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111- La respuesta. Por Sol

El capitán Luca miraba hacia la proa. Ceño fruncido, manos a la espalda, piernas abiertas, era su estilo cuando  torbellinos de ideas se presentaban en su mente. Parecía haber envejecido veinte años en un puñado de malas jornadas. La piel  seca, cuarteada, áspera como pergamino; los ojos hundidos, marchitos, bailaban en sus cuencas. Él, comandante de una flota ya extinta, continuaba luchando con lo poco que le quedaba. Estaba solo enfrentándose a un enemigo implacable y despiadado. Las velas de lo que alguna vez fue su buque insignia, eran como fantasmas deshilachados que buscaban con desesperación la suave y fresca brisa perdida tiempo atrás.

Dos días varados en la quietud del mar, noches sin luna, pero envueltos en sutil neblina, por las mañanas el sol teñía de naranjas y ocres las tranquilas aguas.  Todos  los puertos  habían sido diezmados. Las ciudades estaban vacías. El  calor sofocante, espeso, no desaparecía nunca. Arrasaba la tierra, sin misericordia; todo se dibujaba gris desde la lejanía.

El capitán decidió poner rumbo norte, seguía buscando respuestas que no encontraba y yo había decidido estar a su lado hasta el final. Luca había sido un marino de ley, de esos que siempre se guardan un as en la manga, de los que gobiernan con mano férrea a la tripulación y a los vientos. Querido y temido por todos. Sentí que merecía morir con honor, luchando a sablazos, despellejando vivo a todo cristo que se cruzara en su camino, sembrando justicia. Pero él, era una sombra de lo que alguna vez había sido.

Al siguiente día, la niebla se puso tan espesa que no se podía ver desde la toldilla el bauprés, el calor arreciaba, como si las puertas del infierno se hubiesen abierto dejando escapar toda su furia. Sentí por un instante, que en ese sitio, en medio de ninguna parte,  no nos encontrarían. Que ya estaba bien. Cerca del mediodía las velas se hincharon, cazamos escotas, arriba todo el trapo, las grímpolas indicaban viento fuerza cuatro. Luca quería volar sobre el agua, aprovechar las ráfagas calientes que tanto necesitaba, navegar proa a algún lugar seguro, intentar volver a vaya saber qué puerto. Los gavieros avisaron que la tensión destrozaría las jarcias, el capitán, como si no los escuchara, seguía allí, en el bauprés, aferrado al estays, absorto, con los ojos fijos en el horizonte. Subí a la cofa, desde donde podía observar a los marineros con sus uniformes andrajosos, pestilentes, solo quedaban harapos de lo que en algún momento se sintieron orgullosos de lucir. Doscientas  almas a la deriva, a pesar de todos sus esfuerzos por comprender lo que ocurría.

Duarte, el jefe de los carpinteros, cargaba en sus ratos libres con una pesada Biblia, las finas hojas estaban amarillentas, ajadas por el uso y el paso del tiempo. No había día que no leyera la historia de los siete sellos y esos jinetes que anunciaban la total destrucción. Siempre me buscaba con la mirada, me la clavaba en espera de alguna respuesta y, ante mi negativa, terminaba diciendo, “Per instan sanctam unctionem et suam piissimam misericordiam, Amén” y la cerraba con fuerza.   Todos estaban convencidos de que era el alcohol lo que lo había puesto así.  Menos yo.

Fue al cuarto día, cuando el sol se me antojó más grande, más luminoso, se había despojado de su tono naranja y brillaba lacerando la piel. Blanco, muy blanco. Levanté la vista y descubrí una alargada mancha negra que avanzaba pegada al agua, el vigía dio la voz de alarma.

—¡Por avante, capitán! ¡Algo se nos echa encima!

