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Página destinada al 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, relatos, ganadores, entrevistas, noticias, finalistas, crónicas, literatura,premios.

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24- La vieja bodega. Por El asesino de Morfeo

El día era luminoso, maldita sea; el sol había salido detrás del castillo, como siempre, la gente trajinaba camino a la plaza, como siempre, la carnicería de enfrente había abierto sus puertas y olía a primavera. Juan miraba a través de la ventana, tras los cristales sucios y no entendía por qué todo seguía como si nada hubiera ocurrido.

El hombre esbozó una media sonrisa mientras se calaba aún más el viejo gorro que tapaba un pelo rubio y reseco. Era alto y enjuto, levemente encorvado y, en otros tiempos, debía haber sido atractivo. Pero eso era algo que a Juan le importaba muy poco.

La luz de la ventana recortó su figura mientras él recorría la estancia con una mirada fría, gris, minuciosa: no convenía dejar ningún cabo suelto, ninguna pista que delatara a la enemiga lo que allí había pasado ni dónde podría encontrarle. Cerró las contraventanas, recorrió el resto de la vieja casona y bajó las escaleras que le llevaban al refugio que, durante mucho tiempo, había preparado.

La casa de Juan era grande, de piedra: como casi todas las casas antiguas de la zona escondía en sus entrañas una vieja bodega; en el piso superior estaba la vivienda familiar y, en la planta baja, la panadería que había permitido que su hermana y él fueran a estudiar a la universidad, lejos del pueblo. Ella había terminado la carrera, se casó y se quedó a vivir, con su marido y su trabajo de bibliotecaria, en el piso que sus padres le regalaron en Madrid. Era un buen piso y a sus padres les costó muchas barras de pan horneadas con sudor y cansancio. Años y años de olor a pan y a sudor costó el maravilloso piso.

Juan no terminó sus estudios. La cabeza le daba demasiadas vueltas buscando el sentido a la vida y respuestas a dilemas que nadie ha resuelto. Leyó a los grandes filósofos, buceó y buceó en libros que nada tenían que ver con las asignaturas que impartían en las aulas…. hasta que algo estalló en su cerebro. Entonces empezó la peregrinación de psicólogos a psiquiatras, de psiquiatras a psicólogos y su clara mirada se perdió detrás de las gafas oscuras que, desde entonces, ocultan sus ojos y un feroz escepticismo.

Juan abandonó su estéril búsqueda para encontrar el amparo de sus padres y de la panadería, allí todo era más fácil y sencillo: el pan no pretendía ser otra cosa que un buen pan con el que acompañar la comida de la gente cuando se  sentaba a la mesa. Juan horneaba, se dejaba querer por sus padres y leía. Durante un tiempo la vida se apaciguó, pero pronto el mal de la enfermedad vino a instalarse en la vieja panadería, como un huésped hosco y desabrido, para alimentarse de los padres y engullir su vida.

Primero fue al padre; el maldito huésped lo debilitó hasta dejarle atado a una silla de ruedas y al dolor. Su mujer y Juan le cuidaban mientras esperaban que la hija viniera desde Madrid a acompañarles y a dar algo de cariño al pobre viejo que preguntaba por ella. A veces llegaba al pueblo con su novio (un cura renegado que jugaba a cineasta y a meterle mano a la chica del panadero) eran visitas breves y terminaban cuando conseguían que los padres les “prestaran” algo de dinero. Juan comenzó a odiarles.

Cuando por fin la muerte se llevó a su padre, la hermana reclamó la herencia nada más llegar del cementerio, quería  financiar un corto que, el que era ya su marido, pensaba realizar. Su madre lloró y le dio el dinero que pedía. Por entonces la anciana dejó que la enfermedad empezara a comérsela.

Juan decidió que aquella mala mujer no era su hermana, solo le unía a ella unos cuantos genes no identificados; canalizó su energía en cuidar a su madre mientras alimentaba una inquina febril contra sus  enemigos: la ingrata, como le gustaba llamarla y el pretencioso pedante de su marido.

Le costaba recordar cuándo había tenido algo de complicidad con su hermana, buscaba en su memoria y siempre aparecía como la niña malcriada y celosa que había amargado su infancia. Juan había crecido escuchando maravillas de ella mientras tenia que soportar sus pequeñas mezquindades y sus mentiras; más de una vez  cargó con las culpas de lo que hacía doña perfecta sin que ella moviera un dedo por esclarecer su autoría. Soportando su cínica sonrisa, Juan se enfrentó por primera vez a las pequeñas injusticias que conforman nuestra infancia y, en ocasiones, nuestro carácter.

Es difícil asegurar nada, quizás fue por entonces cuando Juan decidió convertirse en un Quijote desfacedor de entuertos o quizás no, pero lo cierto es que, cuando lo conocí, su figura tiernamente estrafalaria y su búsqueda enajenada de justicia, me hizo pensar en el caballero megalómano y perdedor creado por Cervantes.

En los últimos tiempos, se había cansado de luchar contra los molinos de viento y había centrado sus esfuerzos en cuidar de su madre enferma y en despreciar a la miserable de su hermana. No podía perdonarle el desapego que mostraba hacia su madre, la indiferencia ante su dolor y la falta de interés ante todo lo que no fuera dinero. Día a día fue rumiando su venganza y, cuando vio que la anciana ya ni siquiera preguntaba por ella se preparo para humillar a la bibliotecaria.

Recordó la vieja bodega de su casa; la entrada había sido tapiada porqué a su hermana le daba miedo y convenció a sus padres con mimos y llantinas. Nadie había vuelto a hablar de ella en la familia una vez condenado su acceso. En secreto Juan volvió a abrirla, luchó contra las telas de araña y la suciedad que se había acumulado durante años, bajó todo lo necesario para subsistir: agua, víveres, libros, dos pequeños camastros, una mesa y un par de mantas para protegerse del frío y la humedad. Comprobó que la vieja instalación eléctrica aún funcionaba, instaló ruedas en una estantería para ocultar la entrada a su guarida y pacientemente esperó su momento.

El día era luminoso, maldita sea. Había dejado un lacónico mensaje, en el contestador telefónico de su hermana, comunicando que su madre había muerto. Con cuidado bajó en brazos a la difunta y la depositó en el camastro de la oscura bodega, se sentó cogiendo la mano yerta de la mujer y secó a manotazos las lágrimas que le caían por las mejillas y la barba sin afeitar…..afuera el día era luminoso.

Agarrado a la mano de su madre imaginó la llegada al pueblo de su hermana, el desconcierto del matrimonio al preguntar, de casa en casa, por el paradero de los ausentes. Habrían ido al tanatorio y al medico que expidió el certificado de defunción. Se imaginó a su hermana dando explicaciones que paliaran el escándalo que sacudiría el pueblo, la vergüenza de la ingrata ante las miradas de hipócrita conmiseración de los vecinos y paladeó el hecho de que cada uno de ellos conocía la verdadera historia del desamor de la mujer.

