B. S. Pérez «El silencio del fraile».
Combina misterio y simbología religiosa para lograr un novedoso «thriller».
Mantener al lector atrapado entre tus páginas parece obligado si uno es un autor de novela negra. La presión es importante, pero, a cambio, la posibilidad de innovar también es muy grande. Esto lo que ha hecho B. S. Pérez, autor que gusta de tramas directas y dinámicas, en su último trabajo, El silencio del fraile, un thriller, por cierto, ambientado en la localidad murciana de Jumilla.
Pocos géneros tienen sobre sus espaldas más exigencia por parte del lector que el thriller, pero, a su vez, pocos tienen tanto margen para permitir al autor dar rienda suelta a su imaginación, crear giros inesperados, personajes insospechados, tramas imposibles… Y ubicaciones poco desconocidas. Y es que, una de las características más destacadas de El silencio del fraile, de B. S. Pérez, es la localización que ha elegido para ella y que forma parte de la propia génesis de la novela, como él mismo confiesa: «Siempre he tenido claro que mi primera novela debía transcurrir en Jumilla. Es una ciudad con mucha historia y también con muchas leyendas, así que tenía que crear una novela negra utilizando elementos que Jumilla me regalaba, como el cipo funerario descubierto en Coimbra, el monasterio de Santa Ana, sus leyendas…, su propia historia, en definitiva. Uní los puntos, y la imaginación hizo el resto. La idea surgió en una de mis subidas al castillo. Me acompañaba mi mujer, y a ella fue a quien primero conté el argumento de la novela. Recuerdo que subimos debatiendo los desajustes iniciales y bajé grabando en el móvil el primer «borrador» de El silencio del fraile».
Y ¿qué tiene de especial el último trabajo del que ha sido calificado en algunos medios como el Dan Brown jumillano? El silencio del fraile es un thriller en el que se narran las peripecias de dos arqueólogos que encuentran un misterioso monolito en las inmediaciones del poblado íbero de Coimbra. No nos estamos refiriendo a la ciudad portuguesa, sino a la que está junto a Jumilla, en Murcia. Tras el hallazgo, se desatarán una serie de muertes que mantendrán en vilo a la región. Un comienzo más que prometedor, a lo que hay que sumar el propio sello de autor de B. S. Pérez, que se caracteriza por la rapidez y la agilidad, sin apenas peso para el adorno, buscando con ello dejar sin resuello al lector. El propio autor califica así a El silencio del fraile: «Creo que su punto fuerte es, además de la propia historia, la rapidez con la que se lee la novela. Aparte del gran trabajo que hay de corrección, diseño y maquetación, que hace que sea muy cómoda de leer, y mi forma de escribir, donde el final de cada capítulo te obliga a seguir leyendo. La novela no tiene un párrafo de relleno, es decir, no hay texto que no sea necesario, todo lo que lees en ella es importante, cada acontecimiento, cada acción o incluso cada pensamiento es crucial para que el lector intente averiguar quién es el asesino o asesina. Si a esto le sumamos que a cada momento se me ocurría un giro argumental donde le destrozo cualquier teoría al lector, pues creo que tiene todos los ingredientes para atraparte».
Y hablando de ingredientes, uno que funciona muy bien aquí, junto a la original localización elegida, es el tema de la Iglesia. No cabe duda de que, en el universo del thriller, conjugar los crímenes con el componente religioso resultan casi siempre en un mayor atractivo para el público. Puede ser por el carácter simbólico que tiene la religión, que conecta muy directamente con el lector, llevándolo a lugares que son de todos conocidos, o tal vez por la simple y pura fascinación que este tema ejerce sobre nosotros, pero parece un hecho probado que, si en una novela negra añadimos elementos religiosos, vamos a atraer a más público. B. S. Pérez tiene su personal explicación para esto: «Creo que la mayoría de las personas vemos a la Iglesia como algo misterioso, con muchos secretos encerrados en sus muros, sobre todo por desconocimiento, y es en parte por el grosor de esos muros, que nos muestran un organismo estanco, perfectamente organizado, infranqueable y del que poco se sabe. Por ello, cuando alguien crea un thriller donde la Iglesia juega un papel importante, la imaginación del lector tiene muchos espacios por rellenar, y dado el género, siempre serán conspiraciones, asesinatos, etc. No sería lo mismo hacer un thriller en una cadena de supermercados…», asegura.