Un chillido penetrante dejó de piedra a más de un veterano. En segundos una nube negra se apoderó del buque. Miles de diminutos murciélagos se enredaron en las jarcias, chocaron contra los palos y el velamen. Otros caían en picado abriendo cabezas, vaciando ojos, mordiendo con sus afilados dientes hasta que la sangre comenzaba a brotar, se ensañaban en los cuerpos contorsionados por el dolor de aquellos que habían sido escogidos para morir así. Las armas comenzaron a disparar, pero su vuelo vertiginoso hacía imposible rechazar el ataque, algunos hombres huyeron en busca de resguardo en medio del griterío, sin mirar atrás.

El capitán, a empujones y contra su voluntad fue metido al foso por un guardiamarina catalán, que le salvó la vida pero perdió la suya. Me sorprendí al descubrir, más tarde, su cuerpo destrozado, sin piel, con las venas hechas hilachas y los órganos desparramados junto al palo mayor: aún conservaba su sable aferrado en lo que adiviné  fue su mano. Las portas y las trampillas se cerraron, los que pudieron buscaron refugio en el primer nivel, allí estaba lo que quedaba de  la dotación, poco menos de la mitad quedaron con vida. Luca llevaba su arma preparada, fue necesario que tres oficiales lo sujetaran para evitar que saliera de allí, blasfemaba, insultaba entre la penumbra, se sentía como un animal herido, acorralado sin posibilidad alguna. La furia de su mirada, la desesperación de aquel gran capitán, me hizo flaquear por un instante. ¿Era necesario este fin? Pero no habría cambio de rumbo, a estas alturas ya no existía ninguna posibilidad. Fuera, el griterío y los chillidos continuaron por un largo rato, hasta que el silencio más profundo nos envolvió. Habían levantado vuelo, dejando atrás cadáveres casi irreconocibles. Luca fue el primero en salir.

—¡Mal parido, ven, aquí me tienes! —El pobre hombre voceaba  como  un loco, mientras los que quedaban de la tripulación  tiraban por la borda los cuerpos mutilados de los que fueron sus compañeros. Luego volvió a gritar, diciendo:

—¡Dios! ¿dónde estás?

Caminaba casi en círculos, recorriendo la toldilla. Tenía el rostro desencajado, los dientes apretados con furia, el ceño fruncido. Más de una vez sus pies patinaron en la sangre que había inundado la tablazón de cubierta.

Serían como las dos de la madrugada del día siguiente, porque la campana volvió a tañir, indicando cambio de guardia, pero el sol estaba allí, en el cenit, era una gigantesca bola de fuego que cegaba, parecía que latía a ritmo lento, como un corazón a punto de detenerse. La fragata brillaba bajo su hiriente blancura, al igual que el mar y caí en la cuenta de que las estrellas y la inmensidad de la noche, en algún momento, también se habían marchado. El vigía volvió a gritar:

—¡Velas por amura, capitán! ¡Parece una flota!

Cogimos  un poco de viento, lo suficiente para movernos gracias a la pericia del capitán, que con tres órdenes precisas logró que las velas se hincharan, en ese desierto de agua. Poco a poco nos acercamos. Silencio. Frente a nosotros teníamos a cinco navíos de primera línea, aquello era un bosque de palos casi desnudos, cabos revueltos, rotos, abiertos. Las cuadernas crujían sin moverse y algunas lonas se golpeaban, sonando como los acordes de una lúgubre y macabra letanía.

—Señores, preparen un abordaje rápido —fue la escueta orden del capitán, que durante unos instantes me pareció que volvía a hacerse con la situación.

