Acaso
Acaso te amo sin una razón verdadera:
por instinto, como se ama a la familia
predispuesta al incesto.
Y en ese deseo, el ritmo va nimbando dudas,
noches en que la distancia entre tú y mi mano
se hace más gris: pequeña borrasca.
Acaso estarás otra vez entre mis brazos
y oleré tus cabellos
que tienen la juventud de todos los verdes.
Y te diré al oído cosas que ya sabes.
Y entonces mi voz se adelgazará hasta el quiebre,
como si confesara mi más íntima necesidad,
desgarrada como fruto desperdiciado.
Y vendrán más otoños y seguiré pensando en tu tez canela.
Y acaso olvidarás nuestro cariño,
como los niños se olvidan de cuidar un animal y muere.
O yo me sienta apático,
traicionado por el destino, por no haber podido
cerrar tus traviesos labios con los míos.
Y una hondonada insalvable se abra entre los dos
cuando esta ciudad y lo poco que ofrece
dejen de tener sentido vital para ti.
Y entonces, ni celebraciones
ni caminatas juntos.
O acaso estemos siempre juntos
–yo amándote hasta el fin del amor en el cosmos–,
como dos átomos en una molécula indestructible.
Como de hecho ya lo estamos,
en este poema.
Aleqs Garrigóz