Tres días, tres, veló a su madre a solas. Le habló de su niñez, le dio las gracias por su amor, por las comidas que le preparaba con cariño, por su paciencia cuando se le nublaba la razón. Pasó el tiempo leyéndole libros que sabía que a su madre le gustaban y le explicó que la niña que había parido se había convertido en alguien que no se merecía despedirse de ella ni manchar con su presencia el último aire que la envolvía.

Tres días, tres, esperó a que su hermana se marchara. Pegado a la trasera de la estantería escuchó el ruido de la puerta al cerrarse con un portazo, luego el rugir de coche de la pareja arrancando y huyendo de una situación cada vez más esperpéntica. Juan esperó tres días, como los antiguos, a que el espíritu de la madre abandonara su cuerpo en la cripta del hogar que la había cobijado. Solo entonces se entregó a la burocracia que rodea a la muerte, serenamente y con una leve sonrisa en el alma.

576 Comentarios a “24- La vieja bodega. Por El asesino de Morfeo”

  1. Lovecraft dice:

    Hay un programa excelente que se puede descargar de Internet, llamado «Primitive Word Counter», gratuito y muy sencillo de utilizar, que cuenta el número de veces que aparece cada palabra en un texto. Es magnífico para detectar repeticiones de determinados vocablos. Recomendado.

  2. Dies Irae dice:

    ¡Cucarachas como estrellas y estrellas como… como estrellas! La bodega de Morfeo llena de luz mágica, de palabras como pavesas que saltan del chisporroteo de los troncos de la chimenea.

    Venid, amigos, contad vuestra historia antes de que el conjuro del Asesino desaparezca y los fuegos artificiales sean de nuevo disparados hacia otros cielos y otros emboscados ocupen nuestro lugar.

    Venid, hablad, dejad un rastro de palabras con el que encontrarnos más allá de las falsas luces de los flashes, más allá de la pompa y la circunstancia por la que aquí nos encontramos.

    http://www.youtube.com/watch?v=moL4MkJ-aLk

  3. sacha dice:

    Llego tarde, mal y nunca; el aguardiente, la queimada y los conjuros deben esperar. Pero me sumo al último brindis y leo textos olvidados en la vieja bodega abierta y vacía.
    Buen camino, amigos.

  4. Don Juan Tenorio dice:

    Gracias, tabernero de sueños. Recibo vuestros pétalos de rosas, que irán marchitando mis pasos según mi triste sino. Os merecéis el mejor de los panteones por dar agua al sediento…
    En cuanto a los detractores…, bastarán acaso estos versos:
    « Leal la apuesta os gané;
    mas si tanto os ha escocido,
    mirad si halláis conocido
    remedio, y lo aplicaré».
    Saludos agradecidos.

  5. Señorita Bennet dice:

    Jo, que separado queda el texto. Cuando lo había escrito quedaba juntito…

  6. Señorita Bennet dice:

    ¡Hola Asesino! Me paso por aquí un momentito, para que no me odies tanto. Tengo un examen el miércoles,y bueno, he pensado que yo también tenía que dejar un pequeño granito de arena en la Bodega antes de retirarnos las caretas.

    Aquí un texto improvisado, no lo matéis a críticas mi Asesino, que el pobre no tiene la culpa de estar poco desarrollado, la culpa es mía entera, o de la Universidad. A quién usted prefiera culpar.

    »
    Qué malos son los espejos. Eduardo se lava la cara en aquel lavabo que parece llevar semanas sin limpiar. El tufo a meado ajeno le provoca una arcada. Poco queda en su reflejo de aquel truhan que recorría las villas verano a verano.

    Nostálgico, recuerda los aplausos, perdidos en algún retazo de la memoria; tan ausentes en el presente como la felicidad.

    Sale del baño maloliente. A su alrededor no hay vítores, ni hay nada. Sólo ojos refugiados en sus vasos y sus fantasmas. Miradas tan perdidas como la suya. La taberna huele a humedad y los muebles parecen el lugar predilecto para los festejos de carcomas.

    Los artistas ambulantes siempre estuvieron infravalorados y la era de los circos había pasado. Él antaño manejaba los cuchillos como si fueran una extensión de sus dedos. Recuerda el frágil cuerpo de Jazmín, atado a aquella ruleta; la seguridad de sus brazos, el lento movimiento de su pecho… Pero su rostro se ha perdido con los años, como otros tantos, llevándose consigo el amor que le profesaba.

    Eduardo baja la mirada para contemplar al tabernero. No puede creer que Lole no le haya reconocido. Qué cínico. Lole, el trapecista. Ahora mismo ninguna cuerda sostendría aquel cuerpo que había cultivado a base de fritanga y malos tragos. Se mueve con torpeza, limpiando los vasos con un paño gris y mojado. Hubo un tiempo en el que fueron amigos y hubo un tiempo también en el que le traicionó. Es lo que ocurre cuando un sentimiento se vuelve demasiado intenso. Uno de los dos pilares falla.

    Eduardo recorre con lentitud el camino de su agujereado pantalón para introducir la mano en el bolsillo. El cuchillo parece vibrar entre sus dedos. Siente el filo, fino y frío.

    Aquél será el último espectáculo de Maese Eduardo. Con un movimiento rápido lo saca y ante la mirada anonadada de los presentes, lo lanza. Y por un momento, siente que vuelve a ser el mismo que hace treinta años. Percibe todas las miradas presentes clavadas en él. Por un instante, los gritos desgarrados se convierten en halagos y esa taberna en el escenario añorado. Sólo que hoy no habrá celebración, ni cantares, ni historias frente al fuego.

    Y lo último que ve, antes de salir del escenario, es el rostro descompuesto de Jazmín, al lado de Lole. No parece ella. No queda nada de su cuerpo esbelto, de sus curvas pretenciosas o de la melena que ondeaba hasta sus caderas.

    Pero era ella. Quizá Eduardo había olvidado sus rasgos, pero jamás podría olvidar la forma tan particular que tenía de llorar. »

    Una pena, creo que esta trama da para más, quizá lo pula y haga un relato como dios manda xD

    Bueno, me voy de la bodega antes de que me lancen a mi un cuchillo. Gracias por el vinito. ¡Un beso!