Se lanzaron los garfios de enganche y la fragata amuró sin problema. Yo seguía pegado a él, su pecho se hinchaba con cada bocanada que llenaba sus pulmones, le temblaban las manos, su frente se cubrió de pequeñas gotas de sudor, parecía que le costaba respirar. Entornó los ojos para  luego  abrirlos sin dar crédito a lo que descubrieron. Su rostro se puso pálido y un tenue temblor le recorrió el cuerpo. Sombras, sombras negras  vagaban sin rumbo, recorriendo el navío de proa a popa sin cesar. Algunos hombres retrocedieron, otros, los menos, saltaron con Luca a la vanguardia, que llevaba su sable desenvainado en una mano y en la otra un arma lista para disparar, nos posicionamos en el castillo, sin embargo solo encontramos desolación. Las ánimas nos atravesaban impregnándonos  del  frío que solo la muerte podía transmitir. Un marinero de segunda  bajó hacia las entrañas del buque junto con dos más, sus gritos fueron una mezcla de espanto y terror, los que pudieron moverse siguieron sus pasos. Y allí en la primera batería encontramos lo que fue la tripulación.  Cuerpos carbonizados preparados para la lucha, en posición de ataque, listos para arremeter contra el enemigo, pero alguien les había robado sus almas sin que se dieran cuenta, allí estaban todos esos pobres condenados a pasar el resto de la eternidad, en medio de la nada.

Duarte volvió a clavarme los ojos, no pude sostener su mirada. Se sentó en el primer peldaño de la escala sin temor alguno, como viejo lobo de mar que era, y abrió su Biblia. Algo ocurrió, no pudo comenzar a leer; unos  hilillos de saliva escaparon por las comisuras de su boca, los ojos se pusieron en blanco, echó la cabeza hacia atrás, comenzó a temblar. El carpintero, en medio de sus convulsiones, sacó fuerzas de donde pudo, envolvió su cuerpo en una pesada cadena y se lanzó al mar en búsqueda  de evitar lo inevitable. Fue en ese momento cuando comprendí que habíamos caído en sus redes. Nos había cazado.

Entonces me lo imaginé trepando por el carcomido casco, envuelto de negro, con esa sonrisa encantadora que disfrazaba con arte lo que en realidad era. Sí, muy de él, siempre tan astuto. Limpio, extremadamente pulcro, llevaría las manos enguantadas con fina piel blanca, cruzándolas en la espalda, caminando sin premura, ni impaciencia, observándonos con su mirada sin vida, y así recorrería toda la cubierta en busca de un buen sitio para controlar la situación y luego comenzar su trabajo. Estábamos donde nos quería tener.

El cielo carecía de nubes, había pasado un día más sin balanceo ni viento. La sombra había tomado posiciones y así comenzaría a desarrollar su plan. Fue cerca del mediodía cuando se desató la furia. Los hombres enloquecieron, los rostros comenzaron a desfigurarse por un odio repentino, y  comenzaron a luchar. Algunos cogieron  chuzos y atacaron abriendo las carnes sin piedad. Rodaban cabezas como bolas de cañón, los oficiales, sable en mano, corrían en busca de más víctimas, les daban caza con saña a todo lo que pillaban.  Los gritos de angustia, de pavura y desesperación llenaron el silencio y la soledad de las aguas que nos rodeaba, sin compasión.

Séptimo día. Sin hombres ni fuerzas, el capitán era el único sobreviviente de su fragata. No comprendía por qué continuaba vivo. Un destello cegador apareció en el horizonte, el mar comenzó a dibujar ondas concéntricas que movieron el buque como si fuera un juguete en malas manos. Entonces el recién llegado me descubrió detrás de Luca, allí junto al timón.

—Nos volvemos a ver —me dijo— ¿Cuánto tiempo ha pasado?

—No lo sé, mucho tal vez.

Toqué mi blanca barba, miles de años, pensé. Él se acercó tanto que pude respirar su frío aliento.

—Sabes que no sirve de nada que lo protejas. Sabes muy bien que, hagas lo que hagas  será mío, al igual que todos los demás —Una sonrisa de niño malo se dibujó en sus labios— Tienes que reconocer que he vencido, mira a tu alrededor: ¿Qué ves? Nada. Porque los tengo a todos. Solo quedamos tú, tu capitán y servidor.

—No está dicha la última palabra —le contesté.

Cerré los ojos. Solté un suspiro. De inmediato un  fuerte viento, envuelto en fuego, nos rodeó quemando velas, gallardete, palos, masteleros, jarcias… todo.

