88- Nadie dice nada. Por Sin rostro

Nadie dice nada

 

Su nombre era conocido en cualquier calle,
por eso él pujaba por semblantes
y tejía trajes.
Tú, amigo mío, no eras nadie,
vendiste tu rostro al oír su «es sencillo»,
y aceptaste el traje y los billetes como un niño.

Cogiste sus grilletes y lo llamaste libertad.
Te rodearon el azufre y las ganas de ser más.
Empezaste a repetir «yo no sé nada».
Y allí estabas,
tú, sin saber nada,
con la cocaína cortada.

¿Recuerdas el dinero?
Iba a ser «rápido, discretito».
Él te regaló una sonrisa,
un «prometido».
Y tú lo habías cogido.
¡Ay, amigo!

Después te encontró el ruido,
el bochorno de la gente,
el aire contenido,
las manos te señalaban:
«Ese es el traficante
de la zona de La Rambla».

Y nada quedó para nadie
cuando te llevaron donde todos callan.
Sólo un silencio que gritaba,
cuando él se puso otra ropa
y nadie dijo nada.
¡Nadie dijo nada!

Y él pujó por otra cara.

Y yo no dije nada.

 

 

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