  7. Firmin dice:

    Lo prometido es deuda:

    Mi barco navega por mares de suciedad y despojos. No tiene velas; fueron roídas hace tiempo por ratones de biblioteca hambrientos y despechados. Soy un pirata venido a menos, un filibustero de tres al cuarto que jamás conoció el océano. Por exceso de bravura y arrojo, me conocen como Long John Silver; en realidad me llaman así porque me falta una pierna. Escondida en un oscuro rincón, junto a mis compañeras, robo retazos de conversaciones entre nubes de vapor de té. Allí esperamos la llegada de la noche mientras jugamos a ponernos nombres; Annabel Lee, Zalacaín, Calixto o Karenina son nuestros motes. Tras una tensa espera, las luces de neón se apagan arrastrando ecos de la última conversación y aún resuenan besos de ron de miel cuando los perros se desperezan ante el nuevo día. La larga noche ya es un recuerdo de colillas y ceniza, un efímero manto de roces furtivos. La barra, con las primeras luces de la mañana, se convierte en campo de cosechas sin recoger y de la enorme extensión de madera lacada sobre la que se sellaron pactos de anís y ginebra, aflora un vergel de licores derramados y aroma de carmín que nunca será suficiente para calmar el ansia devoradora que corroe mis entrañas. A veces, encuentro bocetos de cuentos tatuados en servilletas sucias; con suerte, un poema inacabado que me sirve de frugal cena. Sobre una fría mesa de mármol, que se vislumbra peligrosa en la lejanía de lozas manchadas y charcos de vino, descubro un libro de Kafka, abierto y olvidado. Un tesoro inalcanzable para quien teme por su vida. Sus palabras, mil veces leídas, se pierden en el vacio de la habitación sin que nadie ose atraparlas. Resignada y desnuda, taconeo, una vez más, mi cojera sobre el mostrador. Ahora nadie observa, nadie recita ni escribe. La oscuridad arropa nuestros desvelos y durante unas horas, felices, somos las dueñas del local. Con el amanecer, el ruido de la persiana, enrollándose sobre sí misma, sirve de señal de aviso para una retirada vertiginosa. Alguien llega y comienza a limpiar. Las escobas nos buscan por los rincones, explotando bombas de polvo, cascaras y papel. Un perro nos presiente sin vernos y ladra nervioso mientras olisquea. Así, repudiada por el día, me escondo con rapidez debajo de la maquina del café, buscando su confortable calor y junto al resto de cucarachas espero, temerosa y resignada, a la nube de insecticida o al paletazo implacable que, de una vez por todas, nos extermine.

  8. Asesino de Morfeo dice:

    Para Don Juan.

    Las estrellas es lo que tienen, que son muy suyas; pero por aquí cerca es muy difícil ignorar a un Don Juan que apareció en nuestras vidas para recordarnos que la magia, la imaginación y la complicidad se pueden presentar, cuando menos lo esperas, detrás de una capa y blandiendo una espada de poesía.
    ¡Buenos nos van a poner, después de tu carta, a los de la cuchipandi! …..Pues vale, pues bueno, pues me alegro. Yo me apropio de lo del tabernero de sueños para grabarlo en los recuerdos que guardo para cuando me da el bajón. Muchas gracias, por eso y por llevarme de la mano a leer poesía, que la tenía olvidada,o por regalarme el conocimiento de la palabra ucronía.
    Lo dicho, pétalos de rosas para que piséis por encima de la vulgar realidad. Un abrazo

  9. Pigmalión dice:

    Don Juan :

    A vuestros pies quedo despuēs de oíros tan bellas y sentidas palabras, que no lisonjeras y livianas.

    Descuidad, don Juan, que antes de dormir hablaré con la noche para que deje caer sobre vos su manto de estrellas.

  10. Don Juan Tenorio dice:

    CIEN DÍAS, CIEN PALABRAS

    Alguien lo invitó una noche de noviembre,a las puertas de otro Día de Difuntos.
    Don Juan Tenorio, como cada año, dejó su tumba para perderse entre las vidas de los vivos. Un mundo desconcertante acogió sus primeros pasos. De relato en relato fue aprendiendo a jugar en aquel bosque de máscaras y espadas que herían sin matar. Como la suya.
    Se ató con la seda de amor y muerte tejida por Pigmalión, hilo de Ariadna guiando en laberintos de papel. Y entró en los terribles colores con los que Dies Irae había pintado el carrusel sin música de sus caballos detenidos. Y visitó el palacete de un imperial Lovecraft, cuya espada atravesaba insolente las fronteras de la ucronía. Y por fin se detuvo Tenorio en aquella vieja bodega. Un tabernero de sueños embriagaba con vino de ternura a los lectores de su desgarrada e inútil venganza.
    Caían los cien días de una espera de reloj de arena.

    El mismo alguien de aquel noviembre le recordó que llegaba febrero con sus trompetas de juicio. ¿Qué iban a dejar atrás? «Máscaras para los vivos y un sudario de olvido para mi segunda muerte», se respondió Tenorio.
    Antes de que el refugio de Morfeo cerrara sus puertas habría una tertulia final. Don Juan prometió cien palabras para sus platónicos amigos de cien días. Pero fueron casi trescientas las que le hicieron burla desde el otro lado de su honor. Con un suspiro de derrota dejó capa, espada y orgullo en un rincón de la bodega.
    Y regresó a su tumba, palabra a palabra.
    Ignorado por las estrellas.

  11. Vaya, espero que no haya terminado todavía la fiesta. Odio llegar cuando sólo quedan vasos vacíos, montañas de confeti y ese engrudo que hace que se te peguen los zapatos al suelo a cada paso.

    No me quejaré de exceso de trabajo, con la que está cayendo, pero lamento no haber podido pasarme estas últimas semanas por la bodega, y por las moradas del resto de compañeros.

    Por lo pronto, voy a ponerme al día con los comentarios recientes, que siempre es bueno escuchar antes de hablar.

    Un abrazo a todos…

  12. Sócrates dice:

    Esta historia llega a su fin, gentil asesino, decirte que eres un gran compañero y que has dado mucha vida y emoción a este gran concurso, tienes fuerza asesino de morfeo. Y de vieja bodega nada de nada, tu bodega es muy actual. Un abrazo

  13. Don Juan Tenorio dice:

    ¡Qué alegre melodía levanta en domingo el vuelo!
    ¡Una nueva fiesta viva en bodega de Morfeo!

    A tan hechizador certamen acudiré en cuanto mis invitados me lo permitan…
    Mientras tanto, enhorabuena a Pigmalión (precioso), a Dies Irae (regio y poderoso) y a Lovecraf (música acertadísima)Si el Comendador no me censura aquí os he dejar mi colaboración. Sólo os avanzo el título:
    Cien días, cien palabras.

    Buena sobremesa a todos.

  14. Asesino de Morfeo dice:

    ¡Bieen, tema libre! Nada de contar palabras, nada de poner fajas al espíritu con temas establecidos; que cada uno vomite lo que le salga del alma, borrachos de palabras en un lugar cálido de un mundo sin fronteras y lleno de sonrisas cómplices, de música maravillosa para envolver los sueños.

    ¡Hale, ya estoy sonllorando, como dice Lamari! si es que me emocionáis…¡Snif!