—¡Dios! ¿dónde estás? ¿dónde te has metido? —gritaba Luca entre lágrimas, una vez más,  mientras se aferraba con todas sus fuerzas al pasamanos.

 El recién llegado abrió mucho sus ojos, estaba tan sorprendido que no tuvo tiempo de reaccionar. Toqué su pecho con mi mano y así apresé su alma milenaria, el capitán por primera vez clavó su mirada en la mía. Habíamos llegado al final del camino. El sol había estallado y con él, todo lo conocido. Me volví hacia Luca con el puño en alto y en un susurro le dije:

—Quizá ya tengas las respuestas que buscas.

48 Comentarios a “111- La respuesta. Por Sol”

  1. Asesino de Morfeo dice:

    ¡Como me alegro de conocerte, Claudia Andrea! Siempre serás Sol, lo siento. Un día te presentaste en la bodega, con una botella de Ron y oliendo a mar…y ahora se porqué. Entre tu y Firmin me habéis hecho volver a leer La Isla del tesoro, encontrar caracolas en las eras de mi pueblo y desempolvar el velero de conchas que mis niños me regalaron. Muchas gracias por todo y un beso con todos mis deseos de que tengas suerte.

  2. isótopo dice:

    Sol, cómo me alegro de que estés en la finalísima. Que este excelente relato marinero surque los mares raudo y veloz y te lleve a buen puerto.
    Un abrazo,

    Isótopo

  3. nuak dice:

    Enhorabuena, Sol. !Y suerte en la recta final!

  4. sacha dice:

    Sí, Sol, he llegado ¿Lo han hecho los demás? Pues: ¡Rumbo a Murcia!

  5. Patagon dice:

    felicidades, es un buen relato.
    Quiza la primera vez que lo leí yo estaba en manos del hibuprofeno y no me entere muy bien de lo que leia, mereces ser finalista

  6. Dies Irae dice:

    Durante mucho tiempo sé que asociaré los términos marineros con tu enorme relato. Mi enhorabuena por un excelente trabajo desbordante de imaginación, misterio, terror y preguntas. Te lo dije en su día y, sin embargo, confesaré que no esperaba verte entre los finalistas, quizá por el tema o… no sé. Ha sido una sorpresa de la que me alegro muchísimo.

    Felicidades, Sol. Mucha suerte para la gran final y, sobre todo, sigue sorprendiéndonos con tus relatos. Nos vemos, mar adentro o en tierra firme, pero seguro que nos vemos.

  7. Bonsái dice:

    Mi queridísima Sol:
    Desde el comienzo elogié este cuento. Tiene todo lo necesario para ser el ganador.
    Me encantó tu forma de narrarlo, los misterios… lo inquietante… La lucha interior y exterior de los personajes…
    He disfrutado de cada palabra.
    Te deseo lo mejor!!!!!
    FELICIDADES Y ADELANTE!!!
    Un gran abrazo y beso.

  8. Hóskar-wild is back dice:

    Enhorabuena por estar entre los finalistas. Humildemente reconozco que no estaba entre mis favoritos pero puede que sea por mi aversión a todo lo que no está en tierra firme. La historia es sólida; el vocabulario, impecable. Mucha suerte.

  9. Sol dice:

    Gracias a todos!!!!

    Una gran sorpresa.

  10. Pigmalión dice:

    Muchas Felicidades, Sol, siempre has estado entre mis favoritos.

  11. Asesino de Morfeo dice:

    Un abrazo y muchas felicidades por la nominación. Buscaré el mejor ron para celebrarlo.

  12. Asesino de Morfeo dice:

    Por fin te encuentro para invitarte a la vieja bodega. ¡Fiesta!

