A Friedich Hölderin
Los campos abiertos eran como los días de la siega, y la siega como el preludio de nuevas bonanzas o como el canto de las serraniegas cuando laboreaban con sus brazos lozanos. Desde la umbría, apenas me importunaba que no diera el sol en aquella parte de la hacienda; Siempre se escuchó la tonadilla musical del tocadiscos en la casa familiar y solariega. Estuve yo enamorado de una mujer- de esta serranía y de aquella familia-, cuyo nombre no me atrevo a pronunciar y a la que yo apodé como Diotima*, por encarnar no sólo un amor platónico, ya que por mi humilde condición era inapropiado e inexcusable que me acercara a ella, sino por dar luz, pensamiento, espíritu y forma a mis versos, alegoría de este amor espiritual que sentí y que todavía siento. No sé qué habrá sido de su vida. Sólo sé de ella por mis versos y por los días de siega, que se le parecen, porque se escudriña en ellos, mañanas laboriosas y tardes de sosiego, el elixir de su divina semblanza.
*Diotima: personaje de EL BANQUETE DE PLATÓN que enseñó la filosofía del Amor a Sócrates.
USUE MENDAZA
Lectura dramatizada de poemas de Friedrich Hölderlin
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Lo que permanece lo fundan los poetas: Friedrich Hölderlin
Helena Cortés Gabaudan
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