  15. Firmin dice:

    Hola, mi visita es como la del practicante, rápida y fugaz. Menesteres domésticos y ajustes familiares me impiden permanecer más tiempo que el justo para escribir estas tres míseras líneas. No sabía que en la oscura y fría penumbra de tan hermosa bodega se escondían los ratones literarios de este canal. Como vinillo ya nos sobra, mañana prometo traeros un pequeño cuento para que alimenteis vuestras ansías líricas jamás saciadas.
    Saludos y salmorejo.

  16. Dies Irae dice:

    ¿Permiso? Agradecimiento, por el momento perfecto y… porque son «nuestros chicos», y el futuro se prepara así de bien. Gracias, Lovecraft.

  17. Dies Irae dice:

    Me gusta el tema que propone Pigmalión: el renacimiento y la celebración de la vida y la escritura. ¿Perderemos el tiempo en debates para elegir otro? ¡Fiesta de letras!

    De pronto, sin saber nadie cómo –ni siquiera quien sigue tu rastro entre las letras–, te levantas un día como un tronco que rechiza más allá de un incendio. Inundada por aguas subterráneas, pletórica de fuerza mineral, nos anuncias que el día señalado no cambia. Te crecen vigorosos brotes verdes que ahuyentan nuestras dudas y, a tu paso, un vendaval abre postigos y ventanas y el aire se renueva. Como lacayos, bruñimos la caoba de los muebles y frotamos la plata hasta que resplandece. Las lámparas de lágrimas nos contagian de guiños y urgimos al correo para que las invitaciones, en sus sobres lacrados, vuelen a su destino. Azotamos alfombras, repintamos los techos, podamos los rosales y cortamos la hierba. Rastrillamos la grava del camino y, en la verja de entrada, desenredamos hiedras que ocultaban los goznes.
    La noche nos sorprende agotados sobre tules y rasos, con el hilo de seda enhebrado en delgadas agujas, bordando iniciales atrapadas en bastidores de nácar. Abrazados, exhaustos, cruzamos los pasillos hacia los dormitorios. Sólo a la incierta luz de la madrugada, cuando el miedo a perderte vuelve a ser dueño de nuestros sentidos, la lucidez del insomnio nos martillea con dóndes y cómos, con porqués y cuándos. El primer rayo de sol espía el silencio de tu habitación y creemos saber que sólo ha sido un relámpago engañoso, la locura de un día que negaba todos los anteriores. La lógica implacable nos muestra el imposible, el inasible sueño que ayer nos contagiaste. Desde cuándo boda sin novio, fuente sin agua, flor sin perfume, barco sin vela, ángel sin alas, desde cuándo.
    Sin embargo, despiertas pletórica de risas, con las mejillas arreboladas y hambre de mundo y compras. Unas horas más tarde, un cabriolé de capota acharolada nos devuelve a casa cargados de paquetes: encajes, lencerías, sombreros y chaqués, guirnaldas, búcaros, lamparitas chinas, manteles de organdí, velas de incienso, artesanías, semillas de plantas aromáticas y exóticas que enterraremos con delicadeza en los parterres. Y como hoy, repetimos el mismo despropósito a diario. Con sonido de campanillas aparecen repartidores con regalos procedentes de países desconocidos, perdida ya la cuenta de invitados y de los que únicamente te hacen llegar su admiración, respeto o el eterno agradecimiento por favores que ni siquiera sospechábamos.
    Arrancamos hojas del calendario en borrachera de preparativos, sin querer echar cuentas del tiempo que nos queda, arrastrados por la exuberancia selvática de tu energía sin límites, hasta que, en un atardecer con sabor a canela y limón, nos avisas de que el día siguiente será sagrado: dedicada a ti misma, disponiendo tu cuerpo y tu espíritu, hasta que se cumpla el tiempo y el reloj de la sala marque con sus pequeñas campanas de bronce que ha llegado la hora. Te levantas de la mecedora y cruzas la terraza hacia tu habitación, dejando un rastro perfumado levemente por la incertidumbre, que apenas se sostiene un segundo en el aire quieto de la tarde. Nosotros nos miramos, sintiendo la sombra silenciosa de un murciélago que cruza entre los árboles, sabiendo que ya no hay vuelta atrás.
    Con el amanecer se nos vienen encima las últimas horas, suponiéndote entregada a baños orientales, a masajes con agua de rosas, a delicadas torturas que lograrán devolver a tu piel resplandores antiguos y la tersura arrebatada por los años, mientras tu mente se somete a técnicas milenarias de relajación. Contemplamos en inquieto silencio un desfile de manicuras, perfumistas, peluqueras y maquilladoras, perseguidas por modistas con dedales de plata y que cierra un chicuelo medio desharrapado que porta, envuelta en celofanes, la caja de tus zapatos de princesa con vertiginosos tacones de aguja. Al despedirse el mozo, deja paso a un circo de floristas, cocineros y pinches, camareros de etiqueta, doncellas almidonadas, un chamán indio del brazo de una trapecista perdida en lentejuelas y un cuarteto de cuerda. Y, tras ellos, empiezan a llegar los invitados, que se arremolinan cerca de los veladores del jardín y degustan los cócteles. Faltan pocos minutos para la hora exacta.
    Temblorosos y pálidos, nos preguntamos si será éste el momento fatídico de romper el hechizo, de terminar con el sortilegio en el que hemos sido atrapados, cuando sentimos como un tremor profundo bajo nuestros pies y, advertidos por los murmullos, nos giramos hacia la verja del jardín. Por la grava del camino, en un silencio roto apenas por el deslizarse de los guijarros bajo sus pezuñas, avanza un caballo negro con las crines trenzadas y sobre él, magnífico, aparece el novio. Del otro lado, en el porche de entrada, las cuerdas de la orquesta inician un suspiro de nota sostenida, en continuo crescendo, que culmina al abrirse la puerta de tu cuarto.
    Toda tu magia resplandece al son del allegro que atacan los violines. Un pizzicato de viola y contrabajo te acompaña, mientras, mudos, admiramos tu corte de pelo a lo garçon, el brillo febrilmente feliz de tu mirada, tu cuerpo esbelto descendiendo la escalinata, la punta de raso y brillantes del pequeño zapato que asoma bajo el vestido cuando avanzas ese pie que todos deberíamos poder besar un día. Y por fin, cuando tu mano alcanza la mano que la espera, el violoncello comienza a entonar la melodía y desgrana la paleta de brillantes colores del cielo del crepúsculo.
    El novio levanta el velo que desdibuja tus rasgos perfectos. Le entregas un pequeño rollo de pergamino, que recoge besando apenas tus dedos y le pasa, en un gesto preciso, como si hubiera sido mil veces ensayado, al guardián de tus letras. Éste, disimulando su sorpresa y alentado por la cálida sonrisa que le dedicas, rompe el lacre, lo extiende, carraspea y pide a la música unos segundos de silencio, pues su voz rota no puede elevarse sobre ella, y pronuncia tan sólo estas palabras:
    «Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros»

