En la lejanía. Por José M. Araus



… y nadie ya sentirá deseos de ti
porque no participarás de las rosas de Pieria…
Safo

.

Oíamos, allá a lo lejos, el galopar del rio.
Desde la casa, lo veíamos pasar. Corría
con una indiferencia que parecía alegre, y sin embargo
iba hacia su fin. Y con qué alegría habría de llegar
a ese mar que es el morir, según dice Manrique.
Pero eso tú, en tu inconsciencia, no acababas de creerlo.
Para alguien menor de veinticinco, la muerte es un invento
de viejos. Y contigo no iba. Seguiste tú, el camino
del sol, como las flores que llenan el jardín
al comienzo de cada primavera.
Yo te contemplaba oyendo reír tu juventud.
Te movías ligera, como las golondrinas que cabalgan el aire.
Ellas también se fueron, como harías tú luego.
Ahora que ya te has ido
hacia el este, a la deslumbrante luz mediterránea
a esperar a la aurora, yo me he quedado solo
y desde lo alto de las cumbres, me contemplan
asomando sus blancas cabelleras, las nieves.
Como los niños traviesos, se asoman por las tapias,
y se ríen de mis sienes tan grises y de mis ilusiones
tan vanas e insensatas. Y no me consuela ¡Ay!
oír el viejo verso “…y jamás nadie ya sentirá deseos de ti
porque no participarás de las rosas de Pieria…”

José M. Araus
De “ La vida sin Lilith”

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