  13. leforeverdelamari dice:

    Bastante bien trabajado.Es usted mujer?, porque si fuera hombre seguro que tiene en su casa a bien seguro el barco de Play móvil.No es una broma pesada que muchos terminaron estudiando Ciencias del Mar, naútica y pilotan barcos, y mira hasta tenemos piratas.Yo prefiero los enfrentamientos en el espacio, las naves espaciales, pero he de reconocer que lo describe con tanta exactitud que parece que lo vives, un poco de mareo,de naussse…aggg tranquilos que controlo.

    Mucha suerte

    Lamari

  14. Hóskar-wild is back dice:

    Me voy a hacer todo un experto en la terminología de las diferentes materias por lo variado de historias del Canal. Ésta es todo un tratado de navegación que me ha convencido para quedarme en tierra los próximos cien años. Suerte.

  15. Ms Rioja dice:

    Me he costado encontrarte, Sol. Tuve que echar un mensaje en una botella para descubrir tu número porque al poner ‘Sol’ en el buscador no aparece nada!

    cómo admiro tu capacidad para recrear la vida en alta mar en un barco de vela. Tienes que ser experta/muy aficionada en el tema para saber tanto vocabulario y los detalles no resultan aburrido en absoluto. He vivido el calor del sol y la angustia y horror de la tripulación. Un tremendo relato de aventuras marineros y visual como una película

  16. Pigmalión dice:

    Hoy se cumplen 70 años del estreno de Casablanca, amigos, vamos a celebrarlo al café de Rick,
    “presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad”. Dies, Morfeo, Bonsái, Rioja, Sol, Isótopo, Lovecraft, don Juan… Y tú también. Todos juntos a conmemorarlo sin guión preconcebido (como Casablanca y como la vida misma). Volveremos a oír “tócala Sam, déjame recordar… Tócala Sam, toca…”
    Si no pudierais venir, me ha dicho Rick que no os preocupéis, que “siempre tendremos París”.
    Tararará, tararará… El tiempo pasará…

  17. Lotte Goodwin dice:

    Me he sentido tripulación maldita de El holandés errante leyendo tu relato. Has conseguido que sintiera la madera bajo mis pies y oliera la sangre. Del miedo mejor no hablamos.
    Enhorabuena y mucha suerte.

  18. Sol dice:

    Muchas gracias a todos.!!!!

  19. La Morisca dice:

    Enhorabuena por un relato tan bueno y tan entretenido.

    Que la buena estrella te guie por estos mares.

    Un abrazo

    La Morisca.

  20. Dies Irae dice:

    ¡Por aquí pasa el barco de Sol, con las jarcias al viento y las velas al pairo!

    ¡Muchas estrellitas para ti!

  21. jazzmina dice:

    Hola Sol
    En un relato de aventuras lo importante es recrear bien las acciones, lo que va ocurriendo. El tema te va de maravilla, se te ve muy puesto en esto de la mar. Nunca se me había ocurrido escribir un tema así, pero te ha salido estupendo. Sólo conocer las palabras ya es un triunfo: sotavento, amurar, cuadernas, portas, trampillas, garfios…. En fin todo un léxico que alguna vez habría oído en alguna peli de piratas, pero poco más. Muy logrado sol. El final es inesperado. Que apareciese el sol para dictar sentencia y llevarse todo por delante, no me lo esperaba
    Enhorabuena y suerte

  22. Sol dice:

    Gracias bonsai!!!

  23. Celeste dice:

    Muy bueno. Me encantó

  24. Pigmalión dice:

    Sol:

    Mi voto te doy y de diez

  25. Bonsái dice:

    Sol:

    Aquí te dejo mi voto con sus 10 merecidas estrellas.
    Gran relato.

    Un abrazo muy fuerte.