  18. Lovecraft dice:

    Con el permiso de Dies Irae y del dueño de la bodega, propongo esta banda sonora para el último baile. Para mi gusto, representa muy bien el espíritu de lo que Asesino ha montado en este rincón del certamen. Atención a los acelerados compases del final: se corresponden con el momento en el que dejamos caer las máscaras:

    https://www.youtube.com/watch?v=r9UIspD74nk

  19. Pigmalión dice:

    Morfeo :

    He venido rauda a tu llamada ( me has pillado en casa). Gracias por contar conmigo para tu fiesta, te he dejado un pequeño cuentecillo improvisado, si no es lo que pides, dímelo y haré otro. Claro, si tengo tiempo. Empieza la semana y voy loca… Bueno, de todos modos, dímelo y tu deseo se hará «cuento». Un fuerte abrazo y espero tener la oportunidad, cuando acabe esto -¡ay, qué pena!- y puedan caer las máscaras, de conocerte, o, al menos, saber quién eres.

  20. Pigmalión dice:

    Asesino de Morfeo:

    ¡Ole! ¡Ole! ¡Ole! Pero que grande eres, grande de lo que hay que ser: de corazón.

    Me apunto a tu fiesta. Me encanta tu bodega y como la llevas. Quiero agradecerte tus historias , abandonaste al asesino y te convertiste en Morfeo, mi Morfeo. Caí hipnotizada en tus brazos, mientras te oía. Y conmigo cayeron las sedas que me cubrīan, me acogiste en tus brazos al sentirme fría. Nos miramos a los ojos y vimos la verdad desnuda. Comenzó a aparecer un ejército de sombras
    marchando al funesto son de cascabeles invisibles. Nos agitamos, nos sobrecoge ese oscuro sonido y buscamos en los ojos del otro consuelo. Y lo entendiste: me subiste el tirante, me sujetaste a la vida. Y con la sutil restencia de la seda.

    Irrumpió la luz, llenando la bodega de blancos y amarillos. Barrió las sombras y sus funestos sones. Doncellas con volátiles vestiduras tocaban violines y trompetas. Nos cubrieron de guirnaldas y comenzamos a brindar, por qué: por la vida que nos ha dado la oportunidad de conocernos y compartir sueños.

  21. Asesino de Morfeo dice:

    Para Sol y para Camino de la cima:
    He intentado ponerme en contacto con vosotras pero mi ordenata se ha puesto borde y en huelga y no ha habido manera. Quedáis invitadas en silla de honor a la fiesta de despedida. Un abrazo.

  22. Asesino de Morfeo dice:

    Vuestros deseos son órdenes: ¡¡¡FIESTA !!!

    Abriré las dos puertas para que se forme corriente y el aire se renueve con aromas de primaveras adelantadas. Colgaré guirnaldas y alfombraré el suelo con pétalos de rosas. Llamaremos a los amigos y vaciaremos las existencias de la bodega. Yo me encargo de la intendencia: refrescos, cerveza, vinos, espumosos y algún aguardiente que suelte las lenguas.Viandas de todas las clases, clásicas y de la nueva cocina para los sibaritas. Incluso habrá ensaladas para los vegetarianos…que nadie eche de menos nada.
    Montemos un gran Coloquio, como dice la Señorita Bennet, para elegir el tema común de un microrelato, un relato de no más de cien palabras que nos ilustre del estilo de cada uno de los participantes. Podría ser divertido…bueno es una idea,a lo mejor se os ocurre otra que os guste más. Espero vuestras sugerencias.
    Cuando lleguemos a un acuerdo sobre qué escribir, o cómo hacerlo, pasaremos a leer cada uno de los textos y, por esta vez y sin que sirva de precedente, sonarán sólo los aplausos; los vítores y las críticas serán amables y sonrientes. No habrá ganadores ni perdedores y ningún trabajo será carne de papelera porque cada uno de ellos tendrá un lugar en el corazón de los niños que una vez fuimos.
    Para entonces será el momento de la despedida. Entonces en cielo se llenará de fuegos artificiales para dar paso a nuestros particulares Juegos Florales; sin presentador engolado ni señoritas de la alta sociedad vestidas de blanco. Que sean unos juegos como los de la antigua Roma, con mozuelas ligeras de ropa y adonis a juego que porten antorchas mientras bailan al son de las trompetas, o al son de la música que nos ponga Dies Irae.
    Entonces que cada uno se despida del certamen como quiera, cantando, bailando, borrachos o sobrios y dispuestos a escuchar, en silencio, el veredicto del jurado de verdad; pero con una sonrisa en los labios y la certeza de haber encontrado amigos a los que le une la afición por esto de escribir.
    Espero vuestras noticias.

  23. Dies Irae dice:

    Yo pongo el fondo musical, si gustáis:

    https://www.youtube.com/watch?v=b2NRYonFqtQ

  24. Don Juan Tenorio dice:

    ¡Qué octosílabos finales, Morfeo!
    Con amplia sonrisa acojo vuestro ingenio, que creí aletargado. Reconforta mi espíritu comprobar que sois fiel a vuestros amigos, por invisibles que sean.
    ¿Qué preparáis en la bodega este fin de semana? ¿Algún concierto, alguna tertulia? ¿Algún desfile oficial? ¿Algún homenaje a retornados? Recuerdo nombres de hace tiempo y ya no los leo por aquí… ¿Han decidido dejar de las letras los peldaños que llevan a eternidad? Uno a uno van cayendo al parecer, como en Waterloo. Al final el Napoleón de Lovecraft recogerá nuestros restos, los meterá en su usb y los llevará a otros campos fértiles, con otros nombres y otras medallas. Un nuevo ejército de plumas, mediocres o brillantes, pero honestas y encantadas por la Musa.
    A medianoche desvarío, Morfeo. Algún tropiezo ha tenido mi espada con el Comendador por ser nocturno y juguetón, amén de curioso y entrometido. En fin, lances secretos acordes con el personaje que soy.
    Un saludo, esperando que sigáis cultivando el romance jocoso. Bien encaminado vais, ¡a fe mía!
    ¡Divirtámonos! ¡Honremos nuestra más popular literatura!

  25. No sufráis, Don Juan Tenorio,
    No hay contienda que librar,
    Ni sangre que llegar al río´
    Simplemente, un gran «pasar».

    Nuestra alma, ya vetusta,
    Se sacude el polvo y echa un trago,
    Que no hay puerta que se cierre
    a amigos e interesados.

    ¡Voto a bríos! No hay cojónes
    Para romper la alegría
    que produce la certeza,
    de que vendrán los amigos
    a beber una cerveza.

    ¡Señor, que cruz!….pero ¡que alegría de encontraros!

