(Recitado por Cierzo)
“La felicidad, como el pájaro libre, no está nunca en mano, sino siempre volando. Pero tal vez, con suerte y quietud por nuestra parte, se pose, por unos instantes, sobre nuestra cabeza (José Luís López Aranguren)”.
Quiero que la poesía se entregue,
que con sus pies desnudos
camine por los bosques bajo luces
y sombras, y nos dé un enorme ósculo
surgido del abrazo intermitente
de los robles.
Y quiero que los domingos se mueva
por calles y plazas, y que nos cuente
historias con su música.
Y quiero que desde el lunes entre en las aulas,
deje amor en los cuadernos y crezca
en corazones nuevos.
Y que los martes se mueva en tarteras
de almuerzos de obreros
pintando en el alimento inscripciones,
grecas de estrellas.
Quiero verla despierta, comprando arroz
en la tienda, un miércoles tras pedirle
la vez al semejante.
Y que cruce el jueves por los polígonos
que la tierra dibuja para el cielo,
con su sudor, su polvo, su sombrero,
mientras nos labra el tiempo.
Quiero verla acusada y feliz, poesía culpable
de los hijos, de las manos tiernas del viernes
y de la existencia.
Culpable del amor, de la pregunta,
del roce de los cuerpos, y del libro,
y del molino, y del aire.
Verla culpable de tu risa
de sábados, y también de la mía,
del amor en las manos,
de la felicidad efímera
que se posa un instante
y que a veces ni siquiera se siente,
pero adorna la historia que escribimos
paso a paso, en silencio.
III Certamen Poemas sin Rostro 2007