La señorita de la Rua Bombarda. Por Sergio Astorga
Subir y bajar por las calles era el ejercicio ciudadano de todos sus días. Imposible correr, los adoquines se enterraban en sus tacones; sus pantorrillas, siempre adoloridas, mostraban su fatiga. Ella, fastidiada de tantos ungüentos y genéricos, por las noches aplicaba un cataplasma de cebolla para desinflamarlas y encontrar consuelo….