  26. Don Juan Tenorio dice:

    ¡Voto a bríos! ¿Qué leo hoy aquí? De puertas va la cosa, y con malos goznes…
    No olvidéis, amigo mío, que “casa con dos puertas mala es de guardar”.
    Vino, poesía y tertulia se transforman en riña, duelo y desafío…¡qué lío!
    Becerros, huevecillos, ostras y demás alimentos ¿van a hacer de vuestra ya mítica bodega un hediondo corral? ¡Por favor, señores! (perdón por el masculino genérico, soy chapado a la más antigua de las usanzas) ¿Y si dejamos que el viento barra pajas y vigas en ojos propios y ajenos?
    Un poco de buen humor,
    del humor que aquí reía
    echa don Juan a faltar
    en este mediodía.
    Murmullos en derredor,
    rumores, aburrimientos
    y recuentos sin pudor
    ¿mermarán vieja alegría?
    Los comentarios por cientos,
    los consejos y talentos
    que Morfeo aquí acogía
    ¿se mudarán en temblor
    de navajas a porfía?
    Mirad, plumas, que anda mal
    este lecho mortuorio…
    Os saluda, muy mortal,
    el carcamal del Tenorio.

  27. Asesino de Morfeo dice:

    Para Iri:

    ¿Hablas de similitudes entre el texto que nos dejó Hóskar y el que nos acabas de regalar? Yo no las veo. Me ha encantado el tuyo, aunque, para mi, sobra «cuánta mediocridad», me aparta del resto del discurso y lo hace oscuro. El resto lo he paladeado con placer.

  28. Dies Irae dice:

    No te vayas, Hóskar; yo prefiero el becerro en chuletillas, con una ensalada bien surtida para desengrasar. Pero me encanta comer de vez en cuando en un vegetariano (o con un vegetariano). Más que nada porque el vino, solo con ensalada, no combina bien: por eso añado la carnaza.

    Más cuando se puede hablar de lecturas y escrituras entre bocado y bocado. O descubrir coincidencias, como cuando leí tu breve texto e, inmediatamente recordé éste mío:

    «Desterrado a una esquina breve de la mañana, muerdo los rayos del sol pasajero. Giro mis ojos de agua hacia ti y espero la escudilla de tus palabras. Si siento que no voy a poder con la ausencia indiferente ni el desprecio, las mimo, las alargo, las retengo impidiendo que se gasten. Busco la sombra gris que nos iguala: cuánta mediocridad y cuán hermoso es creer en el engaño. Qué consuelo, lamerse las heridas.»

    No dije nada entonces, pero como veo que te aburres… Quizá podemos hacer otra ronda de textos, ya que no estamos dotados para la investigación de personalidades ocultas. O que opinen los compañeros: ¿podrían ser ambos textos de la misma persona (mejorando lo presente)?

    Besico.

  29. Para Hóskar.
    Tienes razón, la vida es breve para aburrirse; vamos a hacer una cosa, tu te diviertes a tu manera y nos dejas a nosotros hacer lo que queramos….la verdad es que es cierto que el tema de tu identidad ya no da más de si y yo tengo algo más que hacer que perseguirte por los rincones, sobre todo cuando tu no quieres que te encontremos. No es necesario que salgas por la puerta de atrás y puedes entrar por la principal cuando quieras, pero, por favor,no vuelvas a decir lo de los adoradores de becerros de oro que no me ha hecho puta gracia.

  30. Para Lovecraft.

    Gracias por el enlace. Parece interesante.Está bien eso de que te avisen de los concursos, le voy cogiendo el gusto a esto y pienso presentarme a todos los que pueda. Un abrazo

  31. Lovecraft dice:

    Demostración de la importancia de corregir correctamente un texto: no es lo mismo «aburrirse como una ostra» que «aburrir como una ostra». Es una coña, Hóskar, no te lo tomes a mal.

    P.D.: se te echará de menos

  32. Hóskar-wild is back dice:

    Buenos días a toda la cuchipandi.
    Me gustaría decir que me estoy divirtiendo pero no sería cierto. La verdad es que aburro como una ostra porque este juego que nació inocente no da para mucho más. Aunque me tuviérais al lado vestido de Wild con el pañuelo en el bolsillo de la americana, o con la fló y el traje de faralaes en un tendido de sombra o con la careta de Tomás diciendo lo que ya todo el mundo sabe, ni os fijaríais en mí (frío, muy frío en vuestras búsquedas), porque para ver hay que saber mirar, y hacerlo hacia afuera, con humildad. Asi que lamentándolo (poco, para que engañarnos) salgo por la puerta trasera de la bodega y la cierro sin hacer ruido para que sigáis brindando por los plumillas y los juntaletras adoradores de becerros de oro.
    Disfrutad. La vida es breve.
    PS. Buscad por los rincones; yo también voy dejando artículos. De hecho, hay un buen número de ellos en este comentario.

  33. Lovecraft dice:

    Vuelvo a las andadas. Aquí os dejo un articulillo con algunas reflexiones interesantes. Por cierto, no me llevo ningún tipo de comisión de esta empresa, por si a alguien se le ocurre pensarlo:

    http://www.tregolam.com/seccion/actualidad/15264/razones-para-encargar-una-correccion-literaria

  34. Asesino de Morfeo dice:

    para Dies Irae-

    ¿Que haría yo sin ti? He seguido tus indicaciones y…voy a seguir bebiendo, porque la traducción es aún más inquietante que lo que yo me barruntaba.¿Qué ha querido decir «nuestro Lovecraft»? que conste que yo no quiero ser ese muerto, y menos en una ciudad de arquitectura con geometría no euclidiana….¡Por ahí no paso!

    Para Lamari-

    Ven aquí,mujer de la hermosa flor «plantá» en la cabeza, cotilleemos lo que nos de la gana..¿Has hecho los deberes como nos ha pedido Iri? Gracias al gran Google sigo sin enterarme de lo que me contaba el maestro. Yo soy una persona simple y entre todos vais a volverme majara. Por cierto, ¿Quien es el tío de la vara al que te refieres? Os lo advierto, dejad de hablar en cruzadillo que luego el personal se mosquea y nos van a cerrar la bodega. El que avisa no es traidor.

  35. Asesino de Morfeo dice:

    Para Tomás.

