Digamos que su belleza física no es lo más sorprendente, aunque según algunos, entre los que me incluyo, tiene un buen “pellizco”. Carmen Posadas es una combinación aleatoria de muchas cualidades que, en proporción exacta, se traducen en equilibrio, belleza, armonía y elegancia y me atrevería a añadir que perpetran un “cóctel mágico” urdido en algún secreto rincón de su tierra natal. Lo que se intuye en ella es aún más atrayente que lo que muestra, que ya es decir.
Divertida y amena me llamó la atención la tremenda expresividad de sus manos inquietas, la voz melosa y sosegada que envuelve el tímpano, esa mirada acogedora que enfoca al frente y sobre todo esa media sonrisa que dice mucho de un interior disciplinado y prudente forjado en la lucha contra los prejuicios y asentado en el trabajo serio, la fiabilidad y la experiencia. Hay que ser muy inteligente y conocer muy bien las relaciones personales para poder triunfar en todos los frentes y es evidente que ella nos dejó prendados y rendidos a sus pies.
Cálida, amable, cercana, bella y elegante fueron los calificativos de todos aquellos que se acercaron a ella (todos sin excepción), niños y jóvenes también. Mostró curiosidad por cada detalle de lo que sucedía y se sumó a cada iniciativa con agrado, incluso cuando llegó la hora de unirse decidida al baile anunciado. Bordó la coreografía con un estilo impecable, entre risas y pisotones, pero sobre todo fundida con el ambiente festivo. Por unanimidad de los presentes Carmen Posadas es “Dama literatura 2007”, por méritos propios.
Este caballero que hoy les escribe, daría su hacienda por una cena a la luz de la luna con esta espléndida mujer y tiempo para charlar durante horas con ella. Mientras aguardo una oportunidad improbable, beso su mano y la guardo en mi corazón, señora.
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