HOMBRES CON PIEL DE LOBO… O DE OVEJA
Sostenía Rousseau que “El Hombre es bueno por naturaleza”. Todo lo contrario a Hobbes que decía que “El Hombre es un lobo para el hombre”. Yo creo que ambos estaban en posesión de la razón y, ni siquiera porque crea que haya hombres buenos y malos, que también, sino porque estoy convencida de que una misma persona es capaz de realizar las más grandes hazañas y las más abyectas acciones dependiendo de una serie de circunstancias.
No tenemos que ir muy lejos para verlo: las televisiones nos escupen en los ojos, continuamente, imágenes de catástrofes producidas, unas, por la naturaleza… terremotos, inundaciones, tsunamis, derrumbamientos de montañas, etc. Otras como resultado de las injusticias de la mano del hombre: guerras, egoísmos, borracheras de poder, hambrunas… Situaciones que hacen tambalear hasta los cimientos de las convicciones más sólidas. Siempre he mantenido que todos tenemos un precio. Todos. Lo que no somos capaces de hacer por nuestros principios y valores seríamos capaces de hacerlo y repetirlo por alguien amado. La esperpéntica, polémica y televisiva Belén Esteban escenifica de una manera vulgar lo que muchos piensan de manera más refinada: “Yo, por mi hija, ¡ma…-to!”. Es decir, hombres respetables, buenos, considerados con sus semejantes, en situaciones extremas, son capaces de convertirse en saqueadores o asesinos. Mientras que otros que dedican su vida a la rapiña son capaces de remangarse y ponerse a rescatar vidas hasta casi entregar la suya en el intento.
¿Qué lleva a un hombre a convertirse en un héroe o un villano? Los acontecimientos. Y los sentimientos desencadenados por ellos.
La solidaridad, por ejemplo, es un movimiento en marea creciente que es capaz de sacar del Hombre lo mejor de sí mismo en aras de otros que sufren situaciones catastróficas. Aunque… la solidaridad es bastante versátil, a veces aumenta como una levadura capaz de esponjar corazones en masa. Otras, se estrella de frente contra su mayor opositor: el egoísmo y los intereses personales. Claro que, un egoísmo personal es ya malo de por sí pero, si se trata, también, de un egoísmo colectivo… nos encontramos, al menos desde nuestro punto de vista español, con sistemas y decisiones difíciles de comprender. Me refiero, por ejemplo, al sistema sanitario de EEUU. Yo creo que todos hemos visto películas en donde se muestra la lucha y la impotencia de algún padre porque su hijo sea atendido por un médico, cosa imposible si no dispone de dinero para poder pagar un seguro médico. Seguro, por otra parte, que nadie hace a personas que tengan algún tipo de enfermedad, como, por ejemplo, un niño con asma. Además, pueden expulsarte de cliente en cualquier momento que contraigas algún tipo de enfermedad que les produzca un gasto continuo. ¡Toma del frasco! Películas, basadas en hechos reales, en donde una familia termina viviendo debajo de un puente con un carrito como única pertenencia después de haber intentado salvar la vida de algún miembro de la familia y haberse arruinado completamente sin conseguirlo además.
Obama responde, al menos para mí, al perfil que defendía Rousseau, su implantación, aunque leve, de la maravillosa utopía sanitaria, cosa que no pudieron conseguir otros presidentes que también lo intentaron, le hacen ser no sólo un hombre bueno por naturaleza, sino, bueno para la naturaleza de los demás hombres, sobre todo, de aquellos que no disponen de dinero para poder pagar un seguro médico. La idea de que, en un par de años, treinta y dos millones de personas tendrán una cobertura sanitaria que jamás hubiesen podido tener, o pensar que un cáncer no condena, necesariamente, a muerte, me hace ver a Obama como un ángel de Vida. Quizá ahora se vayan enterando en EEUU de lo que ya cantaba Machín: los ángeles también son negros. Aunque les pese a las blancas aseguradoras médicas.
¡Grande, Ana Mª! 🙂
Un beso.
Pablo.