    Lo primero, agradecerte que te vengas a poner tus huevecillos a la bodega. Es un honor.
    Lo segundo que quiero decirte es que yo no se muy bien lo que es un foro normal, pero me encantará que me lo espliques. Esto que nos traemos entre manos es más bien una reunión de amiguetes, sin más pretensiones. En cuanto al número de comentarios y su recuento, te agradezco el esfuerzo, pero la misma reflexión que tu haces la hice yo mismo (creo que cuando cumplí los 200 ya hice ver que la mayoría de los comentarios eran míos)….en cuanto a Dies Irae, no puedo estar más orgulloso por su compañía.
    La verdad, me sorprende tu interés por ese tema, ya que, a efectos del concurso, no tiene la menor importancia. Como es obvio, los lectores no me han votado como favorito y, dudo mucho que al jurado le importe un bledo si tengo verborrea o mis amigos vienen a visitarme a mi rincón.
    Al parecer tu tienes una opinión muy clara de lo que se espera del concursante en un certamen como este y, bueno, quitando que SI he valorado y criticado los trabajos de mis compañeros en su «casa», al menos los que me ha apetecido hacerlo (Que han sido casi todos), la verdad es que no he visto en las reglas nada que haga alusión a la forma y manera de usar los comentarios. Aunque también es verdad que yo soy novato en estas lides y puedo estar equivocado.
    Una última puntualización, si en vez de contar, hubieras leído alguno de los comentarios, comprenderías que mis cabreos no van dirigidos contra la organización del concurso, ni contra ninguna persona física…es otra cosa, una especie de rencor contra las nuevas tecnologías y, sobre todo, contra mi torpeza.
    En cualquier caso, estoy encantado con tu presencia. Bebamos de ese egovino o del tintorro y brindemos por la buena voluntad de entendernos.

  36. Dies Irae dice:

    Hay paz, Tomás. Te pedí disculpas por mi intempestivo airamiento, y quedó mi espíritu tranquilo. Aquellos demonios están sujetos, aunque mentes mis soberbias palabras de aquel día, pues me lo gané a pulso.

    Hombre, lo de estar rojos de ira es una exageración, y en broma, obviamente. La lástima es que no hay manera de llevar una conversación a cámara lenta. A pesar de la abundancia de mensajes; ¿de verdad hay más comentarios míos que del propio Asesino en la bodega? ¡Que alguien me pare! Y ahora, uno más… Será que mi trabajo no es tan duro (el de ahora), al contrario, y me deja huecos para mirar el foro y contestar. Y es cierto que cada moderador es diferente; pero como es quien tiene la potestad de moderar… No sé qué es un foro «normal» (pensé que éste lo era), ya sabes que mi experiencia no es demasiado amplia. Aunque sí, he tenido disgustos y alegrías. Del del Canal quedo, a pesar de los retrasos, muy contenta.

    Más que comentar relatos (que también, pues leí todos y comenté en aquellos en que me pareció que tenía algo que decir y podía hacerlo), yo aprecio el intercambio de opiniones. Creo que una opinión puede enseñar mucho, pero una discusión (amigable, siempre), enseña mucho más. Y que es muy bueno aprender a mirar con ojos ajenos, y así intuir lo que un lector desconocido puede entender, apreciar, sentir o asimilar de lo que escribimos. Y por supuesto, las críticas sobre lo que escribimos nos enseñan mucho también sobre nosotros mismos.

    El resto, lo que no es «literario» (o sea, casi todo, sí), ya es producto de que la conversación deviene en afinidad, relación, amistad o como queramos llamarlo. Y eso, pese a la virtualidad, pese a los malentendidos, pese a lo que se quede en jijijajá, pese a lo que, a la larga, no cuaje, es aún más grato que el aprendizaje. Al menos para mí. Incluida esta conversación contigo, de verdad.

    Un saludo, o un abrazo si he alcanzado tu perdón.

  37. Tomás dice:

    Hola Asesin@, a veces es mejor no revolverse. Ni ponerse rojo de ira Dies Irae, que los robot y los «moderator» cumplen su función para que estén confortablemente en esta bodega maldiciendo, poniéndose la fló y emborrachándose de ego. Mas bien deberían darles las gracias porque yo ya hubiera mandado las fotos de Dies Irae, que está genial para su edad y el duro trabajo que desempeña y algunas otras cosillas que uno va encontrando en San google y en otros huecos de la red. Y si dijera lo que pienso sin consideración (como veo que hacen otros embozados) sé que no lo aceptarían y lo mandaría al reciclaje. En un foro normal, hubieran tenido muchos mas disgustos seguro.

    Pero ya que los juntaletras se ha puesto a hacer adivinanzas y cotilleos he pensado que quizá me dejarían señalar mis investigaciones sobre de donde proviene tan abultado nº de comentarios de Asesin@ y ¡sorpresa!. De los 413 (414 si aceptan este) comentarios, más o menos la cuenta sale así: 178 son de Dies Irae y 144 propios , lo que suma 322. Así que ni siquiera a comentado todos los relatos, que en teoría es lo se viene a hacer aquí.
    Hay aún cosas más interesantes.Iré poniendo «mis huevecillos» para cuando el voluntariado quiera o tenga tiempo de leerlos, valore aceptarlos o desecharlos. A caballo regalado no se le mira el diente, se agradece y listo. Y como dice Lovecraf ¡Haya paz!

  38. Dies Irae dice:

    ¿Suerte? No, no creo, amigo. Algo va mal… Y si el voluntario se ha quedado sin voluntad durante casi 24 horas, igual es que el robot por fin lo ha conseguido: Hall redivivo. En fin, admitámoslo: puñao de juntaletras -tú también, Lamari, reina mora- rojos de ira porque nadie nos hace caso y no permite que se lean los huevecillos que vamos poniendo con la cadencia deseada, o sea, ya. Nuestro egovino, nuestro egosolomillo, incluso las egoborrajillas y los egoducados, todo por los suelos. Cura de humildad, queridos, no somos nadie.

    Os veo preocupados con la perorata de Lovecraft: ¿no la habéis puesto, tal cual, copia-pega, en San Google, ese Espíritu Santo democrático que nos ha hecho a todos instantáneamente sabios? Hacedlo, y dejad que el conocimiento penetre en vuestras mentes indignas.

    Hasta que el servidor, el robot, el voluntario o el Mago de Oz se dignen.

  39. Asesino de Morfeo dice:

    A ver si ahora hay suerte…

    Querido Don Juan: espero que tu espectro se encuentre bien de salud. Mi espíritu está bien, aunque un poco irritado por los malditos artefactos electrónicos que nos manejan a su antojo, sin que podamos revolvernos contra ellos…Malos tiempos, amigo; hagamos como dices, riamos con risa estentórea y antigua y que se jodan los inventos del diablo.
    Adivinanzas, máscaras, baúles y carnaval….luego yo me emborracho, pero, a ver, mira lo que me dice Lovecraft:
    Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn.
    Tu me dirás si no es para darse a la bebída.

  40. leforeverdelamari dice:

    ” Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn.”

    Autor: Lovecraft

    Qué murmura Love?.

    Desde que dejó ese gusano de vocales y consonantes con solución de continuidad parece que invocó, en vez de al diablo, a » La vieja del visillo», a “María Triniá”, esa mujé que se hizo famosa en tiempos de Fernando VII.