  26. Rulfo dice:

    Un buen relato de aventuras, con una prosa acorde para ese tema. Violencia, muertos, cabezas rodando y carnes abiertas sin piedad. Hay algunos párrafos realmente espléndidos para contar ese mundo feroz de la piratería. Y al final, el sol, juez dueño y señor del universo, impone su ley. Como dicen algunos por ahí, quizá te interese contactar con algún productor con carné de navegante.
    Suerte en el certamen, Sol

  27. caos dice:

    Tras leer tu relato me han entrado ganas de soltar amarras, izar mayor y génova, arrumbar hacia Cabrera y navegar por el archipiélago para pasar unos días saboreando el mar. En fin, que mañana me levantaré a las siete, tomaré un café, subiré al coche y me iré al trabajo repitiéndome que tengo suerte por tenerlo; un engaño más de mi mente. ¿Tu relato? Pues claro que me ha gustado, como a todo el que lo ha leído. Suerte

  28. sacha dice:

    Está muy bien escrito.
    Suerte.

  29. Sol dice:

    Quizás, el sentir tanta desolación o el frío de los cuerpos sin alma, sin vida, demuestra, cuanta soledad hay en el universo, cuando no hay amor. Pero sí existe el tiempo, que no es otra cosa que esperanza, para que se disipe la bruma envuelta en dolor, y ver ,que por fin, todo pasa, que la felicidad está a tiro de cañon, en otras tierras o en otros mares. Juntos.

    Sol

  30. Sol dice:

    Dicen que no hay gozo marinero, de cuantos gozos hay, comparable a la voz de un tripulante de otro navío, que grita desde su cofa » buenos vientos y buena arribada» al pasar casi rozando las velas en tan grande inmensidad. Pronto buscaré, aquella cala en donde te refugias Pigmalión y leeré, con el viento en mi cara, aquellos que nos cuentas, con mucho interés.

    Sol

  31. Sol dice:

    Entre el sol abrasador y una mar socegada, Don Juan se presenta blandiendo su espada. No queda tumba, ni epitafio para aquellos que se perdieron en los desiertos de agua, sí un breve recuerdo de sus vidas, al saberse que algunos pasaron y dejaron sus rimas.

    Sol

  32. Mario dice:

    Magnífico relato. Me has hecho sentir el sol abrasador, el olor del mar, de la sangre, el frío de las almas atravesando el cuerpo, la desolación…
    Me gustaría ver este relato hecho película, en manos de Quentin Tarantino.
    Felicitaciones!

  33. Pigmalión dice:

    Prosa trepidante, me ha llevado su lectura «a toda vela». Buenas descripciones y amor a la palabra. Sí, me ha gustado. Suerte.

  34. Don Juan Tenorio dice:

    «Buen lance, ¡viven los cielos!
    Estos son los que dan fama».

    A punto estuve de desenvainar mi espada para acometer a tan invisibles bellacos.
    Sale el sol y me disipo,cegado por tu estilo pertinaz y elocuente. Tú también,¡oh,Sol! tienes tumba y epitafio en este cementerio de escritores ignorados.
    Gracias por tu relato.

  35. Sol dice:

    Marajada??? eso ha sido el ron
    El viento trae aroma a tortilla.Viro en redondo rumbo a su bodega.
    Espérenme!!!!

  36. El asesino de Morfeo dice:

    ¡Hombre…lo de marajada no se cómo tomármelo! Mi dixlesia me dice algo como «majarada»y, bueno, algo loco si que estoy y también es cierto que, a veces se me nubla la vista y las entendederas. Pero, en fin, me ceñiré a las lecciones de navegacion sin hacerme preguntas impertinentes.
    Anda, deja el puente de mando y vente con Dies Irae a casa, que hay tortillita y buen vino para quitarnos el mareo.

  37. Sol dice:

    Haga la guardia, Sr Asesino. Le diré que buen capitán nunca abandona el barco.
    Algún día le daré un curso rápido de naútica, para que no se me pierda entre la bruma y la marajada.
    Besos y buenos vientos.

