turbada,
un hombre forzado.
Que no aventuren en la melancolía
esquiva de las hojas en otoño.
Les hallará el silencio.
A un hombre solo,
a una mujer sola,
que no les silencie la hojarasca
en la desnudez del invierno.
Una mujer singular,
un simple hombre.
Que atraviesen el espejismo
de cualquier vigilia,
ventana de la noche
ceñida de música.
Adviertan la luna
y no miren atrás.
AMANECER
En la distancia las sábanas son de piedra,
llaman al aliento
de tu presencia oscura.
Abocado a la sima de tus ojos,
labios en deseo te recorren,
resplandece tu piel
y la sombra impregna las manos.
Sed de ti,
espuma de luz, candente anhelo
amanece en la noche.
Somos tú y yo.