    Vaya!, yo que me quería sentar a su vera porque huía de trifulcas, porque su signo zodiacal es el más compatible con el mío y resulta que salta de platillo , pone los relatos patas arriba y los comentarios, centrando su interés en ese Wilde.
    Vaya yo pensaba( de vez en cuando hago eso de » pensar» jejeej) que su tiempo era oro y no lo malgastaría en adivinanzas para quitarle la máscara a un Gamusino del Certamen, que ahora se estará tirando de la risa porque al final consiguió su propósito.
    Usted está seguro de lo que ha murmurado?.Yo no estaria tanto,porque quién hizo la ley, hizo la trampa.” El flautista de Hamelín”, ese del flequillo con cara de travieso afinó bien su flauta y os llevó donde quiso, como quiso.Espero tenga la misma punteria al pellizcarme y me libre del hematoma.

    Le pellizco, perdón le saludo.

    Pd__Y al tío de la vara decirle que las banderillas no se ponen desde el rabo del toro, se ponen de frente, mirando fijo al animal.

    No me habéis cotilleado a mí? poz yo queroooooo!!!
    jajaja

    lamari completamente ELLA

    A vé si ahora entra…

  41. ¡Hombre, Don Juan, que alegría! te estaba esperando para oír tu versión del cotilleo que nos traemos entre manos. Muy literario no queda, la verdad, pero es la mar de entretenido…y hablando de máscaras,la de tu identidad es de las más elaborada. No importa, la verdad es que yo estoy encantado con las personalidades que me he formado en mi cabeza, leyendo vuestras palabras, y no necesito que la realidad las cambie…es como cuando vas al cine para ver la versión cinematográfica del último libro que has leído. No hay forma, porque tu no has hecho el casting y es difícil que estés de acuerdo con la forma de tratar la historia por el director.
    Iri, te juro que no me sale en el ordenata el listado como antes. No se si porque el ordenador es de esos chiquitajos o por qué puñétas, pero no me sale; doy gracias porque pueda leeros y me deje contestaros.
    Como dice Don Juan, riamos con risa antigua y estentórea.

  42. Don Juan Tenorio dice:

    ¡Ah, amigo por Navidades herido!
    Regresa don Juan y lee que en la bodega toman hoy asiento personas o personajes de muy variada condición. “In vino veritas”. Enhorabuena siempre, buen Morfeo. Me place que el buen humor ahuyente frustraciones dormidas, celos agazapados o rencores enajenados. En cuanto a adivinanzas… un poco de misterio y picardía ponen sal a un soso día. Carnaval acecha. Los hay que empiezan a desempolvar las máscaras abandonadas en bargueños antiguos.¡Qué pavor inconfeso! Riamos, con carcajada de antaño.
    Un saludo y cien recuerdos por lo menos.

  43. PD: Si que te dejó conmovido la película, que ni me regañas por la falta de una ce en la dichosa abducción.

  44. Pues si, Lovecraft, comprendo que te hiciera gracia el final de la narración, yo también me reí hace unos años, cuando escuché por primera vez el chiste a un amigo que lo contó genial. No hay nada malo en basarse en un chiste para escribir lo que sea….pero Daniél lo contó con muchísima gracia y lo único que encontré diferente fue la búsqueda del tabaco por parte de la protagonista.
    En cuanto al comentario que hace Hóskar al relato, bien pudiera ser que su mujer le retirara el saludo por escribirlo y no le dejara luego que firmara con su seudónimo las criticas. Por especular que no quede.

  45. Dies Irae dice:

    Y con mi impaciencia habitual, no he esperado a que el robot (poco madrugador, nuestro robot favorito) subiera los comentarios nocturnos.

    Así que tu respuesta a mis dudas me pone en duda sobre lo que acabo de decir. ¿Sílabas? Hmmmm… Obviamente tú, maestro de todos los paladines de la corrección, no destrozarías sílabas, ¿verdad?

    Entonces voy a empezar a comerme mi orgullo por los pies, así, poco a poco, para que no se me indigeste.

    Feliz domingo.

  46. Dies Irae dice:

    Con la fresca matutina, he elegido mi candidato para el juego: más o menos cumple las condiciones de Lovecraft, su seudónimo está incluido en el del comentarista (como un anagrama incompleto) y se desea suerte, pero el resto del comentario es lógico. Además, tiene un toque autorreferente y sí, hay otro relato que también lo tiene, supongo que por eso tenías dos candidatos, maestro.

    Y si no, yo también me tragaré mi orgullo, que tengo el mío y el de Lovecraft. Pero no me importará, que el orgullo engorda lo mismo tragado que sin tragar.

    Asesino, ¿cómo es que dices que no tienes la lista de relatos? Arriba, a la derecha, pone en negrita «Orden», y debajo, «de llegada» o «inverso», para que elijas a tu gusto.

    Besicos.

  47. Lovecraft dice:

    Estimada condesa:

    Dos cosas, para satisfacer tu curiosidad:

    1. Si estoy en lo cierto, Hoskar ha comentado su propio relato, de una forma bastante inteligente todo sea dicho.

    2. No he utilizado ningún tipo de extraño algoritmo ni pauta alfanumérica para ocultar el título del relato en mi comentario. Basta con extraer algunas sílabas aisladas y combinarlas de la forma adecuada para revelarlo.

    Besos

  48. Lovecraft dice:

    Recién termino de visionar en TVE1 «Las Trece Rosas», película que no había visto hasta hoy. Se me han saltado las lágrimas de la emoción, literalmente hablando. Doble motivo para agradecerte la carcajada que me ha provocado tu comentario y que me ha sacado del marasmo en el que me encontraba sumido (la misma carcajada que me produjo la lectura de «La Abducción de Yolanda» cuando terminé de leerla).

    Gracias, gracias, gracias

  49. Para los detectives S.A:

    Me declaro incapaz de descifrar tu adivinanza, Lovecraft, entre otras cosas porque me han quitado el acceso a la lista de los relatos y yo tengo la memoria de un pez. De todas formas espero, de todo corazón, que no sea el otro Oscar del certamen…¿Recordáis? Oscar Poe,.. autor de La abdución de Yolanda. Francamente, sería una decepción.

  50. Dies Irae dice:

    A mí ya me gustaría jugar, casi a cualquier cosa, Lovecraft, pero los robots no me dejan… Otra vez desaparecen mis comentarios, o quizá el correo canadiense es más lento que el caballo del malo.

    Y… dime una cosa. Si Hóskar es un autor, y ha comentado todos los relatos, ¿ha comentado también el suyo? Y ¿qué dice de sí mismo? ¿Él también espera verse en la final?

    El cifrado de tu mensaje, por otra parte, ¿corresponde a algún método concreto? ¿Hay que sacar las letras siguiendo una pauta alfanumérica? ¿Está escondido en el código fuente?

    Oh, señor, qué intriga…

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