Esmalte de uña. Por Anna Genovés

Buenas tardes, amigos de Canal Literatura y colaboradores. Espero que las vacaciones hayan sido maravillosas. Por aquí, nos hemos portado mal y hemos seguido al pie del cañón. Me tomé unos días de asueto en redes e Internet para finalizar la corrección de mi última novela: en breve os la presentaré. Hoy, os dejo un microrrelato que escribí en primavera… Es diver. Sobre todo, porque me sucedió tal como lo cuento. Un abrazo, Anna

Esmalte de uñas

Por fin un domingo como toca: 24º y una brisa estupenda. Me encantaría que esta temperatura se quedará para siempre. Pero nos aclimataremos a lo que venga. Os cuento una historieta que me ha sucedido esta mañana…

Me he levantado, desayunado y duchado… Como de costumbre.  De repente, he dicho: «Voy a ser un poco sofisticada. ¡Voy a pintarme las uñas!». Primero me las he aseado, y, después, he cogido el Maletín de la Señorita Pepis. He barruntado entre los esmaltes de la paleta, y me he decidido por un fresa oscuro. Marca: Leticia Well. ¡Cómo no! Del gran bazar Lin Chu, a 1€.

«Vaya…», he repetido con ese soliloquio íntimo que solo yo escucho. Sí. Hablo sola. Siempre lo he hecho. Pero, de un tiempo a esta parte, la cosa va en aumento. Pienso que será alguna fase de prechochez o algo por el estilo… Me la trufa: seguiré haciéndolo. En esta ocasión, el asunto va de letizios. A ver,  ya sabemos que en España somos muy antimonárquicos, pero la reina está en boga por todos los sitios. El runrún de si está demasiado delgada… Si sus zapatos marcan tendencias…  Si su look a lo Rania de Jordania con peinado reconvertido en Victoria Beckham le confiere un poso muy chic y un largo bla, bla, bla… Bueno, la cosa es que la reina ha puesto de moda hasta los pintauñas de los Fumanchú. ¡Ah, no! Ella es Letizia con zeta. Va a resultar que los asiáticos tienen mejor ortografía que algunos empleados de los juzgados. Bueno, en esta vida se ve de todo.

A lo mío, toda femenina con el pincelito y tarareando una canción —con ese tono horribilis de voz carajillera—. A cada pincelada, mi rostro ponía una mueca diferente. Siempre he sido pésima con eso de los acicalamientos… pero tanto tiempo sin niquelarlas ha convertido el jueguecito en  desternillante. Al final, me he pintado las uñas de los pies. Sí. Y, de paso, los bordes, los dedos y las palmas de las manos. En fin, que el fresa oscuro me sale por las orejas. Si me hubiera visto cualquiera de mis amigas, me hubiera dicho: «Nena, tú, dedícate a escribir que yo te pinto las uñas».  Como si solo sirviera para darle a las teclas. ¿A ver si tienen razón?

Lo mejor de todo es que no tengo quitaesmalte. Así que iré con los dedos a lo comanche en son de guerra y con sandalias hasta que pueda acercarme a otro garito de Tengo de todo, señola. Balato, mu balato. Y me compraré uno balato, balato; con un poco de suerte, se me caen las uñas y me ahorro este riguroso trabajo. Más tarde, vendrá la segunda parte: maquear el estropicio con bastoncitos de bebé ungidos en el caldo mágico. Ya veremos si no acabo colocada como si me hubiera fumado unas cuantas cachimbas de AK47 y con las uñas a lo cebra keniana. Al final, me quitaré las fresitas por completo y seguiré luciendo mis pies de Picapiedra al natural.

No va de coña: una es así de cómica.

©Anna Genovés

17/05/2015

Imagen tomada de la red.

John Lee Hooker – Unfriendly Woman

https://youtu.be/2iGV_BORVyk

anna

Valenciana de nacimiento y ecuménica de pensamiento. Tengo alma de poeta y mi corazón está tuerto. Funambulista de la vida, mis ojos ha visto innumerables historias y mis dedos han tecleado todo tipo de cuentos... Tantos como años tiene Caronte. Soy disléxica y disgráfica como John Irving, Roberto Bolaño, Wendy Wasserstein o Scott Fitzgerald... Y, millones de personas, a las que les cuesta aprender idiomas o confunden, por ejemplo, "niño" con "nicho". Pese a ello, tuve la suerte de ir a la universidad y licenciarme en Historia Antigua y Arqueología/Prehistoria. Colaboro en distintos medios digitales. Escribo cuando me inspiro y soy bloquera a ratos. He publicado dos novelas: Tinta amarga y Bovary 21. Habrá más: os lo aseguro. Van rulando por los cajones y me piden salir a la luz.

3 comentarios:

  1. Llevo intentando sacarme un esmalte de uñas chino, toda una semana .. No hay acetona que pueda con él..

    Da gusto leerte, eres como un jeringazo de simpatía para el cuerpo. Un abrazo Anna.

  2. Estoy con Amelia, Anna, relato-reality muy simpático; me he divertido leyéndote. Al principio, cuando he leído el título, pensé que sólo te quedaba esmalte para una uña, pero ya he visto como el frasquito de fresa china fue generoso contigo. Todo lo que está a»leuro» (como dirían por aquí en el mercadillo) es tan atractivo como peligroso, y si ya se trata de artículos «orientales», uys, me pongo a temblar. Yo tengo un relato de un hombre que por amor a una hermosa mujer china, casi la espicha merced a unas zapatillas de su bazar: http://canal-literatura.com/blog/blog-literatura/en-el-nombre-del-padre-de-la-hija-y-del-espiritu-chino-por-mar-solana-2/
    Por cierto, yo también hablo sola, y con mis Peludos 🙂 creo que es una sana costumbre, nada de «prechochez»; total, muchas veces hablas con gente y es como si estuvieras hablando solo…

    Otro abrazo para ti

  3. Llevo pintandome las uñas toda la vida, pero me he reído un rato porque todo lo que cuentas pasa y no importa la experiencia, sino el pulso sobre todo cuando vas con prisa. Muy divertido. Besos

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