  38. El asesino de Morfeo dice:

    Aviso a navegantes: pedimos permiso a Sol para quedarnos en el buque mientras ella se va a casa de Fanny Prices, en el nª 180; de alguna manera tendremos que pagarle la hospitalidad, eso si, no se que puñetas es lo de sotavento y tengo un buen colocón de ron, pero intentaré hacer la guardia con cierta dignidad. Un abrazo

  39. Bonsái dice:

    He tenido que navegar por aguas turbulentas para poder llegar hasta tu embarcación. En el buscador ponía: La respuesta y nada, ponía Sol y nada…
    Ha sido una lucha llegar hasta aquí. Pero ha valido la pena. La destrucción del mundo no es algo que veamos todos los días. ¡Por fortuna!
    Algunos buenos relatos los vuelvo a leer y el tuyo es uno de ellos.
    Felicitaciones.

  40. Sol dice:

    Muchas gracias a todos por sus generosos comentarios.

  41. Isótopo dice:

    Sol, eso mismo pareces, un sol que se eleva sobre una lucha de titanes. Mágicas palabras las de la marinería y los veleros que empleas con tanta maestría y acierto. Impecable factura, tono de aventura de las buenas. Aún me parece sentir un regusto de sal en los labios.
    Enhorabuena,
    Isótopo

  42. Bonsái dice:

    El mar, los marinos, las luchas navales. Todos estoy condimentos presentes en tantas películas de aventura… Has logrado crear un clima de expectativa, de angustia, de estremecimiento hasta el último minuto. Tu lenguaje marinero es destacable; se nota que te has empapado en el asunto y que narras a conciencia. Nos traes el tema del apocalipsis, con una gran diferencia, cuando todos hablan de inundaciones, tú narras sobre un sol que nos eliminará y dejas un final de suspenso: ¿cuál es la respuesta? Muy buen relato. Suerte.

  43. Maurice Kraft dice:

    No sé qué tienen el mar y los barcos, que resultan cautivadores para los profanos como yo. Claro, que para captar la atención y hacer volar la imaginación no basta con ensartar una serie de términos marineros, sino que hay que saber cómo crear el ambiente y acompañar esa ambientación de una historia. Y tú sabes hacerlo, vaya que sí. Aunque tal vez sea este último aspecto, el de la historia, el que menos me convenza de tu relato, porque encuentro que pasan demasiadas cosas en demasiado poco tiempo. Con el mágico escenario que has creado, habría sido suficiente con desarrollar una sola escena, en lugar de saltar a tres distintas. Esto, por supuesto, no es un fallo de tu cuento, sino una diferencia de criterio con mi forma de contar historias, que seguramente es mucho más sosegada. En cualquier caso, cuentas con mi más sincera admiración: la que despiertan los relatos que sé que yo nunca sería capaz de escribir.

    Enhorabuena y mucha suerte.

  44. Dies Irae dice:

    ¡Rayos y truenos! Un tema original en el que se han mezclado sabiamente distintos elementos. Excelente -al menos para alguien, como yo, de secano- descripción de la marinería y sus artes, buenas dosis de horror y vísceras en una calma tensa y angustiosa que desemboca en un enfrentamiento entre los auténticos protagonistas del fin del mundo que Sol nos propone para satisfacer las preguntas de su capitán Luca. Suerte en el concurso, pero si no hubiera suficiente, envíaselo al productor de Piratas del Caribe: le va a encantar.

    Un saludo.

  45. Lovecraft dice:

    Un relato de aventuras y horror con un final enigmático. Te recomiendo la lectura de los relatos fantásticos de ambiente marinero de William Hope Hodgson. Si no he interpretado mál tu relato, creo que te gustarán.

    Szczęście

  46. yaguarete dice:

    Me gusta tú relato. El me lleva desde una batalla naval estupendamente expresada a un apocalipsis bíblico, descrito según los evangelios apócrifos de la autora.

  47. Agatha dice:

    Hola Sol:
    Sin duda es un relato muy interesante. Parece escrito por un artista de raza y huele a mar del bueno, del mar removido y oscuro donde puede ocurrir cualquier cosa.
    Enhorabuena por tu trabajo. ( no encuentro el modo de poner las estrellitas, ya lo encontraré )

    Agatha.

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