Decálogo del Buen Gusto
Para ser honestos, ni estoy ni estamos descubriendo nada nuevo. Voltaire se acercaba ya al buen gusto estableciendo para éste, a groso modo, tres premisas necesarias y no en un orden aleatorio: sensibilidad, agilidad y discernimiento. Si hablamos simple y llanamente del gusto como uno de nuestros cinco sentidos cabe decir que se trata del más íntimo y particular. Desde esta particularidad, característica tan ajena a sentidos como la vista como el oído, no erramos al afirmar que el gusto implica, sin interrogantes plausibles, una aproximación personal y subjetiva de lo más tajante. Y aunque a decir verdad para gustos se hicieron los colores, desde nuestra tendencia, yo diría que humana de tratar con simplicidad, algo tan complejo como el gusto, lo hemos bipolarizado en malo y bueno.
El estudio de éste último ha sido abordado desde prismas más profundos ligados más que al sentido terrenal del sustantivo “gusto” a la personalidad del Hombre y a la independencia de su juicio valorativo sobre los acontecimientos que le suceden. Ciertamente si hablamos del Buen Gusto, existe un arco iris muy ancho de tipologías que van desde el sentido artístico y estético del gusto (lo que denominamos Arte o Estética) al buen vestir o al buen comer, paralelismo de cuyos elementos se retroalimentan mutuamente: por un lado la moda respira Arte, por otro, una meticulosa preparación de un emplatado rezuma arte y estética además del bouquet o sensación gustativa que deje a nuestro siempre, por qué no decirlo, pre – dispuesto paladar.
De manera elocuente, nuestro sentido del gusto es, a Diosgracias, moldeable desde el punto de vista de que estamos expuestos, no ya a circunstancias dictatoriales, sectarias y dominantes por los arbitrios de la Moda, sino a elementos educacionales. Y aquí entra en juego la Educación. Y no una educación mitificada, permítanme el vulgarismo, de bolsillo o de lápiz y papel sino una Educación de grandes transversalidades que no se quede vieja y anclada, que eduque en el asombro, en la curiosidad, en valores, en el saber estar, en cómo debemos tratar al otro, en personas, en el discernimiento, en la agilidad y en la sensibilidad voltarianas.
La transversalidad que supone el sentido educacional del gusto, no exime sin embargo la necesidad de una guía que oriente hacia la bonhomía del mismo. He aquí un sencillo y breve pero no por menos ambicioso Decálogo del Buen Gusto que espero les sirva para recordar diez máximas no nuevas pero sí por lo universales, comúnmente practicables por todos:
- Trate a los demás como le gustaría que le tratasen, esto es con amor.
- Hable con sentido del gusto. Esto implica dirigirse a nuestro interlocutor con elegancia, claridad, buenas maneras, simpatía o seriedad en el trato siempre ajustando el grado de ambas según la ocasión lo exija. Nunca eleve el tono de voz si no es necesario. Escuche atentamente y no interrumpa, a ser posible. Póngase en el lugar del otro (la otra persona es tan importante como usted) y mire siempre a los ojos.
- Ande mirando al frente, a ser posible nunca cabizbaj@ ni agachad@ ya que imprime falta de alegría, erguid@, elegante en sus formas, con urbanidad, seguridad y confianza.
- En las relaciones personales sea siempre y sin excepciones puntual. La puntualidad es sinónimo de consideración hacia el otro. Nunca critique ni gratuita ni falazmente sobre todo cuando la otra persona no está presente. Sea honest@, acepte sus limitaciones pero no las imponga a los demás. Deje que los demás crezcan con usted. No sea envidios@.
- En las redes sociales absténgase desde su responsabilidad pública o ética, de publicar imágenes hirientes u obscenas. Impriman a las redes un carácter de utilidad y procuren no traspasar la sutil línea roja entre lo privado y lo público.
- En la mesa traten de seguir la conversación iniciada sin monólogos estridentes. Hablen y dejen hablar. Coman ni muy rápido ni muy lentamente siempre de acuerdo con el ritmo general de los contertulios y beban pero moderadamente. Traten de no apoyar los codos, dejen los cubiertos en el plato cruzados una vez acabado y no se levanten hasta que no lo hayan hecho los demás.
- En el trabajo cuiden la imagen personal, más atentamente si están de cara al público. Sonría. Fomenten un clima laboral óptimo y agradable y separen siempre su vida profesional de la privada. Dependiendo del nivel de confianza, traten a sus jefes de usted si ellos no le ha dado permiso antes para tutearles y a sus compañeros con respeto y mucha tolerancia.
- En su tiempo libre, rodearse a poder ser de personas positivas y bellas. Culturizarse, leer mucho y buenos libros, ir a eventos culturales, hacer deporte, disfrutar de la vida de una forma sana, con libertad pero nunca con libertinaje. Busca la belleza en las cosas sencillas. El buen gusto no radica en llevar un bolso de Louis Vuitton o el must de la temporada o en ser una «it girl».
- Reserve un momento del día para sí para hacerse las siguientes preguntas: ¿es feliz? ¿Está a gusto consigo mism@?. Cuide su autoestima con el máximo gusto. No deje de darse de vez en cuando, un buen capricho. Piense que se lo merece.
- Sea una persona sensible con capacidad de ágil discernimiento entre el buen y el mal gusto. Seguro que alguien, y no sólo la memoria de Voltaire, se lo agradece.
Usue Mendaza