A MI ABUELO
Otra vez se quedó solo,
en su sillón de recuerdos
con ruedas almidonadas.
Otra vez como otras muchas,
sintiendo noche tras noche
las estrellas,
y el dulce viento que silba
silencioso.
*
El cálido ambiente llena
su rostro de gran calor,
y su vida queda en pena
marchándose en el dolor;
ese dolor que penetra
dentro de su vida entera,
que surge de su quimera
y que le da tal temblor
que le encierra y desespera.
*
Allí está en su fiel sillón,
contemplando silencioso
detalles que en vida misma
nosotros no nos fijamos,
y sutil sus ojos miran
la mentira desflorada
que surge bajo su vida.
*
¡Hasta siempre! contestó
con un adiós peregrino.
¡Hasta siempre! murmuró
con ese gesto cansino
por los años, por la edad.
*
El ardor de sus adentros
mostraba en vivo el dolor
y sus ojos desprendieron
al momento, ese amor,
con lágrimas que prendieron
la verdad del sentimiento.
*
Son los instantes que enteros
permanecen en las vidas,
porque el sentir lo permite.
Ahora que la edad lo oprime
por sus años destructores,
él recuerda con temores
aquello, que de repente
lo reprime.
*
Te recuerdo y no te olvido,
jamás podría olvidarte,
porque sentir recordarte
es todo lo que yo pido.
*
Por eso debes saber
que permaneces presente,
en las vidas de las gentes
que saben reconocer.
Abuelo; ” hasta siempre”
***
Autor: Juan A. Galisteo Luque
Del libro: Café Boulevard
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